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Secuestros e interrogatorios: armas de la Policía keniana en medio de las protestas

A diferencia de las protestas antigubernamentales que históricamente ha vivido Kenia, violentas e impulsadas por líderes políticos, estas son convocadas por jóvenes de la generación Z

Agentes de policía disparan gases lacrimógenos

Agentes de policía disparan gases lacrimógenos durante una protesta en Nairobi, Kenia, el martes 16 de julio de 2024.Ed Ram

Lo pusieron de cara a la pared y le ataron más fuerte la venda de los ojos. En la sala de interrogatorios, tras una noche sin dormir, la Policía keniana le repitió la pregunta a la que Billy volvió a contestar negativamente: "¿Conoces a algún político que esté financiando estas protestas?".

Billy Simani, más conocido como Crazy Nairobian ('Nairobita loco') en redes sociales, es un 'influencer' de 36 años que decidió aprovechar su altavoz de casi medio millón de seguidores en la red social X para expresar el "disgusto" de la juventud hacia el polémico proyecto de la Ley de Finanzas de 2024, con el que el Gobierno pretendía aumentar los impuestos y que fue el detonante de las protestas que sacuden Kenia desde hace semanas.

Él y Nadia Nthia, abogada de Mombasa -ciudad costera y segunda más grande del país- de 23 años, son solo dos de las decenas de jóvenes secuestrados por la Policía desde el pasado 18 de junio, cuando empezaron las manifestaciones que, tras la retirada del proyecto de ley, siguieron para protestar contra el presidente, William Ruto.

En sendas entrevistas con EFE, ambos coinciden en el miedo y la desconfianza que sienten ahora hacia las fuerzas de seguridad. Pero también en que volverán a salir a las calles en cada nueva marcha pacífica.

Secuestrados en sus propias casas

Era un viernes a las tres de la tarde cuando se lo llevaron de su casa en Nairobi. Cuatro hombres y una mujer con las caras cubiertas con pasamontañas y "fuertemente armados" tocaron a su puerta y preguntaron: "¿Billy?".

Entraron, cogieron su ordenador y su móvil, le vendaron los ojos y le ataron las manos por la espalda. No le dejaron ni siquiera que se terminara de vestir y lo subieron descalzo y en calzoncillos a un coche.

A por Nadia fueron a eso de las cuatro de la madrugada: "No sabía adónde me iban a llevar ni lo que me iban a hacer. Fue una experiencia terrorífica", rememora, ya que también la maniataron y le taparon los ojos.

Horas incomunicados

Billy dice que le mordieron; a Nadia no le hicieron daño físico, pero el impacto mental se quedará con ella "por mucho tiempo", asegura.

Al liberarla esa misma tarde, la abandonaron en una zona aislada, de donde una mujer la recogió y la ayudó a llamar a su familia y amigos.

"Un par de horas después fue cuando lo que había pasado me golpeó y me rompí. Lloré tanto. Aquello podría haber salido muy mal: podría estar muerta (...). Tengo miedo de vivir, pero al menos estoy viva", expresa Nadia.

Billy se dio cuenta de que había pasado la noche en un minúsculo baño cuando le ataron las manos por delante de su cuerpo. Pudo entonces bajarse un poco la venda que le cubría los ojos y ver cómo era ese habitáculo frío.

"Insistieron en que querían saber si yo conocía a algún político que pudiera estar financiando las protestas. Repetí: 'no, no hay ningún político financiando las protestas. Solo nosotros porque nos sentimos oprimidos'", cuenta.

En 31 horas de encierro no consiguió ver ni una sola de las caras de los agentes. "¿Qué pasa si me los encuentro? No lo podría saber, así que tengo miedo de cualquier policía", añade.

Protestas y brutalidad policial

A diferencia de las protestas antigubernamentales que históricamente ha vivido Kenia, violentas e impulsadas por líderes políticos, estas son convocadas por jóvenes de la generación Z, se promueven por redes sociales y suelen tener un tono pacífico.

La Policía las ha contenido con dureza y, según las últimas cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR), las movilizaciones han dejado al menos 50 muertos, 413 heridos, 682 detenidos de forma arbitraria y 59 casos de desapariciones forzadas, aunque la entidad sigue recabando e investigando denuncias.

TikTok, X e Instagram también arden con cada nuevo supuesto caso de brutalidad policial.

Mientras, Ruto, que el pasado jueves destituyó a casi todo su Gobierno, ha defendido en varias ocasiones la labor de la Policía, que en su opinión lo ha hecho "lo mejor que ha podido".

Pese al miedo de volver a ser secuestrados o de que les ocurra algo peor, Billy y Nadia aseguran a EFE que seguirán manifestándose: "Si no me han matado aún -dice Crazy Nairobian-, no tengo ninguna razón para dejarlos ganar teniendo miedo y no habiendo alcanzado el objetivo por el que protestamos". 

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