José Cruz

Una receta es el cuco de la mayoría. El alto costo de las medicinas acentúa un quebranto a cualquiera. En Santo Domingo, un dirigente reformista, José del Carmen Cruz se mantuvo “parao, parao”, vendiendo medicamentos falsificados tanto al Estado como a farmacias independientes. Por años, el hombre que ha sido favorecido con un generoso acuerdo con la Fiscalía, le rajó la salud a no se sabe cuánta gente.

Hoy, con insuficiencia renal crónica, según los médicos que le atienden, ha pedido el cacaíto y la clemencia que él nunca sintió por sus víctimas. Lo de José Cruz no es un crimen, son miles de delitos en una práctica descubierta gracias a la investigación en el programa de Nuria Piera.

Nunca sabremos cuánta gente murió por las pócimas y pastillas con hasta tres años de vencimiento que él maniobraba para vender con etiqueta falsa al Ministerio de Salud Pública. Los lesionados por los fármacos adulterados que José Cruz vendía mediante 20 empresas, no llegarán a calcularse. Lo que económicamente recibirá la Fiscalía no beneficiará a las familias afectadas.

Hoy José del Carmen Cruz está enfermo. Se alega que varios padecimientos pesan en su cuerpo diminuto y su dilatado cerebro para idear y mantener una mafia por tanto tiempo. El pacto entre el político -hoy recluso- y mañana suelto, le prohíbe dedicarse a esos menesteres durante diez años. No lo dejará en la calle porque la fortuna acumulada en base al engaño y al crimen, es bastante voluptuosa. Poca gente tendrá capacidad de contar la cantidad de dinero que José Cruz acumuló falseando en contra de tantos inocentes.

El Estado, enterado de esa mafia por un programa de TV ¿tendrá disposición y mecanismos para vigilar a José Cruz? ¿Evitará que repita su andanza de fármaco y muerte?