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REFLEXIONES DEL DIRECTOR

Con cuatro ojos

Desde que la televisión informativa de los ochenta comenzó a emplear, al mismo tiempo, múltiples elementos en la pantalla, el ojo y el cerebro humano han tenido que desarrollar sus destrezas para asimilar en un instante tal diversidad de imágenes, procesarlas críticamente y formarse una visión de la realidad latente.

Un video en tiempo real, al lado de otra imagen en vivo o suspendida, de una barra de texto continuo y de uno o más cuadros vinculados o no a la noticia, trátese de un mapa, una infografía o fotografia, forman parte de esta diversidad en la cotidianidad de la plataforma televisiva.

La noticia breve, acompañada de elementos gráficos, animados o no, es la precursora de lo que hoy constituye el formato usual de las redes sociales que brindan noticias e informaciones de otro género, bajo aquellos mismos patrones.

El tiempo en televisión vale tanto oro como en el de las redes sociales. Los usuarios procuran este modelo de encapsulamiento, esa pastilla multivitamínica que le permite conocer y atrapar la realidad del mundo en los treinta minutos del más exigente tele noticiero o en su red social favorita.

Ojo, no debemos confundir realidad " real" con realidad "artificial", esta última construida con hechos e imágenes fragmentadas y ensambladas para que cumplan una función de síntesis de un acontecimiento único y sus colaterales, como si fuese la pura realidad.

La tendencia a favorecer esa cápsula noticiosa que contiene imágenes fijas o en movimiento, texto, voz y sonido, apoyadas en recursos tecnológicos de edición que le agregan otros elementos que impresionan el ojo y el cerebro, es la que domina hoy las preferencias de los usuarios de esas plataformas.

Hay que entender estas dinámicas para descubrir cuán complejo resulta el reto que nos plantea a todos los periodistas que estamos inmersos en la turbulencia de los cambios, la migración a un modelo de multiplataformas en el ecosistema de las comunicaciones sociales.

El paradigma actual de la redacción integrada, que unifica el trabajo de periodistas de un impreso con los del digital, no se completa con el simple trasvase o reciclaje de las noticias de una plataforma a otra, sino que exige lenguajes y estilos diferentes en ambos casos. Como si se tratara de tocar la misma pieza, una con violín y otra con guitarra.

Por lo pronto, nos crea a los periodistas tradicionales del impreso la obligación de conocer los modelos de presentación de textos y vídeos a la vez, o de textos sin voz en fotografías y los podcast de una narración o explicación didáctica de un tema, que son características de las redes sociales.

Sin ser nativos digitales, es decir, personas que nacieron bajo esta nueva era de las comunicaciones sociales, los reporteros tradicionales tienen que hacer el esfuerzo para asemejarse a esos "nativos" intentando dominar sus claves.

Con estas herramientas a la mano, principalmente los teléfonos inteligentes y las tablets, los periodistas de la redacción integrada no pueden perder de vista que para el impreso sigue prevaleciendo un modelo distinto de estructurar la redacción de la noticia, donde no hay prisa para publicar algo que amerita de comprobación y de adecuada contextualización.

Es una especie de sauna, donde hay que ducharse intermitentemente con agua fría y caliente, sin pasmarse, desde luego.

En el impreso dos ojos bastan al lector. En las plataformas audiovisuales, cuatro ojos son por ahora suficientes.

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