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Indígenas furiosos por el asesinato de su líder
“Nos están matando porque estamos haciendo intervenciones a los narcotraficantes”, dijo Fabián Antúnez, presidente de la Central Ashaninka del río Tambo, la más importante organización zonal, a la que pertenecía Contoricón. “Lo mataron en su propia casa, mañana puedo ser yo”.
El asesino llegó una reciente noche de abril al patio de la casa rural en la Amazonía y preguntó por el líder indígena Santiago Contoricón quien apareció detrás de su ventana. Le descerrajó un tiro en la sien que salió por su frente. Al caer contra el piso se rompió una ceja. Su muerte fue rápida.
Apuntó a la hija de 18 años de Contoricón, sentada en una silla en el patio de la casa, pero el arma se trabó. La cámara de vigilancia de la vivienda de Contoricón registró al asesino corriendo y subiendo a una motocicleta manejada por otro el 8 de abril.
La muerte, atribuida por la policía a una venganza del narcotráfico por su contribución en la incautación de cocaína, ha provocado la reacción de más de 1.500 nativos de la etnia Ashaninka, la más numerosa de la Amazonía de Perú. Llegaron a la comunidad de Puerto Ocopa, donde ocurrió el crimen, y han bloqueado por dos semanas una vía del centro de Perú.
Exigen la presencia de Alberto Otárola, primer ministro del gobierno de la presidenta Dina Boluarte, para que se comprometa a instalar una comisaría en los más de 150 kilómetros que recorre el río Tambo, por donde transita parte de la droga elaborada en el valle productor de cocaína más grande de Perú.
En 2022, los sembradíos con cocales del país aumentaron un 20% en comparación con 2021 y en esa zona se sembraron 321 kilómetros cuadrados, dijo el coronel Leonaldo Ugaz, jefe de la división de maniobras contra el tráfico de drogas de la base Los Sinchis de Mazamari.
De este valle —del tamaño de Bélgica e Israel juntos— sale el 80% de las 1.000 toneladas de droga anuales producidas en Perú que van a Europa, según datos de la Unión Europea. La policía ha detectado que el río Tambo —y la carretera que va en paralelo hasta Atalaya— es una de las rutas que usan 10 grupos familiares para mover la droga. Además, en la provincia las autoridades han detectado hasta 40 pistas clandestinas desde donde avionetas con droga vuelan hacia Bolivia.
El coronel Ugaz reconoció que el líder indígena asesinado ayudó en 2022 a incautar más de dos toneladas de drogas. En varias intervenciones, Contoricón estuvo acompañado por nativos que vigilan la seguridad en el río Tambo con viejas escopetas y flechas.
“Nos están matando porque estamos haciendo intervenciones a los narcotraficantes”, dijo Fabián Antúnez, presidente de la Central Ashaninka del río Tambo, la más importante organización zonal, a la que pertenecía Contoricón. “Lo mataron en su propia casa, mañana puedo ser yo”, añadió.
La protesta indígena también pide un cambio en los oficiales de una base de la Marina de Guerra, a quienes acusan de “permitir la circulación de naves trasladando cocaína e insumos químicos para el narcotráfico”. La Marina no respondió a pedidos de comentarios solicitados por la AP.
Contoricón es el indígena número 22 en ser asesinado en los últimos tres años, según datos recopilados por el Instituto de Defensa Legal, organización que defiende los derechos humanos. Más de la mitad de crímenes, indica el colectivo, están ligados a disputas con el narcotráfico o a la tala de madera que deforesta los bosques, los cuales, una vez arrasados, sirven para sembrar hoja de coca.
Contra los defensores de DDHH
El ministerio de Justicia informó que desde 2020 se han reportado 154 situaciones de riesgo contra defensores de derechos humanos. El narcotráfico es la principal causa de los pedidos de auxilio de los indígenas, en un país que es el segundo productor global de cocaína y segundo cultivador de hoja de coca, según la agencia antidrogas estadounidense y la ONU.
Como maestro de escuela, a Contoricón le preocupaba observar que algunos jóvenes de diversas comunidades comenzaban a convertirse en adictos, a realizar pequeños robos, a dejar de respetar a sus padres y a sentirse atraídos por el dinero del narcotráfico, dijo su viuda Bernardita Vega.
“Consideraba al narcotráfico aún más peligroso que Sendero Luminoso”, dijo el exministro del Interior Rubén Vargas. Pensaba que el negocio ilícito entraba a las comunidades “con su dinero sucio, para quedarse con las tierras y para contaminar los ríos”, recordó el exzar antidrogas.
Ever Angosto, nativo de 52 años, describió al asesinado como una persona que “no tenía miedo a nada, era un tigre”. Y añadió que en octubre participó con otros indígenas en una intervención, liderada por Contoricón, en la que incautaron 410 kilos de droga.
Captura de un bote
El coronel Ugaz también confirmó que el día de su muerte, Contoricón guió en la captura de un bote que llevaba 255 kilos de pasta base de cocaína. En 2022 un coronel retirado de la policía regaló a Contoricón una cámara de seguridad. La policía también le proporcionó un chaleco antibalas. No tenía pistola, pero sí una carabina calibre 36.
“La muerte de Santiago Contorricón se enmarca en las luchas de resistencia de los pueblos indígenas de la Amazonía frente al avance de economías ilegales de corte extractivista como el narcotráfico”, dijo Álvaro Másquez, abogado del Instituto de Defensa Legal. Recordó que, como en el resto de América Latina, las comunidades no tienen garantizado su acceso formal a la propiedad de sus tierras por lo que hay múltiples invasores interesados en arrebatarles sus bosques.
Pero, para el exministro Vargas, su muerte es también resultado de “la desprotección absoluta” del gobierno para con los indígenas, que “están en una guerra silenciosa con el narcotráfico” y que es ocasionada por la demanda de cocaína enviada a diversos mercados internacionales. “Sobre todo para Europa”, dijo el experto.