Las dominaciones nos manejan a su antojo

La manipulación sin escrúpulos está a la orden del día, en muchos países. Siempre lo ha estado, pero de un tiempo a esta parte, todo se mueve bajo un control interesado, debilitando la vida democrática y censurando, tanto a ciudadanos como a instituciones. No sólo se rompen vínculos, también se quiebra la libre comunicación, con lenguajes corrompidos, que suelen dejarnos en el escándalo permanente. Desde luego, la capacidad destructiva de esta atmósfera malvada, vestida de supremacía y revestida de opresión, es dictatorial y nos está dejando la fibra vivencial empedrada de odio. De ahí, lo importante que es tomar la concienciación sobre todos los aspectos existenciales de las diversas situaciones, para enhebrar sociedades más moderadas y éticas. Sea como fuere, nos viene saludable a todos, que la libre circulación de ideas por medio de la palabra y de la imagen, se sustenten y nos sostengan, con lenguajes claros y pulsos verdaderos. Las grandes potencias, como tales, tienen que abrirse a la multitud y reabrirse, haciéndolo corazón a corazón. De lo contrario, encerrados y sin contemplación alguna, es fácil caer en un antropocentrismo soberbio, posicionándonos como dominadores absolutos, en lugar de ser servidores unos de otros y custodios de la vida. Endiosados, nos volvemos injustos y nuestra forma de proceder arruina las relaciones humanas; puesto que, nos envenena, con la auto-exaltación. Este engreimiento además contamina el innato sentimiento de fraternidad que, en cambio, debería tener otro pentagrama musical de modestia. Al igual que cada comunidad desarrolla sus propios códigos lingüísticos y expresiones, enriqueciendo de este modo la diversidad de los vocablos, asimismo tenemos que alentarnos y alimentarnos de ese manantial precioso de valores humanos y anímicos que es lo que verdaderamente contribuye a un desarrollo universal, que nos aleja de la muerte y de la destrucción que dominan el día, mientras persisten las segmentaciones entre los Estados. Sin duda, hoy más que nunca, se requiere poner en acción el espíritu de solidaridad, la acción generosa, separada de toda mira de expansión económica, así como de toda dominación política. El tanto tienes/tanto vales, hay que desecharlo y elogiar otras energías menos materialistas y más morales.