tiroteos en EEUU
Familiares de víctimas de tiroteos en EEUU se preguntan: ¿qué hacer en el aniversario?
Ha habido 553 masacres en Estados Unidos desde 2006, y por lo menos 2.880 personas han muerto.
Un día en septiembre que él sabía que iba a ser difícil, Damone Presley, de 51 años, decidió conmemorar la fecha con globos y una parrillada.
Era el primer aniversario del día en 2021 en que su hija y tres amistades suyas fueron asesinadas a tiros en Minnesota por un hombre que dejó sus cadáveres en una SUV abandonada en un maizal de Wisconsin. Presley invitó a 50 amigos para celebrar la vida de su hija, Nitosha Flug-Presley, quien tenía 30 años cuando falleció. Celebró a lo grande el aniversario porque estaba seguro de que eso es lo que su hija hubiese preferido.
“Ella hacía todo a lo grande”, dijo Presley a The Associated Press.
Ha habido 553 masacres en Estados Unidos desde 2006, y por lo menos 2.880 personas han muerto, según una base de datos elaborada por The Associated Press y USA Today en colaboración con la Northeastern University. Incluyen todo incidente en que hayan muerto cuatro o más personas sin incluir al asesino, en un período de 24 horas. En lo que va de 2023, la cifra de matanzas y muertes para ese lapso ha sido la más alta en la historia.
Mientras sigue aumentando la cifra de víctimas fatales por tiroteos masivos en Estados Unidos, otras miles de personas quedan con el trauma de haber perdido a un ser querido en un acto de violencia insensata. Sufren un dolor particular, por haber perdido a su ser querido y por las circunstancias que rodearon su muerte.
Uno de los días más difíciles es el día del aniversario.
El próximo miércoles, las familias de Uvalde, Texas, tendrán que enfrentar el primer aniversario, en que reflexionarán sobre el día en que un hombre armado entró en la Escuela Primaria Robb y mató a tiros a 19 niños y dos maestros cuando celebraban el fin del año escolar. Y la semana pasada, las familias de 10 personas en Buffalo, Nueva York, tuvieron que conmemorar el primer aniversario del día en que un supremacista blanco mató a sus seres queridos en un supermercado.
Cada familia conmemora la fecha de manera distinta. Algunos organizan una fiesta, para paliar el dolor. Otros prefieren pasar el día solos. Muchos escogen un camino intermedio: cumpliendo con pequeños rituales que les ayudan a terminar el día.
Pero todos padecen la misma interrogante, incluso cuando ya han pasado muchos años desde el hecho: ¿qué hacer en la fecha aniversario del día que lo cambió todo?
El mismo día en que Presley organizó la fiesta, Angela Sturm —cuyos hijos, Jasmine Sturm y Matthew Pettus, fueron asesinados en el mismo ataque— optó por pasar el día sola.
“Rechazo las invitaciones para ‘celebrar’ porque para mí no es una celebración”, declaró.
En lugar de ello, honra a los jóvenes caídos contemplando retratos de ellos y recordando cómo fueron sus vidas. Escribe, llora y se cuida a sí misma leyendo un buen libro o tomándose un baño caliente. Espera que la gente entienda que quiere estar sola, y que no se preocupen ni se molesten si ella rechaza sus invitaciones o no responde a sus mensajes de texto.
Cada quien carga su duelo de manera distinta, dice Jeffrey Shahidullah, psicólogo pediatra del UT-Austin Dell Children’s Medical Center.
Shahidullah fue parte del equipo que estuvo varios meses en Uvalde operando una clínica improvisada para rescatistas, miembros de la comunidad, y familiares y amigos de las víctimas.
A corto y largo plazo, los hechos de violencia armada pueden traumatizar a comunidades enteras, declaró Shahidullah. Ello puede llevar a gente —incluso gente que no conoció personalmente a las víctimas— a evitar situaciones que les recuerden el hecho, a sentirse constantemente vulnerables o a experimentar flashbacks del momento en que se enteraron de la tragedia.
“Muchos de estos síntomas pueden verse exacerbados alrededor del día del aniversario”, dijo Shahidullah. “Con el tiempo, estos síntomas tienden a ceder, pero cada quien tiene su propio calendario”.
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Por coincidencia cruel, el primer aniversario de la masacre en el supermercado de Buffalo cayó justo en el Día de las Madres. Eso lo hizo particularmente difícil para Wayne Jones, cuya madre, Celestine Chaney, estaba entre las 10 personas asesinadas por un supremacista blanco ese día.
Jones relató que algunas amistades llegaron a su casa en el aniversario, y hablaron de otras cosas.
“El 14 de mayo, para mí, es todos los días”, expresó. “Yo vi a mi madre siendo asesinada en el video”.
El video y una foto del asesino —empuñando su arma, sobre la cual estaba inscrito un insulto racista— están “grabados en mi cerebro”, dijo.
Tirzah Patterson y su hijo de 13 años Jaques “Jake” Patterson —quien perdió a su padre, el diácono de iglesia Heyward Patterson, en la masacre en el supermercado— se fueron de la ciudad en el aniversario. No han ido al supermercado Tops Friendly Market desde que reabrió el verano pasado, y no asistieron a los actos conmemorativos en Buffalo para su exesposo y las demás víctimas.
“No queremos pasar por eso de nuevo”, dijo Tirzah Patterson antes del fin de semana. “Nos vamos de acá”.
Pasaron el Día de las Madres en Detroit y asistieron a un servicio religioso allá.
Si bien algunos marcan apenas el primer aniversario, otros llevan años lidiando con las conmemoraciones anuales.
Topaz Cooks conmemoró el décimo aniversario de la muerte de su padre en septiembre del año pasado. Ella estaba a un mes de cumplir 21 años en 2012, cuando su padre y otros fueron asesinados a tiros en el trabajo por un hombre que había sido despedido de la compañía, en Minneapolis.
“Hasta el día de hoy, no puedo creer que eso le pasó a mi familia”, expresó.
En los aniversarios, ella opta por hacer actividades que a su padre, Rami Cooks, le gustaban. El año pasado, se fue de excursión y se comió un postre, porque a su padre le gustaba el rugelach, los pájaros y el viento. A ella le encanta que sus amigos ese día le mandan fotos de su postre con la leyenda: “¡Para tu papá!”.
También tiene un cuaderno en que cada año, en esa fecha, le escribe a su papá actualizándole sobre lo ocurrido, los desafíos y pensamientos que ha tenido y que hubiese querido poder compartir con él.
Siete años después de la muerte de su padre, Topaz Cooks sufrió síndrome de estrés postraumático cuando trabajaba como gerente de un teatro. Le sorprendió porque no pensó que le ocurriría después de tanto tiempo. Es posible que la obra de teatro lo haya detonado, ya que se trataba de una mujer que vengaba la muerte de su padre.
Recuerda que después de cada ensayo se sentía extenuada y se acostaba en el suelo de su oficina, sintiéndose como que no podía levantarse. Había momentos en que sentía un temblor en la piel o como que estaba fuera de su propio cuerpo. Le tomó meses de terapia para sentir que recuperó el control.
Hablar de la pérdida no es algo para todos, pero Cooks dice que para ella fue importante.
“Desearía que la gente hable más de eso, que lo normalice”, comentó. “El dolor es algo tan solitario”.
El otoño se percibía el 12 de septiembre, el día en que Presley tuvo su fiesta para marcar el día en que su hija y sus tres amigos fueron asesinados y abandonados. Dice que prefiere pensar en cómo era su hija, y no en cómo murió.
Ella era alguien a quien le encantaba organizar fiestas divertidas para sus hijos, sus amigos y familiares.
Presley colocó en la puerta una figura de cartón de su hija tamaño real, mostrándola a ella sonriendo, vestida con un vestido rosado. Los invitados llevaban camisetas con las palabras “Nunca será olvidada” y “La angelita de papá”. A pedido de Presley, los invitados pronunciaron discursos sobre los momentos más divertidos que recordaban de su hija.
En la tarde, se reunieron a la entrada de la vivienda, sujetando globos rojos, amarillos, rosados o blancos, algunos con las palabras “Siempre en nuestros corazones”.
Algunos niños, acompañando allí a los adultos, escucharon en silencio mientras una mujer cantaba el himno gospel “Take Me to the King”. Presley recitó un poema que su padre escribió años antes, y que a su hija le encantaba.
“Me encuentro con el sol cada día, camino a mi suerte”, leyó. “Yo misma no juego porque no tiempo tiempo”.
Cuando terminó de leer el poema, Presley dio la señal para soltar los globos. Subieron derecho, alejándose de los tejados y desapareciendo en el despejado cielo azul.