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El puente de Garabit: La compleja obra de Boyer y Eiffel que ahora es un centro de turismo

El Viaducto de Garabit fue uno de los puentes metálicos más audaces y complejos de su tiempo. Su construcción es obra de dos genios de la ingeniería, el joven Léon Boyer, quien diseñó su trazado, y Gustave Eiffel, quien ejecutó la obra utilizando el hierro pudelado, mismo material con el que fabricó su famosa torre de París.

El Viaducto de Garabit fue uno de los puentes metálicos más audaces y complejos construidos en Francia.RFI

El Viaducto de Garabit fue uno de los puentes metálicos más audaces y complejos de su tiempo. Su construcción es obra de dos genios de la ingeniería, el joven Léon Boyer, quien diseñó su trazado, y Gustave Eiffel, quien ejecutó la obra utilizando el hierro pudelado, mismo material con el que fabricó su famosa torre de París.

Más de 130 años después de su inauguración, el Viaducto de Garabit sigue en pie, y se ha convertido en una de las atracciones turísticas de este territorio en gran parte rural, en la céntrica región de Auvernia-Ródano-Alpes.

El puente mide 565 metros de largo, y se eleva a 835 metros de altitud, en una región volcánica y sobre las gargantas del caudaloso río Truyère, lo cual fue de una complejidad insuperable. Varios ingenieros habían intentado diseñar un puente, sin éxito. Pero un brillante ingeniero dio con la solución, basándose en el diseño del puente Maria Pia ejecutado por Eiffel años antes en Oporto. Boyer trabajó con Eiffel y presentaron el proyecto, que fue aprobado por las autoridades.

“El viaducto de Garabit marcó la ingeniería civil a finales del siglo XIX, no solo en Francia sino a nivel internacional, al punto que se convirtió en un ejemplo. Se necesitó mucho aplomo y significó llevar la ingeniería más allá de los límites de los conocimientos y la técnica de su tiempo. Era la época de las exposiciones universales en París, donde las empresas del país y entre ellas, la de Gustave Eiffel, demostraban la maestría francesa”, explico a RFI la historiadora Patricia Rochès, autora del libro “El Viaducto de Garabit, obra maestra de Gustave Eiffel”.

El viaducto fue terminado en 1884 y cuatro años después se inauguró la línea férrea. Desde entonces no ha dejado de funcionar, aunque en la actualidad solo pasan dos trenes por día.

“No fue diseñado para durar más de 100 años. Pero es una construcción que tiene un mantenimiento anual, y cada tres años se hace una revisión más en detalle para evaluar cada pieza”, agregó Rochès.

Patrimonio dela región

Este majestuoso puente es una de las mayores atracciones de la región, y aunque es mucho menos conocido que la Torre Eiffel, numerosos turistas vienen a visitarlo.

“El viaducto atrae a muchos turistas. Hacemos visitas guiadas que comienzan en los pilares del puente, donde explicamos el contexto en el que se construyó Garabit. Era la época industrial y el desarrollo del tren. Pero en este territorio era muy difícil construir vías férreas. La construcción del viaducto por Léon Boyer y Gustave Eiffel, permitió romper el aislamiento de la región y conectarla a través del tren”, aseguró Alexandra Toccacieli, quien es guía profesional.

Una aventura tecnológica en un territorio rural

El Viaducto de Garabit es un vestigio de la epopeya ferroviaria emprendida en Francia a finales del siglo XIX. Su construcción, aunque rápida fue compleja y necesitó traer in situ toneladas de piedra, granito y metal. Esta increíble historia fue rescatada en la exposición “El gigante de la Truyère”, que organizó Ecomuseo de Margeride.

“La construcción del viaducto necesitó más de 400 obreros, que trabajaron durante cuatro años en ese lugar perdido. Uno de los principales problemas fue traer los materiales. Las piezas de metal fueron forjadas en los talleres de Gustave Eiffel en la región de París. Llegaron en tren hasta la estación más cercana, que estaba a 34 kilómetros al norte. La piedra venía del sur. Estos materiales llegaron al lugar en carros tirados por bueyes y caballos. Eran cortejos de metal y piedra que atravesaron pueblitos hasta llegar a Garabit” detalló Raphaëlle Julien del Ecomuseo de Margeride.

La exposición explica las diferentes etapas de la construcción y exhibe las herramientas que se utilizaron en la época. 

Una de las fechas clave fue el 24 de abril de 1884 cuando se logró unir los dos lados del arco, en su parte más alta.

“Es muy importante contar esta historia a las nuevas generaciones. La población local está muy apegada a este viaducto, que figura en la Lista de los Monumentos Nacionales. No es solo una vía férrea, sino también una obra maestra de ingeniería. Es nuestro patrimonio y podemos estar orgullosos de tener una obra así en pleno corazón del Macizo Central”, aseguró Julien.

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