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PANORAMA POLÍTICO

Danilo no detiene su agenda oficial

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Guarionex Rosa | ANALISTA POLÍTICOSanto Domingo

La fortaleza de su régimen en medio de la turbulencia que vive el país tras el escándalo de la Odebrecht y el sometimiento de varios dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, es lo único que le queda al presidente Medina.

El envío a prisión de los políticos del PLD y del Partido Revolucionario Moderno, PRM, ha desatado un odio nacional que nunca se había visto desde la destrujillización, cuando los calieses de esa era fueron perseguidos por calles y callejones por turbas exacerbadas.

Quizás dándose cuenta de ello, Medina no ha detenido su agenda y las visitas sorpresa, las cuales cumple religiosamente, poniendo poco caso al vocerío de la calle antes y después de los sometimientos, y a las presiones internacionales, sobre todo de Estados Unidos.

La angustia sufrida por el gobernante tras el dictamen del juez de la instrucción especial, Ortega Polanco, quien encontró méritos suficientes para mandar al entonces ministro de Industria y Comercio a prisión en Najayo, fue indescriptible, dicen allegados.

Como Medina, muchos dominicanos de todos los estratos creían que al menos algunos del grupo de los presentados ante el juez Ortega Polanco, notablemente el miembro del comité político y dos senadores, saldrían inmunes del caso.

Los senadores Julio César Valentín, de Santiago, y Tommy Galán, de San Cristóbal, no fueron mandados a prisión porque la inmunidad parlamentaria los protege, pero ambos tienen medida de coerción, garantía económica de RD$5 millones e impedimento de viajar al exterior.

La fortaleza que Medina requiere no es solamente para encarar lo que el futuro puede deparar al partido y al país, sino también el legado de su régimen, del cual se discute, pese a todo, si permanecerá en el mando después de las elecciones del año 2020.

El Presidente podría entregarse a su partido, ahora en alguna medida disgregado por el golpe de los eventuales juicios por el caso de Odebrecht y las malquerencias con el sector del expresidente Leonel Fernández, quien tiene la presidencia del PLD.

También podría acorazarse con el pueblo que mayoritariamente lo eligió hace poco más de un año, aunque el bombardeo de sus adversarios, notablemente la Marcha Verde y numerosos publicistas calificados como “bocinas”, podría haber menguado su popularidad.

En la semana que termina, el ministro de Hacienda, Donald Guerrero, anunció que el país colocó US$500 millones en bonos soberanos para la obra cumbre Presa Catalina. El jueves el Presidente hizo una larga visita a la Ciudad Sanitaria, Luis E. Aybar, donde se construyen 12 edificaciones de salud.

El odio crece El odio ha crecido contra la dirigencia política, sin que se excluyan los que se supone serían opositores para disputar el poder al PLD en las elecciones del año que viene. La Marcha Verde ha cernido a políticos de oportunidad que se le acercaron para sacar ventajas.

Cuando los imputados fueron enviados por el juez de instrucción Ortega Polanco a la prisión de Najayo, la gente que lo esperaba superó en mucho a los familiares y amigos, estos últimos quizás avergonzados de la situación por la cual pasan los políticos.

A lo largo de la carretera hasta la prisión grupos populares al parecer sin organización ni concierto gritaban improperios mientras la caravana se dirigía a un destino al que los hombres públicos conocían por referencia, excepto Montás y Galán, gente de la región.

El rechazo del público hacia los que han participado en actos de corrupción del caso Odebrecht y de otros que posiblemente saldrán a relucir en el futuro, hizo que dos arzobispos, el de la capital, Ozoria Acosta, y el emérito de Santiago, De la Rosa y Carpio, se pronunciaran.

Acosta Ozoria advirtió sobre los privilegios que se habrían otorgado a los presos en Najayo y pidió igualdad de condiciones. De la Rosa y Carpio dijo que el escándalo de la Odebrecht debe servir de lección para los políticos y todos los ciudadanos dominicanos.

La posición de la Iglesia Católica, replicada en muchas parroquias del país por los sacerdotes oficiantes el día de Corpus Christi, es una agitación adicional que puede tener en el fondo la presión por el tema de la despenalización del aborto.

Muchos de los oyentes de programas populares de radio y de la televisión han cargado contra los presos de Najayo dictándoles culpabilidad antes de los posibles juicios de fondo, no obstante que se les consideraría inocentes hasta demostración en contrario, según la ley.

Al parecer se ha guardado mucho odio también porque los funcionarios no han sabido “matar la gallina y guardar las plumas”, exhibieron riquezas extraordinarias, se olvidaron de los llamados “compañeritos de la base” y dejaron que por su boca saliera solo prepotencia.

Medina tiene el poder Que el presidente Medina tenga el poder con todas las consecuencias buenas para su causa y la capacidad de complacer a los dominicanos que buscan un cargo público, una ayuda, una consideración de la mano proverbial del Estado, no es cosa pequeña.

Sus obras derivadas de las visitas sorpresa, notablemente escuelas, hospitales y auxilio al campo, algún resultado significativo tendrían porque las mismas tocan a sectores que quizás antes no recibían nada. A muchos pobres les interesa más su suerte que la política.

En el PLD se ha desatado una lucha mayormente por parte de los retirados de cargos públicos, quienes se han ido al lado del doctor Fernández, o por los críticos de la administración, que se ríen de manera soterrada al creer que una reelección en el 2020 no va.

Uno de los miembros de su comité político, Félix Jiménez, reveló que el presidente Medina le había dicho que no competiría en las elecciones del 2020. Su comentario encontró rechazos, incredulidad y hasta burla entre sectores partidarios y opositores.

Quizás en la creencia de que el gobierno de Medina está debilitado, el dirigente agropecuario del PRM, Leonardo Faña, denunció que José Ramón Peralta, ministro de la Presidencia, “encabeza una mafia en la importación de habichuelas”.

Peralta le pidió retractarse, pero al reiterar el político del PRM su acusación, lo sometió a la justicia por difamación y pidió seis meses de prisión.

El ministro Peralta, cuya familia tiene negocios de importación de productos desde antes del presente régimen, es uno de los funcionarios más cercanos al presidente Medina.

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