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FÓSILES

Los rastros de vida más antiguos pueden ser solo piedras

El origen biológico de unas estructuras cónicas de hace 3.700 millones de años descubiertas en 2016 en rocas de Groenlandia, ha sido cuestionado en un nuevo estudio.

Los cinturones supracrustales paleoárquicos en Groenlandia contienen las rocas más antiguas de la Tierra y son un objetivo primordial en la búsqueda de la evidencia más temprana de la vida en la Tierra.

Sin embargo, el metamorfismo ha eliminado en gran medida las texturas y composiciones de rocas originales, lo que plantea un desafío para la preservación de las firmas biológicas.

En 2016, un estudio de rocas de 3.700 millones de años de antigüedad del cinturón supracrustal de Isua en Groenlandia describió una zona rara en la que una deformación baja y un sistema metamórfico cerrado permitió la preservación de características sedimentarias primarias, incluidos estromatolitos cónicos: estructuras acrecionadas laminadas formadas por sedimentación mediada por microbios.

La morfología, la estratificación, la mineralogía, la química y el contexto geológico de las estructuras se atribuyeron a la formación de capas microbianas en un entorno marino poco profundo hace 3.700 millones de años, al inicio del registro de rocas de la Tierra.

ORIGEN NO BIOLÓGICO

Ahora, un equipo liderado por Abigail Altwood, del Instituto de Tecnología de California, ha presentado en Nature una nueva investigación que muestra un origen no biológico, post-depositacional para las estructuras.

"El análisis tridimensional de la morfología y la orientación de las estructuras en el contexto de las texturas de la roca huésped, combinadas con los análisis de textura específica de la química del elemento principal y traza, muestran que los 'estromatolitos' se interpretan de manera más plausible como parte de un conjunto de estructuras de deformación formadas en metasedimentos alterados con carbonato mucho después del enterramiento", explican los investigadores.

Asimismo, señalan que la investigación de las estructuras del cinturón supracrustal de Isua "sirve como una advertencia para la búsqueda de signos de vida pasada en Marte", destacando la importancia del análisis tridimensional e integrado de morfología, texturas de roca y geoquímica a escalas apropiadas.