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En el momento de la verdad, Puigdemont optó por el pragmatismo

Los diputados de su partido prestaron su apoyo indispensable a los socialistas de Pedro Sánchez para elegir a su candidata Francina Armengol como nueva presidenta del Congreso.

Expresidente catalán Carles Puigdemont.

Expresidente catalán Carles Puigdemont.

Tras años de abogar por la confrontación directa con Madrid, el líder independentista catalán Carles Puigdemont se avino este jueves a facilitar una victoria de los socialistas españoles en el Congreso a cambio de unas concesiones terrenales, en un giro pragmático que pocos esperaban.

Los siete diputados de su partido Junts per Catalunya (JuntsxCat) prestaron su apoyo indispensable a los socialistas de Pedro Sánchez para elegir a su candidata Francina Armengol como nueva presidenta del Congreso de los Diputados, en la sesión en la que se constituyó el parlamento surgido de las elecciones del 23 de julio.

Lejos de las demandas iniciales de conceder un referéndum de independencia a Cataluña y amnistiar a todos los independentistas, Puigdemont arrancó a los socialistas un acuerdo menos ambicioso.

La importancia de la elección de Armengol es que es la antesala de una sesión de investidura en la que los socialistas necesitarán de nuevo los votos de Puigdemont para que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente del gobierno.

BIENVENIDOS A LA TRAICIÓN

Puigdemont avisó de que el acuerdo negociado hasta la madrugada de este jueves "no puede ir, de ninguna manera, vinculado a la investidura", y admitió, en la red social X -antes Twitter-, que a algunos de sus partidarios "les parecerá poco".

Pero el giro de Puigdemont y su partido no pasó desapercibido a su gran rival dentro del independentismo, el partido Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), que ostenta el gobierno regional catalán, y que fue tildado de tibio desde el ala más dura del independentismo por su posición abierta a los acuerdos en Madrid.

"Amigos de JuntsXCat, bienvenidos a la política (...) 'traidora'", bromeó en X Joan Tardà, que fue diputado de ERC en Madrid entre 2004 y 2019.

"Me tendrán que explicar muy bien porque cuando ERC negociaba con el gobierno español era 'ponerle una alfombra roja'" y "ahora que lo hace JuntsXCat está bien", escribió, en X, otro representante de ERC, Joan Margall.

También ERC, con los mismos diputados que Junts, siete, votó a favor de la elección de Armengol.

La razón por la que los grandes partidos nacionales están cortejando a los diputados independentistas catalanes, pero también vascos, es que ninguno de ellos, ni el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez, ni el conservador Partido Popular (PP) de Alberto Núñez Feijóo, lograron los 176 escaños que dan la mayoría absoluta.

LOS ATENTADOS DE BARCELONA, DE NUEVO A LA PALESTRA

El apoyo de los independentistas de Puigdemont, refugiado en Bélgica desde la tentativa fallida de secesión de 2017 y reclamado por la justicia española, se produjo después de un acuerdo que contempla que el catalán y las otras lenguas españolas puedan usarse en el Congreso de los Diputados.

Contempla asimismo que España intente que estas lenguas lo sean de trabajo en la Unión Europea.

Además, incluye la creación de una comisión de investigación sobre el espionaje de independentistas catalanes por parte de los servicios de inteligencia españoles, "las cloacas del Estado", en términos de Junts.

Más aún, el acuerdo prevé crear una comisión de investigación sobre los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils de 2017, de los que este jueves se cumplen seis años, porque los independentistas sospechan del Estado.

"Hay que aclarar los vínculos" de los servicios de inteligencia españoles (CNI) "con el imán Es-Saty", el ideólogo de los ataques, muerto en ellos, y "si los aparatos del Estado tenían información sobre el atentado y aclarar porque no se pudieron evitar", explicó Junts sobre aquellos atentados que dejaron 16 muertos.

Los atentados ya fueron juzgados y acabaron con condenas a los tres supervivientes de la célula yihadista que los cometió, integrada por nueve personas, pero el hecho de que coincidieran con el momento de mayor efervescencia del movimiento independentista llevó a una parte de este a sospechar que eran una manera de frenarlo.