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Una mujer fingió solicitar un aborto para facilitar la detención de un ginecólogo

En el juicio, el ginecólogo declaró que la paciente acudió a su clínica quejándose de dolores abdominales y que notó que, en contra de lo que afirmaba, no estaba embarazada

Foto ilustrativa mujer ginecóloga trabajando con paciente en clínica.

Foto ilustrativa mujer ginecóloga trabajando con paciente en clínica.CLÍNICA MARGEN DE GRANADA

Un ginecólogo polaco fue condenado a un año de prisión por prestarse a ayudar a una mujer a abortar y a falsificar certificados médicos.

La sentencia, dictada el martes por la fiscalía de Radom (centro), se refiere a los hechos ocurridos en 2020, cuando una mujer embarazada contactó con la clínica del doctor Slawomir W. con la intención de abortar, para lo que le pagó unos 900 euros.

El día acordado para la operación, la mujer acudió a la clínica acompañada de un detective privado, a quien le pidió que actuase como testigo de que en ese lugar se facilitaban abortos y afirmó que el doctor Slawomir W. pensaba practicarle uno sin su consentimiento.

En el juicio, el ginecólogo declaró que la paciente acudió a su clínica quejándose de dolores abdominales y que notó que, en contra de lo que afirmaba, no estaba embarazada.

Por otra parte, en la vista se revelaron detalles del caso, como que la mujer grabó sus conversaciones telefónicas y presenciales con el médico con vistas a presentar posteriores acusaciones contra él.

La pena impuesta al facultativo permanecerá en suspenso durante tres años, período en el cual el condenado estará bajo vigilancia judicial.

La policía se incautó del ordenador del médico para recabar pruebas acerca de otros casos de abortos ilegales.

Asimismo, el doctor deberá pagar una multa de más de 2.000 euros por asistir a una mujer a interrumpir su embarazo de manera ilegal, también deberá pagar los costes del proceso -unos 1.500 euros- y entregar los aproximadamente 900 euros que percibió de la paciente a una organización benéfica.

En Polonia se considera ilegal participar en la consecución de un aborto, o facilitar información para ello, en todos los casos excepto cuando la salud o la vida de la madre corran peligro.

A pesar de ello, el temor de muchos médicos polacos a ser acusados de no haber intentado salvar la vida del feto ha conducido a varios casos de negligencia que han costado la vida a al menos cuatro mujeres en el último año y medio.