Camila, la reina consorte que acabó logrando el reconocimiento de los británicos
Para muchos británicos, era "la otra", que había hecho añicos el cuento de hadas
Los británicos la vieron durante mucho tiempo con desconfianza, pero Camila, el amor de la vida de Carlos III con quien se casó tras la muerte de Diana, logró poco a poco ser aceptada y ahora será coronada junto a él.
Antes de fallecer, Isabel II expresó su "deseo sincero" de que cuando Carlos ascendiese al trono Camila fuera "conocida como reina consorte", en lugar de princesa.
Ya era de por sí un gran paso. Pero, cuando un mes antes de la coronación, el palacio presentó la invitación a la ceremonia, apareció designada simplemente como reina, sin el título de consorte.
Es un enorme salto para la mujer que hasta la muerte de Isabel II en septiembre era simplemente conocida como duquesa de Cornualles, pues optó por no usar el título de princesa de Gales estrechamente asociado a la difunta Diana.
Camila, una plebeya de 75 años de voz grave y serena sonrisa, fue durante mucho tiempo considerada como responsable del fracaso del matrimonio de Carlos y Diana, contraído en 1981.
- La "otra" -
Miembro de la alta burguesía de provincias, Camilla Shand conoció al príncipe en 1970 durante un partido de polo. Pese a no pertenecer a la nobleza, la joven se movía en los mismo círculos sociales.
Nacida el 17 de julio de 1947, hija del mayor Bruce Shand y de Rosemary Cubitt, ricos terratenientes, fue educada en las mejores escuelas privadas, en Londres, Francia y Suiza.
Tiene incluso algún lazo con la familia real: bisnieta de Alice Keppel, una de la amantes del rey Eduardo VII, tatarabuelo de Carlos, Camila habría utilizado esta anécdota para abordar al príncipe en 1970, preguntándole si le "tentaba" seguir los pasos de su antepasado.
Pero su relación fue corta: Carlos entró en la Royal Navy y Camila se casó poco después con otro de sus admiradores, el mayor Andrew Parker Bowles, con quien tuvo dos hijos.
Unos años después, ella misma animaría al príncipe de Gales a casarse con Diana. Pero, cuando ambos estaban aún casados, reanudaron su relación. La prensa llegó incluso a publicar sus escandalosas conversaciones telefónicas íntimas.
Tras el divorcio de Carlos y Diana, en 1996, Camila, divorciada un año antes, empezó a aparecer públicamente junto a él. Pero la muerte de la "princesa del pueblo" en un accidente automovilístico, en agosto de 1997 en París, volvió a relegarla a la sombra.
Para muchos británicos, era "la otra", que había hecho añicos el cuento de hadas.
- Sin "ambición" de ser reina -
Poco a poco sin embargo logró dejar atrás esa imagen, imponiéndose junto al príncipe hasta que su situación se consagró con su boda civil en 2005.
La ceremonia atrajo a una multitud de 20.000 personas que aclamó a la pareja, que a medida que Isabel II se iba haciendo mayor multiplicaba sus viajes y compromisos reales.
"Camila nunca tuvo la ambición de ser princesa, duquesa o reina. Quería simplemente estar junto al príncipe de Gales", afirmó Penny Junor, biógrafa de Carlos, en el décimo aniversario de su boda.
Con sentido del humor, simplicidad y desenvoltura fue ganando popularidad y visibilidad gracias a su compromiso con causas sociales.
Desde hace años defiende a las víctimas de violaciones y agresiones sexuales. Otros de sus intereses son la salud, las artes, la literatura y la equitación, afición que compartía con Isabel II.
Muestra especial interés por causas como la Real Sociedad de Osteoporosis, enfermedad de la que murieron su madre y su abuela.
Hace dos años también creó un círculo de lectura en Instagram, bautizado "The Reading Room".
Acompañante fiel y serena, muchos han acabado reconociendo el impacto positivo del inquebrantable apoyo que brinda a su marido.
"La gente se da cuenta de que Camila es ideal para Carlos, y ambos trabajan maravillosamente juntos", explicó recientemente a AFP el comentarista real Richard Fitzwilliams.
Mostrando la imagen moderna de una familia recompuesta, la nueva reina quiso incluir a sus hijos y nietos en la ceremonia de coronación, junto a los de Carlos III.