Errar es humano, y Ámsterdam lo legaliza
La introducción del derecho a la rectificación de un error requiere un cambio importante en la “cultura de trabajo” dentro del municipio, lo que incluye la administración, la política y el servicio civil, admite el consejo.
Cometer un error administrativo puede tener enormes consecuencias legales y financieras para los ciudadanos, pero el Ayuntamiento de Ámsterdam ha aprobado una propuesta para dar a los residentes el derecho a corregir un error y asumir que son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, en lugar de recibir multas automáticas.
Aprobar por votación municipal el “derecho a rectificar un error” es algo peculiar, pero cualquier humano puede cometer un error administrativo y admitir eso es “una fuerte señal de un gobierno que confía y que también quiere ser fiable”, según la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, que celebró el amplio apoyo político a esta iniciativa del progresista D66.
“Creo que, si los habitantes de Ámsterdam cometen un error, se les debe dar la oportunidad de corregirlo. Errar es humano. Hay que tratar a la gente de Ámsterdam como seres humanos, y no inmediatamente como un oponente legal”, explicó Rob Hofland, miembro del consejo de Ámsterdam por D66, advirtiendo de que una acción dura del gobierno daña a las personas y erosiona la confianza en el Estado de derecho.
De este cambio se beneficiaría una persona que olvida renovar su tarjeta de parking para discapacitados y se encuentra con un montón de multas en el felpudo de su casa, un padre que recibe asistencia social y obtiene una dotación económica de la que no informa y el Ayuntamiento le frena de inmediato la prestación social, o alguien que paga sus impuestos por aguas residuales o basura más tarde de lo que indica el plazo legal.
Hofland recordó que los pequeños errores pueden tener consecuencias importantes para los ciudadanos. El ejemplo con el que describió estas consecuencias es el “asunto de la compra de comestibles”, el caso de una mujer de Ámsterdam que recibe ayudas sociales y a la que su madre le envió la compra porque ella no puede llegar a fin de mes con los ingresos sociales que tiene.
Esto es incompatible con las ayudas sociales y el municipio aplicó estrictamente la ley: la mujer tuvo que pagar una multa de 7.000 euros por aceptar la compra que pagó su progenitora.
En la propuesta, Hofland también subrayó que “lamentablemente” hay muchos ejemplos de actuaciones desproporcionadas por parte del gobierno de Ámsterdam, como las multas de 8.700 euros por un primer error administrativo al no informar al ayuntamiento de que se está ofreciendo una vivienda privada como alquiler vacacional.
Esto, dice, ha llevado a situaciones “terribles” con “'familias que están agobiadas por un estrés financiero extremo debido a un pequeño error administrativo, dentro de un sistema de reglas y condiciones que es complicado para muchas personas”.
La base de este cambio es la confianza. Según D66, una posición de desconfianza por parte del gobierno hacia los ciudadanos, especialmente si estos dependen de ayudas sociales, es mala para la confianza en las autoridades, y tener la oportunidad de corregir un error puede marcar “una gran diferencia” en la vida de muchas personas.
“Durante mucho tiempo, el gobierno ha visto a los ciudadanos como posibles estafadores que retienen información de mala fe. Con esta propuesta quiero hacer posible que el municipio actúe sobre la base de la confianza, aunque eso signifique que alguien pueda abusar del derecho a equivocarse”, dijo el concejal progresista.
La burocracia suele ser complicada y a menudo es bastante difícil para los ciudadanos averiguar qué información deben transmitir directamente al municipio, pero asumiendo que errar es humano, “los funcionarios tienen espacio para aplicar una dimensión humana y ayudar a los habitantes de Ámsterdam a rectificar sus errores”, agrega.
La introducción del derecho a la rectificación de un error requiere un cambio importante en la “cultura de trabajo” dentro del municipio, lo que incluye la administración, la política y el servicio civil, admite el consejo. El ayuntamiento designará ahora un mostrador donde los residentes pueden informar de un error y los funcionarios asumirán que la persona ha actuado de buena fe y no se le impondrá una sanción.
“Con el derecho a errar, Ámsterdam envía una señal clara: cometer un error es humano, y si sucede, también nos tratamos unos a otros humanamente. No supondrá tener una multa inmediata en la puerta de su casa, sino que se tratará de buscar cómo resolverlo juntos”, celebra Hofland.
En una encuesta publicada el pasado mayo por la oficina nacional de estadísticas CBS, solo el 25% de los mayores de 15 años confía en los representantes políticos en Países Bajos, el nivel más bajo desde 2012, cuando se realizó por primera vez este estudio de cohesión social.