A contracorriente

Actuando muchas veces a contracorriente de la Constitución y las propias normas electorales, los partidos políticos del sistema le han dado un fl aco servicio a la democracia.

Para comenzar, no son tan democráticos y, por tanto, ignoran un principio cardinal que manda la Constitución, en su artículo 216, al disponer que se conformen y actúen respetando la democracia interna y la transparencia.

Ni lo uno ni lo otro. Por el contrario, en gran medida han desnaturalizado el papel que les corresponde en una sociedad democrática, usando el poder y una representatividad popular de fi cción para apabullar lo ético y moral, lo legal y constitucional, que se interponga a sus ambiciones o intereses.

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