Asia

Abren máquinas expendedoras de carne de ballena en Japón

Konomu Kubo, portavoz de Kyodo Senpaku Co., explica cómo se vende la carne de ballena en una máquina expendedora de la tienda de la empresa, el jueves 26 de enero de 2023, en Yokohama, Japón. Foto: Ha Kwyeon/AP.

Mari Yamaguchi/Kwiyeon Ha/APYokohama, Japón

Un operador ballenero japonés, después de luchar durante años para promocionar sus productos en medio de las protestas de los conservacionistas, ha encontrado una nueva forma de cultivar la clientela y aumentar las ventas: las máquinas expendedoras de carne de ballena.

La Tienda Kujira, un establecimiento que abrió recientemente en la ciudad portuaria de Yokohama, cerca de Tokio, alberga tres máquinas expendedoras de sashimi de ballena, tocino de ballena, piel de ballena y filete de ballena, así como carne de ballena en conserva.

Los precios oscilan entre 1,000 yenes (7.70 US$) y 3,000 yenes (23 US$).

La tienda cuenta con máquinas expendedoras blancas decoradas con ballenas de dibujos animados y es el tercero que se abre en la región de la capital japonesa.

Se inauguró el martes, después de que a principios de año se abrieran otros dos en Tokio como parte de la nueva campaña de ventas de Kyodo Senpaku Co.

La carne de ballena ha sido durante mucho tiempo motivo de controversia, pero las ventas en las nuevas máquinas expendedoras han tenido un buen comienzo, según el operador.

Las protestas contra la caza de ballenas han disminuido desde que Japón puso fin en 2019 a sus muy criticadas cacerías de investigación en el Antártico y reanudó la caza comercial de ballenas frente a las costas japonesas.

Los conservacionistas dicen que les preocupa que la medida pueda ser un paso hacia la expansión de la caza de ballenas.

"La cuestión no son las máquinas expendedoras en sí, sino a lo que pueden conducir", afirmó Nanami Kurasawa, directora de la Red de Acción Iruka & Kujira (Delfines y Ballenas).

Kurasawa señaló que el operador ballenero ya está pidiendo capturas adicionales y ampliar la caza de ballenas fuera de las aguas designadas.

Kyodo Senpaku espera instalar máquinas expendedoras en 100 lugares de todo el país en cinco años, según declaró a The Associated Press el portavoz de la empresa, Konomu Kubo. El próximo mes se abrirá una cuarta en Osaka.

La idea es abrir máquinas expendedoras cerca de los supermercados, donde la carne de ballena no suele estar disponible, para cultivar la demanda, una tarea crucial para la supervivencia del sector.

Las principales cadenas de supermercados se han mantenido en gran medida alejadas de la carne de ballena para evitar las protestas de los grupos contrarios a la caza de ballenas y siguen siendo cautelosas a pesar de que las manifestaciones de los activistas ha disminuido, dijo Kubo.

"Como resultado, muchos consumidores que quieren comerla no pueden encontrar o comprar carne de ballena. Hemos puesto en marcha máquinas expendedoras en tiendas sin personal para esas personas", afirmó.

Funcionarios de la empresa aseguraron que las ventas en los dos puntos de venta de Tokio han sido significativamente superiores a lo esperado, lo que ha mantenido al personal ocupado reponiendo productos.

En la tienda del distrito Motomachi de Yokohama, una elegante zona comercial cercana al barrio chino, Mami Kashiwabara, una clienta de 61 años, fue directamente a por tocino de ballena, el favorito de su padre.

Para su decepción, estaba agotado, y se conformó con onomi congelado, carne de cola que se considera un manjar poco común.

Kashiwabara dice que es consciente de la polémica sobre la caza de ballenas, pero que la carne de ballena le trae recuerdos de su infancia, cuando la comía en las cenas familiares y en los almuerzos escolares.

"No creo que sea bueno matar ballenas sin sentido. Pero la carne de ballena forma parte de la cultura alimentaria japonesa y podemos respetar la vida de las ballenas apreciando su carne", afirma Kashiwabara. "Me alegraría poder comerla".

Kashiwabara dijo que pensaba compartir con su marido su compra de un trozo de 3,000 yenes (23 dólares), envuelto en una bolsa de congelación, tomando sake.

La carne procede principalmente de ballenas capturadas frente a la costa noreste de Japón.

Japón reanudó la caza comercial de ballenas en julio de 2019 después de retirarse de la Comisión Ballenera Internacional, poniendo fin a 30 años de lo que llamó “caza de ballenas de investigación”, que había sido criticada por los conservacionistas como una cortina usada para tapar para las cacerías comerciales prohibidas por la CBI en 1988.

En el marco de su caza comercial de ballenas en la zona económica exclusiva japonesa, Japón capturó el año pasado 270 ballenas, menos del 80% de la cuota y menos de las que cazaba antes en el Antártico y el Pacífico noroccidental en su programa de investigación.

El descenso se produjo porque se encontraron menos rorcuales aliblancos a lo largo de la costa. Kurasawa afirma que debe examinarse la razón de la menor captura para ver si está vinculada a la caza excesiva o al cambio climático.

Aunque los grupos conservacionistas condenaron la reanudación de la caza comercial de ballenas, algunos la ven como una forma de permitir que el asediado y costoso programa ballenero del gobierno se adapte a los nuevos tiempos y gustos.

En una muestra de determinación por mantener viva la industria ballenera en las próximas décadas, Kyodo Senpaku construirá un nuevo buque nodriza de 6,000 millones de yenes (46 millones de dólares) que se botará el año que viene para sustituir al vetusto Nisshin Maru.

Pero la incertidumbre persiste.

La caza de ballenas está perdiendo apoyo en otras naciones balleneras como Islandia, donde sólo queda un ballenero.

También es posible que las ballenas se estén alejando de las costas japonesas debido a la escasez de saurio, alimento básico de su dieta, y de otros peces, posiblemente por el impacto del cambio climático, según Kubo.

La caza de ballenas en Japón sólo afecta a unos cientos de personas y a un operador, y representó menos del 0.1% del consumo total de carne en los últimos años, según datos de la Agencia de Pesca.

Aun así, los legisladores conservadores del gobierno apoyan incondicionalmente la caza comercial de ballenas y el consumo de su carne como parte de la tradición cultural japonesa.

Los conservacionistas afirman que la carne de ballena ya no forma parte de la dieta diaria en Japón, especialmente para las generaciones más jóvenes.

La carne de ballena fue una fuente asequible de proteínas durante los años de desnutrición de Japón tras la II Guerra Mundial, con un consumo anual máximo de 233,000 toneladas en 1962.

La ballena fue rápidamente sustituida por otras carnes.

El suministro de carne de ballena cayó a 6,000 toneladas en 1986, el año antes de que la moratoria sobre la caza comercial impuesta por la CBI prohibiera la caza de varias especies de ballenas.

Bajo la caza de ballenas con fines de investigación, Japón llegó a capturar hasta 1,200 ballenas al año. Desde entonces, ha reducido drásticamente sus capturas tras la escalada de protestas internacionales y el desplome del suministro y consumo de carne de ballena en el país.

El suministro anual de carne había fluctuado en un rango de 3,000 a 5,000 toneladas, incluidas las importaciones de Noruega e Islandia. La cantidad se redujo aún más en 2019 a 2,000 toneladas, o 20 gramos (menos de 1 onza) de carne de ballena por persona al año, según muestran las estadísticas de la Agencia de Pesca.

Los responsables de la caza de ballenas atribuyeron la reducción del suministro en los últimos tres años a la ausencia de importaciones debido a la pandemia, y planean casi duplicar el suministro de este año con importaciones de más de 2,500 toneladas desde Islandia.

Japón consiguió que el único ballenero que quedaba en Islandia cazara rorcuales comunes exclusivamente para su envío a Japón, según informaron las autoridades balleneras. Islandia sólo capturó un rorcual aliblanco en la temporada de 2021, según la CBI.

Criticando la exportación de Islandia a Japón, el Fondo Internacional para el Bienestar Animal dijo que "se opone a toda caza comercial de ballenas, ya que es inherentemente cruel."

Ante las inciertas perspectivas de las importaciones, Kyodo Senpaku quiere que el gobierno eleve la cuota anual de capturas de Japón a niveles que puedan suministrar unas 5,000 toneladas, lo que Kubo describe como el umbral para mantener la industria.

"Desde una perspectiva a largo plazo, creo que sería difícil mantener el sector con los niveles de suministro actuales", afirma Kubo. "Debemos ampliar tanto la oferta como la demanda, que han disminuido".

Con la oferta extremadamente limitada, el procesado de carne de ballena no puede ser un negocio viable y puede que no dure para las próximas generaciones, añadió.

Yuki Okoshi, que empezó a servir platos de carne de ballena en su marisquería de estilo japonés hace tres años, cuando la carne de ballena de mayor calidad empezó a estar disponible gracias a la caza comercial, dijo que espera que el suministro de carne de ballena se estabilice.

Okoshi afirmó que "el futuro de la industria ballenera depende de si los clientes nos necesitan" y que los restaurantes de carne de ballena podrían ser la clave de la supervivencia.

"La caza de ballenas puede ser una tema político, pero la relación entre el restaurante y nuestros clientes es muy sencilla", dijo Okoshi. "Servimos buena comida a precios razonables y los clientes están contentos. Eso es todo”.