caso WikiLeaks
Julian Assange, la pesadilla de EE.UU. y símbolo de la libertad de información
El gobierno estadounidense lo acusa de espionaje y lo considera una amenaza, tras la masiva filtración de material clasificado en su página WikiLeaks
Julian Assange, que lleva casi cinco años detenido en Reino Unido, se convirtió en una pesadilla para Estados Unidos y al mismo tiempo en un símbolo de la libertad de información para muchos.
El gobierno estadounidense lo acusa de espionaje y lo considera una amenaza, tras la masiva filtración de material clasificado en su página WikiLeaks, por lo que Assange afronta martes y miércoles un último recurso para evitar su extradición a Estados Unidos.
Este ciudadano australiano, de 52 años, creó en 2006 un medio de comunicación sin ánimo de lucro llamado WikiLeaks, que publicó, según el propio sitio, más de diez millones documentos clasificados, proporcionados por fuentes anónimas.
WikiLeaks sacó a la luz imágenes del ataque aéreo del 12 de julio de 2007 en Bagdad, en el que periodistas iraquíes y varios civiles fueron asesinados por la tripulación de un helicóptero estadounidense.
Estados Unidos se encontró de pronto con un medio que desvelaba documentos secretos filtrados desde el Pentágono sobre sus operaciones en Irak y Afganistán, además de correspondencia secreta del gobierno y de sus embajadas en todo el mundo.
Acusaciones en Suecia
En 2010, cuando WikiLeaks alcanzó su cota máxima de popularidad con aquellas filtraciones, Suecia reclamó el apresamiento de Assange por dos acusaciones, una por la violación de una mujer y otra por acoso sexual, durante una visita a Estocolmo para dar una conferencia. Estos cargos después fueron abandonados.
Assange negó la veracidad de ambas acusaciones, pero tuvo que purgar un arresto domiciliario en su casa rural inglesa, hasta que en mayo de 2012, el Tribunal Supremo de Londres accedió a su extradición a Suecia.
Poco después, en junio de 2012, ante el acoso al que estaba siendo sometido y para evitar su extradición, Assange se refugió en la embajada de Ecuador en Londres, donde estuvo siete años, durante el gobierno de Rafael Correa.
Con la llegada al poder de Lenín Moreno a Ecuador, el país dejó de dar asilo al australiano y Assange fue detenido en abril de 2019 por la policía británica y encarcelado en la Prisión de Belmarsh, de alta seguridad, en el sureste de Londres.
Su esposa Stella Moris reveló en 2020 que tuvo dos hijos con Assange mientras él vivía en la embajada de Ecuador en Londres y ella formaba parte del equipo legal que trabajaba para él.
Estados Unidos quiere enjuiciar a Assange, acusándolo de espía por los secretos militares divulgados, sobre todo los referentes a las operaciones militares en Irak y Afganistán.
Estados Unidos lo acusa de publicar unos 700.000 documentos confidenciales sobre las actividades militares y diplomáticas estadounidenses a partir de 2010.
Si la vida de Julian Assange ha sido movida en los últimos años, también lo fue cuando en su infancia y juventud, que no fueron fáciles.
El fundador de WikiLeaks nació en Townsville, en el noreste australiano, sin conocer a su padre, John Shipton, hasta que cumplió 25 años, ya que su madre se separó de él antes del nacimiento de Julian.
Infancia difícil
Su madre tuvo una nueva relación, con Brett Assange, del que el fundador de WikiLeaks heredó su apellido, pero del que la mujer se separó cuando el pequeño tenía ocho años.
En esa primera parte de su infancia, Julian Assange llevó una vida errante, ya que su madre y su padrastro fundaron una compañía de teatro y vivían viajando.
Tras aquella separación, su madre se emparejó y tuvo otro hijo con un músico, Leif Meynell, que era miembro de una secta, en la que vivió Assange.
Pero Meynell sometía a malos tratos a Assange y a su madre, por lo que acabaron huyendo.
Atraído por la informática de forma autodidacta, entre 2003 y 2006 estudió, en la Universidad de Melbourne, Física y Matemáticas, además de Filosofía, sin llegar a terminar ninguna carrera.
Eso no le impediría crear una página de Internet, como WikiLeaks, que fue un dolor de cabeza para la mayor potencia mundial.