TERCER CAMINO

Dos procesos importantes

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Lavinia del VillarSanto Domingo

Aunque a menudo reflexionamos sobre los daños físicos y espirituales del rencor, y nos invitamos a crecer emocionalmente perdonando y pidiendo perdón, resulta difícil entender el verdadero significado de estos dos procesos. Decimos que al perdonar, absolvemos la ofensa, aceptamos los errores de los demás, y permitimos con ello que mejoren conductualmente; y que en cambio cuando pedimos perdón, aceptamos ante quienes hemos ofendido, que nos equivocamos. Pero en realidad, la doble acción va mucho más alláÖPerdonar implica tener misericordia de aquel o aquella que no la tuvo con nosotros, no solo con el marcado propósito de liberarnos del resentimiento que encadena nuestro espíritu, sino con el fin de liberar de nuestro enojo al que nos faltó. Pedir perdón en cambio significa practicar la humildad al reconocer lo que hicimos mal, y excusarnos con quien ofendimos, y con nosotros mismos. Ambos procesos son liberadores y permiten recuperar la paz y el sosiego, porque aferrarnos al rencor, puede traernos efectos emocionales como son: infelicidad, ansiedad, tristeza, ira y efectos físicos como: dolor de cabeza, malestar estomacal, alta presión arterial, tensión, etcétera. Cuando decidamos perdonar hagámoslo de corazón. La frase de: “Yo perdono pero no olvido” indica que no lo hemos hecho de verdad. Cuando nos toque pedir perdón seamos específicos al reconocer nuestra falla, no busquemos excusas ni culpemos a otros por lo que hicimos, y gocemos el regalo divino de haber encontrado de nuevo el rumbo de la libertad.

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