La seguridad ciudadana
Parte fundamental de todo plan para garantizar la seguridad ciudadana es la obligatoriedad de hacer cumplir las leyes del tránsito, fuente de millares de muertes de personas cada año.
No solo es imprescindible mantener un efectivo control de la delincuencia,que también se cobra muchas vidas de ciudadanos indefensos e inocentes, sino de poner en orden el sistema de tránsito, hasta ahora contaminado por las actitudes medalaganarias de los conductores.
En el transporte público, controlado por sindicatos poderosos que les tumban el pulso a todos los gobiernos con sus exigencias, esta amenaza a la vida de transeúntes o de otros usuarios del sistema es más real y dramática.
Transitan a altas velocidades, compiten entre sí por los pasajeros, violan persistentemente todas,las leyes del tránsito y las rutas establecidas y parece sentir poco respeto por la vida humana.
De ahí que resulte oportuno el compromiso que ha decidido asumir el nuevo jefe de la Autoridad Metropolitana de Transporte, general Frener Bello, de meter en cintura a los conductores, sean del servicio público o del privado.
Los del transporte público, del concho y muchos taxistas andan como chivos sin ley en las calles,,provocando a menudo accidentes fatales,y todo eso porque se han dado cuenta que la autoridad, salvo muy contados casos, es efectiva.
El general Bello ha prometido institucionalizar el mecanismo de control de las velocidades en calles y autopistas, minimizar las alteraciones de rutas y enfrentar todas las consuetudinarias formas de ir respeto a las leyes del tránsito, y para ello celebrará reuniones con los sectores concernidos en esta problemática.
Esto es otra manera de garantizar la seguridad ciudadana, ahora que el Gobierno despliega extraordinarios esfuerzos en esa dirección, prometiendo que habrá un antes y un después en este marco de caos y de peligros.