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El papa insta a superar la lógica partidista en Brasil y el resto de América

"Pienso especialmente en lo sucedido recientemente en Perú y en las últimas horas en Brasil, y en la preocupante situación de Haití (...) Debemos superar siempre la lógica partidista...", dijo.

Papa Francisco. AFP

Papa Francisco. AFP

El papa Francisco instó a "superar siempre la lógica partidista" que debilita la democracia en el mundo y en particular "en el continente americano", al mencionar lo ocurrido "en las últimas horas en Brasil", cuyas principales sedes institucionales fueron invadidas este domingo por miles de seguidores radicales del expresidente Jair Bolsonaro.

Ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el papa se refirió "al debilitamiento en muchas partes del mundo de la democracia (...) por la creciente polarización política y social" y "a menudo a costa de las mujeres o de las minorías étnicas, así como del equilibrio de sociedades enteras, donde el malestar desemboca en tensiones sociales e incluso en enfrentamientos armados", dijo.

Y mencionó en particular "las diversas crisis políticas de varios países del continente americano, con su carga de tensiones y formas de violencia que exacerban los conflictos sociales".

"Pienso especialmente en lo sucedido recientemente en Perú y en las últimas horas en Brasil, y en la preocupante situación de Haití (...) Debemos superar siempre la lógica partidista y trabajar por la construcción del bien común", enfatizó ante el cuerpo diplomático.

En el tradicional discurso de inicio de año, que se convirtió en "una invocación por la paz en un mundo que ve cómo crecen las divisiones y las guerras", Francisco hizo un extenso repaso de la situación internacional y mencionó las crisis de Siria, Israel y Palestina, la República Democrática del Congo, el Cáucaso meridional, Yemen y Etiopía.

Así como África occidental "cada vez más afligida por la violencia del terrorismo", Myanmar y la península coreana.

El papa comenzó su larga intervención recordando el pontificado de Juan XXIII, cuando "todavía estaba viva la amenaza de una guerra nuclear" por crisis de los misiles de Cuba y que "lamentablemente es evocada aún hoy día".

"Debo reiterar que la posesión de armas atómicas es inmoral", dijo y expresó "una preocupación particular por el estancamiento de las negociaciones para el reinicio del (...) acuerdo sobre el programa nuclear iraní" y el "deseo de que se pueda llegar cuanto antes a una solución concreta para garantizar un futuro más seguro".

Insistió en que "está en curso la tercera guerra mundial de un mundo globalizado" y que "los conflictos implican a todos", como se puede ver en la guerra de Ucrania con efectos en "regiones enteras, incluso fuera de Europa, por las repercusiones en el campo energético y la producción de alimentos, sobre todo en África y en Oriente Medio".

Francisco, que se mostró partidario de "proceder por el camino de un desarme integral, porque ninguna paz es posible allí donde proliferan instrumentos de muerte", nombró los cuatro pilares citados por Juan XXIII en su encíclica "Pacem in terris" (Paz en la tierra) para conseguirla: la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad.

En se contexto aseguró que "todavía hoy, en muchos países, las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase, son objeto de violencia y de abusos, y se les niega la posibilidad de estudiar", dijo, "como ocurre con las mujeres afganas".

También abogó por "un replanteamiento profundo" del sistema multilateral y los organismos internacionales, "para que sean realmente representativos de las necesidades y de las sensibilidades de todos los pueblos" ya que "se puede hacer mucho juntos" en "reducir la pobreza, ayudar a los migrantes, contrarrestar el cambio climático, favorecer el desarme nuclear y ofrecer ayuda humanitaria"

Sin embargo, "existe el riesgo de una deriva, que asume cada vez más el rostro de un totalitarismo ideológico, que promueve la intolerancia respecto al que no adhiere a supuestas posiciones de 'progreso', que en realidad parecen conducir más bien a un retroceso general de la humanidad, al violar la libertad de pensamiento y de conciencia".

En ese sentido lamentó que se impongan "a los países más pobres, formas de colonización ideológica, creando, por otra parte, un nexo directo entre la concesión de ayudas económicas y la aceptación de tales ideologías" y abogó por "volver al diálogo, a la escucha mutua y a la negociación".