Vida Verde

ENCUENTRO VERDE (2 DE 2)

‘Dos mundos, un ave’

En torno a la Reserva Privada El Zorzal, un santuario caribeño destinado a la conservación de esta ave migratoria, se forja un mundo de oportunidades comunitarias sustentadas en el desarrollo sostenible.

Para garantizar la sostenibilidad financiera, el Consorcio Ambiental Dominicano (CAD) se embarca en proyectos que hoy constituyen un ejemplo de agricultura y desarrollo comunitario sostenible.

“Nuestro accionar es por proyectos, por donación, eso fue lo que nos enseñaron a hacer, pero hay que cambiar. ¿Qué ponemos en el mercado que genere recursos?”, expresa Sésar Rodríguez, director ejecutivo del CAD, durante su participación en el Encuentro Verde de Listín Diario.

El primer programa que implementan, ‘Dos mundos, un ave’, está vinculado a la conservación del zorzal de Bickell (Catharus bicknelli), ave migratoria cantora que anida en los bosques de la costa este de Canadá y Estados Unidos.

Más del 90% de la población de esta ave viene a República Dominicana durante el invierno, principalmente a los bosques de la Sierra de Bahoruco y las cordilleras Central y Septentrional.

“Esta avecita nos ha enseñado lo que es la conectividad y la importancia de la conservación”, dice Rodríguez. También ha ayudado, agrega la bióloga Yvonne Arias, coordinadora del conversatorio, a que la gente se saque de la cabeza “que si una especie no es endémica no la tengo que cuidar”.

En vista de que se necesitaba un área mayor de conservación, “nos dijimos, ¿vamos a hacer más áreas protegidas entre Quita Espuela, Guaconejo y La Salcedoa, que son reservas públicas? No, vamos a crear modelos innovadores para la conservación. La ley nos permite uno, que es la reserva privada, pues vamos a iniciar creando un modelo de reserva privada”, sostiene Rodríguez.

Para empezar, el CAD consiguió recursos del Fondo de Alianzas para Ecosistemas Críticos (CEPF, en inglés) a través del Ministerio de Medio Ambiente, pero pronto entendió que debían involucrar al sector privado.

Así, empresarios dominicanos y estadounidenses (de la Fundación Eddy) crearon la empresa Zorzal y compraron, en medio millón de dólares, un área de 7,000 tareas ubicadas entre Loma Quita Espuela y La Salcedoa, al noroeste de la provincia Duarte, en el municipio de San Francisco de Macorís. Encontraron ganadería y un pedazo de bosque y comenzaron a restaurar la zona con especies autóctonas del lugar. Los trabajos comenzaron en 2010 y dos años después fue presentada la primera área protegida privada de República Dominicana. Las aves se monitorean cada año. Para hacerlo, la reserva se dividió en 108 puntos. En el primer monitoreo, el zorzal apareció en 19 puntos, ahora aparece en 53. Esta ave come frutas e insectos, así que hace un gran trabajo en el control de plagas. Anidan en las ramas y por ello es tan importante que exista una buena cobertura boscosa.

PLAN VIVO

Para mantener la calidad del programa, el CAD adoptó hace cinco años la estrategia conocida como Plan Vivo, un programa de bono de carbono forestal. “Plan Vivo es el estándar internacional que nos avala y nos certifica que tenemos ese proyecto. ¿Y qué hacemos? A nuestros vecinos, propietarios de pequeñas tierras, les presentamos la propuesta de que si ellos destinan tierras que no utilizan para sus actividades productivas al Plan Vivo, nosotros les hacemos un pago anual para reconversión de bosque: el cambio de pasto a bosque”. Para eso el pequeño productor debe garantizar que la tierra tiene por lo menos 10 años en su estado actual, es decir, que no fue deforestada recientemente. En la actualidad, los 18 acuerdos firmados con vecinos han agregado 1,200 tareas a la reserva y quitan presión a su zona de amortiguamiento. Si la tendencia es que haya cada vez más parches en la zona, el programa los reduce, dice Rodríguez. Ya se han hecho cuatro pagos. El 70 % de la reserva está destinado a la conservación y el 30 % a la producción sostenible.

Al principio, los pagos a los beneficiarios del Plan Vivo que habían reconvertido sus pequeñas parcelas de pasto a bosque se pagaban con donaciones, “pero estamos creando una estructura financiera sostenible basada en el cacao”, explica Rodríguez. Antes de convertirse en la primera área protegida privada de República Dominicana, en el lugar se producía cacao, como en toda la zona del noroeste de la provincia Duarte. “Nos propusimos establecer esas plantaciones y producir el mejor cacao del mundo. Y lo hemos cumplido”, asegura Rodríguez. La clave de la calidad está en la transferencia de tecnología de la poscosecha, agrega el ingeniero agrónomo. “Estos muchachos son ‘doctores’ del cacao. Aquí se mide la temperatura, la acidez, el grado de humedad, todo se hace religiosamente, y eso hace que el proceso de fermentación sea excelente y cree un aroma y un sabor únicos”. La primera producción que exportaron completó las cinco toneladas. Hoy pasan de 25. Producen dos tipos: el de la reserva y el cacao comunitario.

Caficultores comunitarios han presentado sus proyectos en diversos escenarios de Estados Unidos, incluyendo la Universidad de Harvard, a la que fueron invitados por el Departamento de Estudios Africanos y Afroamericanos en agosto pasado para mostrar, en un seminario internacional, cómo producen el cacao orgánico con tanta calidad. “Hace cinco años fuimos a vender nuestro proyecto a los chocolateros de Vermont, Nueva York y Massachusetts. Les hablamos de nuestro santuario de conservación de aves y de que allí producimos cacao; les invitamos a venir y a comprarlo. Ellos aceptan y ese fue nuestro primer negocio de venta de cacao. Pero ahí hay un problemita: no vendemos cacao. Yo vendo chococarbono. Para vender el cacao, tú tienes que comprar bonos de carbono. Es un plus, porque te estás mercadeando con mi proyecto. Ellos pagan un plus por cada tonelada”, manifiesta Rodríguez. Muchos chocolates que se venden en Estados Unidos y Japón hechos con Cacao Zorzal han ganado muchos premios internacionales.

El ecoturismo se vive en la reserva de una manera especial. Pernoctar al aire libre, disfrutar de lo simple, saborear los productos de la zona, recorrer la reserva o dormir en una casa de campaña sobre una plataforma (tipo palafitos) en medio del bosque son experiencias que Sésar Rodríguez invita a disfrutar por solo 45 dólares por día (y por persona) todo incluido. En la casa de visitantes y otra casita disponible para los viajeros caben entre 15 y 19 personas cómodamente.

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