Política Internacional
Cuba: Cómo entronizar la democracia y el mercado en 365 días
En Cuba habrá elecciones en marzo a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Se postularán, y saldrán electos con el 99% de los votos, Raúl Castro, Miguel Díaz Canel, Manuel Marrero, Elián González, y el actual presidente de la ANPP, Esteban (El Gori) Lazo, como lo llamaba el propio Fidel para humillarlo por negro y corpulento, algo que le producía mucha risa y escuchó directamente el extraordinario poeta Raúl Rivero, antes de que se enfrentara con el régimen “de difuntos y flores” (Silvio Rodríguez dixit en Ojalá, una canción creada por el trovador).
Hasta un total de 605 “padres y madres de la patria” serán electos ese día. Mi consejo, no pedido por nadie, es que disfruten mucho la ocasión. Tal vez sea la última. La fecha del 11 de julio del 2021, con miles de personas gritando “libertad” y entonando una canción, de las cuales hay más de un millar que han sido acusadas ante los tribunales y cumplen unas sentencias injustas, no sólo es un precedente: es un camino.
La cifra de los recién llegados al exilio en el pasado año son 278,000 personas. Abundan los hijos y parientes de los generales, de los ministros y exministros, de los diputados y exdiputados. Eso incluye sólo a EE.UU. porque en ese país cultivan y conservan las estadísticas mejor que en buena parte del mundo.
Hace mucho tiempo, tal vez hace más de dos décadas, recibí del disidente Gustavo Arcos Bergnes (GAB) el nombre escueto de un general activo con mando de tropas. Poco después, me dijo que ese era una persona confiable para iniciar una transición. GAB fue compañero de partido político de Fidel, y asaltante del Cuartel Moncada, donde recibió un disparo en la columna vertebral que casi lo deja paralítico. Al triunfo de la Revolución fue embajador cubano ante el Reino de Bélgica.
GAB era un hombre serio. Tanto, que fue condenado a 10 años de prisión por criticar a su antiguo jefe. Una vez en la cárcel, y fuera de ella, se reunió con Ricardo Bofill, la Dra. Martha Frayde, con su hermano, el Dr. Sebastián Arcos, un dirigente medio de la Revolución, y con el hijo de éste, también llamado Sebastián, para colocar a la oposición bajo el manto de los Derechos Humanos y evitarle a Cuba otro sangriento ciclo revolucionario. Luego siguieron Elizardo Sánchez, y con menos de 20 años, Juan Manuel Cao, a quien le “ocuparon” unos versos muy ocurrentes en contra del Comandante. Hoy es un reconocido novelista y periodista del Canal 41.
En esa época yo creía que al régimen no le quedaba demasiado tiempo, pero Fidel se sacó de la manga a Hugo Chávez, y como tenía previamente a Lula da Silva, y el apoyo del Foro de Sao Paulo, pudo capear el temporal alquilando profesionales. Ya no existen Fidel, ni Hugo Chávez, y el Foro de Sao Paulo está bajo el escrutinio constante del ejército brasileño, así que está dictada la sentencia a muerte de la dictadura comunista cubana. Murió de inanición e incompetencia.
En definitiva, murió de lo que mueren habitualmente los regímenes comunistas: de la incapacidad de generar suficientes cantidades de bienes y servicios. Muchos menos de los que se logran en una economía abierta sujeta al mercado y a la existencia de propiedad privada, aunque haya que sacrificar la pretendida igualdad de resultados. Ahora bien, lo que dure, sean meses o años, dependerá de la capacidad de hacer presión desde la oposición, y de la voluntad de cambios de los millares de reformistas que aún existen en el gobierno. Todos tenemos que oírlos con atención.
En 1990 los economistas liberales soviéticos pusieron en circulación un plan para transformar la URSS en 500 días. El plan prometía revivir en ese plazo la subordinación de todos al Mercado y, aún dentro de las reglas del marxismo, pensaron que la sociedad descubriría por sí sola la libertad política. En definitiva, no obtuvieron la libertad económica ni la política. Aquello acabó, pese a tener la aprobación de Boris Yeltsin y de Mijail Gorbachov.
En 1990 fueron Grigori Yablinski y Stanislau Shatalin quienes apostaron todo su prestigio de doctores en economía a que la fórmula funcionaría en la URSS, pero bastó que Nikolái Ryzhkov, quien era primer ministro, se opusiera tenazmente para desinflar el plan. No creo que eso suceda en Cuba. Si existe un consenso clarísimo, dentro y fuera del poder, es que no hay forma humana de revitalizar el comunismo cubano.
Lo que se ha averiguado de las transiciones es que todas tienen un alto nivel de improvisación y singularidad. De todas maneras, algo ha servido recoger ideas puestas a funcionar en otros países y en otros sistemas:
Devolver la ilusión. El plan nonato de Yablinski y Shatalin sirve para enmarcar las reformas en un plazo. En un año “las cosas” comenzarán a estar mejor. A una sociedad que la han embaucado innumerables veces tras planes locos que no funcionan, esto se llama devolver la ilusión.
USA, siempre USA. La pequeña Cuba se puede transformar en un sitio en el que se pueda hacer negocios con ella. Es preciso un tratado de libre comercio. Una de las reformas que deben hacerse es la dolarización de la economía. La riqueza mayor de esa Isla es tener como vecina, a solo 90 millas, a 325 millones de personas entre las cuales se encuentran las más ricas y creativas del planeta.
Existe entre un 20 a un 30% del censo Cuban-American que tiene sus raíces en la Isla. Esa es una fuente extraordinaria de enriquecimiento en ambas orillas del potencial de los posibles negocios.
Por primera vez USA tiene con quien hablar fuera de su territorio. Los congresistas cubano-americanos deben figurar en esa lista de personas privilegiadas. Cuatro de los excongresistas también.