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Antiguas tabernas de Caracas se resisten a desaparecer
Muchos de los habitantes de los barrios más prósperos del este de la ciudad evitan esos lugares a pesar de su atractivo histórico.
El declive de la actividad económica y el auge de la criminalidad en distintos sectores de Caracas han condenado a muchos negocios a la ruina con el paso del tiempo, pero aquellos que han evitado el cierre recurren a curiosos modos de mantenerse a flote y recuperar en la medida de lo posible la clientela perdida.
Ese es el caso de ocho tabernas que figuran entre las más antiguas del centro y oeste de la capital venezolana que se esfuerzan por evitar quedar en el olvido, reinventándose y rescatando costumbres de épocas mejores en un país donde las penurias económicas y el aumento de la criminalidad han golpeado la vida nocturna y ahuyentado a los clientes.
Recientemente un grupo de propietarios y clientes crearon un recorrido turístico por esos locales, llamándolo la “Ruta de los Templos Paganos” con el propósito de atraer nuevos clientes y su dinero.
Muchos de los habitantes de los barrios más prósperos del este de la ciudad evitan esos lugares a pesar de su atractivo histórico.
La gente de la zona este “se ha como encerrado (en) un solo punto”, y el recorrido permite mostrarle que Caracas es mucho más, “es un laberinto gigante de espacios interesantes” y las tabernas son parte de eso, destacó a The Associated Press Marcelo Volpe, el encargado del tour.
La idea de llamar la iniciativa “La Ruta de los Templos Paganos”, resaltó, también es parte del rescate de viejas costumbres paradójicamente asociada a la devoción católica de la Semana Santa, cuando los padres de familia aprovechaban que sus esposas e hijos visitaran los siete templos el Jueves Santo, para pasar un rato ameno en tabernas y restaurantes.
En lugar de agradecer en los templos católicos a Jesucristo por instituir el sacramento de la Eucaristía, muchos como vikingos parecían alabar a dioses paganos, brindando con una bebida espirituosa.
Esa costumbre fue muy popular en La Candelaria, una barriada del centro de Caracas, punto de concentración de la colonia española en Venezuela, que está flanqueada de ocho iglesias y llegó a ser el centro financiero y gastronómico de Venezuela, hasta que entre 1994 y 1995 se produjo el colapso de un tercio de la banca privada venezolana. Muchos de esos bancos desaparecieron y con ellos la actividad comercial de la barriada cayó en picada.
Las pocas tabernas que sobrevivieron no se recuperaron del todo y a la postre algunas acabaron por mudarse a zonas del este de Caracas, donde décadas antes migraron los más ricos.
A lo largo de las más de dos décadas de gobiernos socialistas, incluyendo el del extinto Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro, Venezuela ha estado sometida a una severa crisis social, económica y política como consecuencia de una alta inflación y bajos salarios en bolívares, que apenas da para comprar un litro de aceite de maíz al mes.
La criminalidad, que se disparó en las dos últimas décadas según los venezolanos, obliga también a los caraqueños a buscar refugio en sus hogares apenas comienza a oscurecer. Tampoco ayuda a la vida nocturna el escaso alumbrado público en el centro de Caracas.
“Esto antes era muy movido, pero hoy en día ya después de las siete, las ocho de la noche”, la mayoría se va a casa, dijo a la AP Gustavo Soto, encargado del bar Las Delicias de La Pastora, una de las barriadas más antiguas del país, creada en 1889.
El tour —que además incluye los bares La Posada de Cervantes, El Torero, La Estación, La Mata, Las Lavadoras, La Especial y La Vinatería— ya comienza a dar sus frutos, según sus impulsores.
Hay quienes están dispuestos a repetir el recorrido debido a que lo encuentran divertido, además de que van acompañados de guías a esos locales en barrios considerados peligrosos, como el venido a menos Caño Amarillo. En éste una muchedumbre en abril de 1935 le dio la bienvenida a Caracas al legendario cantante argentino Carlos Gardel, dos meses antes de su muerte en un accidente aéreo en Colombia.
“Esta es la segunda vez que vengo. La verdad es que me ha gustado muchísimo”, afirmó Adriana Osorio, diseñadora de moda, durante la excursión, que incluyó el bar La Estación, conocido también como El Gardeliano.