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SIN PAÑOS TIBIOS

Lo fake no es new

En la recta final, a horas del cierre formal de la campaña, queda en la boca el amargo retrogusto de viejas prácticas electorales de procesos pasados. La campaña sucia siempre ha existido, sí; la mentira, la propaganda, la difamación y la deconstrucción de la historia ha sido una práctica común en casi todas las culturas que han alcanzado estados superiores de organización social. Desde las habladurías colosales de César –pasando por el chismosito de Suetonio–, hasta el provocador de Trump hay dos mil años de distancia, pero hay mucho más en noticias falsas y libelos.

Así las cosas, lo sorprendente no ha sido que hayan montado a último minuto una campaña en contra del presidente Abinader usando un audio –aparentemente manipulado– vinculado a la crisis haitiana; o la sucia campaña estructurada en torno al tema de las placas de los motoristas, aviesamente traducida a “plaga” desde algunos litorales de la oposición; o lo que, fuera de campaña, experimentó Leonel Fernández en abril de 2023, con las declaraciones manipuladas de la robot Sophia en el foro realizado por FUNGLODE.

Lo sorprendente ha sido lo limitado del radio de acción de esta campaña sucia, a años luz del estercolero de 1994, porque en estos 30 años hemos cambiado y madurado como sociedad a la par que la tecnología ha puesto a disposición de personas inescrupulosas herramientas capaces, no de construir una noticia falsa, sino de sustituir la realidad, al mejor estilo de Orwell.

Y es que con la voz generada por Inteligencia Artificial (IA) las capacidades de distorsión y manipulación de la información y la verdad sobrepasan la capacidad de aclaración y control de daños por parte de los perjudicados. Si antes el riesgo era el daño causado por una información en determinado segmento y el esfuerzo que representaba manejar ese daño, ahora el desafío es que la mentira puede sustituir la verdad, pues las redes sociales potencian la difusión de cualquier falacia en una sociedad que cada vez lee menos; donde la capacidad de lectura comprensiva y análisis crítico del público se encuentra reducido al mínimo.

La defensa de la democracia es un asunto de todos, de ahí que debe llamar a la atención de toda la clase política los desafíos que suponen la irrupción de esas nuevas capacidades tecnológicas, de cara a la gobernabilidad. Más allá de lo electoral –que parará en mayo–, queda abierta la puerta de la desinformación, la cual debe cerrarse con el diseño e implementación de un marco jurídico robusto, que sancione a quienes ejerzan esas prácticas.

Y es que fuera de lo político, las amenazas que se ciernen sobre todos los sectores con el uso abusivo de la Inteligencia Artificial son enormes. Cerrar los ojos y darle rienda suelta a la imaginación quizás permite entrever a qué nos atenemos si dejamos que cualquiera pueda manipular la voz del otro, sin que haya consecuencias, porque lo que hoy aplica en la política, mañana aplicará para todo.

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