“Falsos positivos”, una aberración
La práctica de colocar o fabricar “pruebas de delito” a ciudadanos bajo persecución para sustentar acusaciones en su contra o justifi car su eventual asesinato se hizo muy recurrente en el país décadas atrás contra aquellos que eran señalados como enemigos del régimen.
Esa práctica, que en estos tiempos modernos se compendia en el término “falsos positivos”, consistía en ponerles granadas fragmentarias, armas de fuego con numeración limada o drogas u objetos robados, a personas que eran perseguidas por sus ideas políticas, a fi n de “convertirlas” en criminales o delincuentes ante la justicia.
Un avispado abogado defensor de los derechos humanos descubrió el engaño, mostrando la misma granada fragmentaria como cuerpo del delito en varios expedientes. Y eso bastó para desacreditar ese perverso recurso.
Cuando ya creíamos que esos “falsos positivos” eran cosa del pasado, unos videos subidos a las redes sociales mostraron a supuestos agentes policiales de Moca introduciendo un paquete de drogas en el vehículo del dirigente popular Juan Comprés (El Peregrino), para luego proceder a su arresto como consumidor o trafi cante de sustancias ilícitas.
La burda maniobra, denunciada con elocuentes imágenes, ha causado gran indignación, por la carga de maldad y alevosía que entraña toda intención de convertir en culpable a un inocente para que la justicia lo castigue de manera injusta.
Esas prácticas han sido denunciadas, a menudo, por personas que han sido llevadas ante el ministerio público y los tribunales como drogadictos o vendedores de drogas, para “sustentar” expedientes acusatorios.
Esto le hace un daño no solo a la verdadera y necesaria lucha contra el narcotráfi co, porque la contamina o la desnaturaliza, sino a la labor de la Policía Nacional, que cuenta con recursos tecnológicos y humanos para ejercer una efectiva labor de inteligencia y prevención de delitos.
La sociedad espera que estas maldades y manipulaciones no se repitan.