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editorial

El “touch Abinader”

Como exponente de una nueva generación política, el presidente Luis Abinader ha impuesto un estilo o sello en sus formas de ejercer la función constitucional.

El “touch Abinader” está caracterizado por una ruptura de las clásicas rutinas en la gestión de Estado, algunas de cuyas novedades reveló ayer en una entrevista televisiva.

Ese “touch” lo hace preferir un trabajo nocturno, sobre todo desde su casa, y un frecuente acto de presencia en ceremonias y actividades diversas extrapalaciegas.

Otra característica de su “touch”, o sello distintivo, es la de responder solícito a las preguntas de los periodistas y aceptar invitaciones para entrevistas en las sedes de medios impresos o televisivos.

Lamentablemente, este estilo no se replica en el resto del funcionariado que, por alguna razón todavía inexplicable, se cierra a cal y canto a las solicitudes de información de la prensa.

Actúan en dirección contraria al “touch Abinader”, seguramente por cuenta propia, en la medida en que hacen del cedaceo o de la ultra reserva de información pública, una práctica lesiva al principio de la transparencia.

Sin muchos rodeos, los colegas directores de Diario Libre, Inés Aizpún y Benjamín Morales Meléndez, han puesto el dedo en la llaga sobre estos incomprensibles comportamientos.

“Hay funcionarios –dice la directora Aizpún– para los que todo es confidencial y secreto para no decir nada, y otros que apabullan con cientos de notas de prensa, como si estas suplantaran la verdadera información”.

Morales Meléndez –el subdirector– se queja de que “cada vez se hace más complicado conseguir que los aludidos en una historia den la cara, porque se les recomienda la estrategia de callar o de negar la información”.

En una época en que muchos presidentes llevan una fluida línea mediática frente a sus ciudadanos, entre ellos Abinader, no se justifica que el espíritu de la transparencia, más que nada el de rendir cuentas al pueblo, siga siendo opacado por el resto de los que le acompañan en su gestión gubernativa.

Se necesita más concordancia entre el ejecutivo y sus ministros en sus tratos con la prensa, para que el libre derecho a la información pública no se obstruya ni se niegue.