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Rehenes, un dilema para las fuerzas israelíes

Puede tratar de aniquilar a Hamás, lo que significaría casi seguramente la muerte del centenar de rehenes aún retenidos en Gaza, o puede aceptar un acuerdo que permitiría a los milicianos declarar una victoria histórica.

Fuerzas israelíes se desplazan cerca de la frontera con la Franja de Gaza, sur de Israel, 4 de marzo de 2024.(AP Foto/Ohad Zwigenberg, File)

A lo largo de cinco meses, Israel ha matado a miles de milicianos de Hamás, destruido decenas de sus túneles y causado estragos sin precedentes en la Franja de Gaza.

Pero enfrenta un dilema que estaba claro desde el inicio de la guerra y determinará finalmente su desenlace: puede tratar de aniquilar a Hamás, lo que significaría casi seguramente la muerte del centenar de rehenes aún retenidos en Gaza, o puede aceptar un acuerdo que permitiría a los milicianos declarar una victoria histórica.

Cualquiera de los dos desenlaces sería insoportable para los israelíes. Cualquiera de los dos significaría un fin ignominioso para la extensa carrera política del primer ministro Benjamin Netanyahu. Y cualquiera podría parecer aceptable para Hamás, que valora el martirio.

Netanyahu niega, al menos en público, que exista tal dilema. Ha jurado destruir a Hamás y salvar a todos los rehenes, sea mediante misiones de rescate o acuerdos de cese de fuego, y dice que la victoria vendrá “en cuestión de semanas”.

Mientras dura la guerra, él puede evitar unas elecciones anticipadas que, según indican las encuestas, lo echarían del poder. Pero parece inevitable que en algún momento deba elegir entre los rehenes y la victoria militar.

Por su parte, Hamás parece no tener prisa para celebrar un cese de fuego temporario antes del mes santo musulmán del Ramadán, que comienza la semana próxima, o demorar una operación israelí en Rafah, la ciudad sureña donde se ha refugiado la mitad de la población gazatí.

Yehya Sinwar, dirigente de Hamás y presunto autor intelectual del ataque del 7 de octubre a Israel, tiene razones para creer que, mientras los rehenes sigan en su poder, puede poner fin a la guerra bajo sus condiciones.

LA APUESTA SANGRIENTA DE SINWAR

Se dice que en más de dos décadas en las prisiones israelíes, Sinwar aprendió hebreo y estudió la sociedad israelí, e identificó el talón de Aquiles de su adversario militarmente superior.

Comprendió que Israel no puede tolerar el cautiverio de su gente, en particular sus soldados, y aceptará las medidas más extremas con tal de lograr su libertad. Sinwar mismo fue uno del millar de presos palestinos liberados a cambio de un solo soldado cautivo en 2011.

Para Sinwar, la masacre del 7 de octubre podría haber sido una mera, aunque atroz, atracción secundaria de la operación principal, la de arrastrar un gran número de rehenes al vasto laberinto de los túneles subterráneos de Gaza, donde Israel no podría rescatarlos y servirían de escudos humanos para los líderes de Gaza.

Con ello obtuvo una valiosa moneda de cambio para canjear por grandes cantidades de presos palestinos, incluso algunos líderes que purgaban cadenas perpetuas, y poner fin a la ofensiva israelí prevista por Hamás.

Ni toneladas de bombas podían superar la lógica brutal de esa estrategia.

Según funcionarios israelíes, los túneles se extienden por cientos de kilómetros, algunos tienen varios pisos y están protegidos con puertas blindadas y trampas cazabobos. Si Israel lograra ubicar a los jefes de Hamás, cualquier operación significaría la muerte casi segura de los rehenes con los que se rodean.

“Los objetivos son muy contradictorios”, dijo Amos Harel, corresponsal militar del diario israelí Haaretz. “Desde luego, puedes decir que tomará un año derrotar a Hamás y seguir adelante con eso, pero el problema es que nadie puede garantizar que los rehenes seguirán vivos”.

Añadió que, si Israel logra matar a Sinwar y otros líderes, otros ascenderán y los reemplazarán, como ha sucedido en el pasado.

“A Israel le resultará muy difícil ganar”, dijo Harel.

Desde el inicio de la guerra, Israel ha rescatado a tres rehenes que se encontraban en la superficie. Sus tropas mataron por error a tres rehenes y Hamás dice que otros murieron en incursiones aéreas u operaciones de rescate fallidas. Un centenar de rehenes fueron liberados en canje por presos palestinos durante un cese de fuego.

Netanyahu dice que la presión militar acabará por liberar al centenar de cautivos restantes y la entrega de los restos de otros 30 que siguen en manos de Hamás.

Pero en declaraciones francas en enero, el exgeneral Gadi Eisenkot, actualmente miembro del Gabinete de Guerra de Netanyahu, dijo que sugerir que los rehenes pueden ser liberados sin un cese de fuego equivale a sembrar “ilusiones”.

Cuesta imaginar que Hamás libere a sus escudos humanos más valiosos a cambio de un cese de fuego temporario solo para ver a Israel reanudar su intento de aniquilarlo, y Hamás ha rechazado la posibilidad de que sus jefes se rindan y se vayan al exilio.

Para Sinwar, es preferible seguir bajo tierra con los rehenes y ver si su apuesta valió la pena.

¿CÓMO ACABA ESTO?

El gobierno de Netanyahu sufre la presión creciente de las familias de los rehenes, quienes temen que se les acaba el tiempo, y del público en general, para el cual la liberación de los cautivos es una obligación sagrada.

El presidente estadounidense Joe Biden, el aliado más importante de Israel, está en peligro de perder su reelección en noviembre, debido en parte a que sus demócratas están divididos en cuanto a la guerra. La catástrofe humanitaria en Gaza ha provocado indignación en el mundo. La guerra amenaza con detonar nuevos frentes en el Oriente Medio.

Hay una propuesta de Hamás sobre la mesa que permite el regreso con vida de los cautivos.

Incluye la liberación gradual de todos a cambio del retiro también gradual de Israel de Gaza, un cese de fuego a largo plazo y la reconstrucción. Israel también debería liberar a cientos de presos, entre ellos dirigentes políticos palestinos y milicianos condenados por matar a civiles.

Hamás casi sin duda seguiría controlando Gaza e incluso podría realizar desfiles victoriosos. Con el tiempo, podría reclutar nuevos combatientes, reconstruir los túneles y reabastecerse de armas.

El costo de la victoria sería inmenso: más de 30,000 palestinos muertos y la destrucción total de buena parte de Gaza. Los palestinos tendrían diversas opiniones sobre si valió la pena.

Una encuesta el año pasado registró apoyo creciente para Hamás, que recibió el respaldo de más del 40% de los palestinos en la Cisjordania ocupada y Gaza.

El apoyo aumentará si Hamás logra levantar el bloqueo prolongado que sufre el territorio, dijo Tahani Mustafa, la principal analista palestina del instituto de investigaciones internacional Crisis Group.

“Si con esto se consiguen concesiones importantes que mejoren la vida siquiera marginalmente, me parece que esto no solo incrementará el apoyo para Hamás, sino que podría reforzar el apoyo a la resistencia armada en general”.

Netanyahu ha calificado la propuesta de Hamás de “delirante”, pero no hay señales de que la milicia ceda en cuanto a sus reclamos principales.

Israel puede seguir guerreando durante semanas, meses, años. Su ejército puede seguir matando milicianos y demoliendo túneles, evitando cuidadosamente las zonas donde cree que se encuentran los cautivos.

Pero tarde o temprano, Netanyahu o su sucesor probablemente deberá tomar una de las decisiones más angustiosas de la historia de su país; caso contrario, otros la tomarán por ellos.