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Los rusos despiden el año de espaldas a Ucrania

Celebración de año nuevo en Moscú. Foto Externa

Celebración de año nuevo en Moscú. Foto Externa

Los rusos se refugian en las compras navideñas pese a los altos precios y la fuga de muchas marcas occidentales, para olvidarse por un tiempo de la campaña militar rusa en la vecina Ucrania.

"En los últimos días ha crecido mucho el número de clientes, vienen por regalos para los niños", comentó a EFE Alexandr, dependiente de la red de tiendas de juguetes Mir Kúbikov que ha venido a suplantar al grupo danés Lego, que en julio pasado anunció su retirada de Rusia.

Sin embargo, aunque la tienda ofrece marcas como MORK, Reobrix, LOZ, Sembo y otras de producción china o rusa, más de la mitad de la oferta sigue siendo de Lego, con la única diferencia de que los precios, que jamás fueron bajos, ahora tocan las estrellas.

Así, un modelo de la torre Eiffel cuesta prácticamente 100.000 rublos (cerca de 1.400 dólares), más del doble que en otros países europeos.

"Como Lego se fue de Rusia no podemos utilizar oficialmente la marca, por eso ahora somos Mir Kúbikov. No está prohibida la venta, pero la red no puede utilizar su identidad", añade Alexandr.

EL MISMO PERRO CON DIFERENTE COLLAR

Es una situación que se repite en muchos de negocios abiertos en el centro comercial Evropéiski, uno de los muchos ubicados en el corazón de Moscú, que parece un hormiguero lleno de anuncios navideños, a años luz de las imágenes que llegan del campo de batalla.

Y si bien la fuga masiva de muchas redes y empresas extranjeras del mercado ruso se ve reflejada en algunas tiendas que permanecen cerradas, como la japonesa UNIQLO o la sueca Hennes and Mauritz (H&), muchas -al igual que Lego- han pasado a manos rusas en una especie de mímesis sin disimulo.

La cadena rusa de ropa y calzado JNS no se esconde para vender las prendas de la estadounidense Levi's. Es más, aunque la marca no encabeza la entrada de la tienda, su cartel es más grande que el oficial y ofrece jactanciosamente "el mismo Levi´s de siempre".

Para quienes deseen tomarse un café, en lugar del internacional Starbucks con una sirena de dos colas en un círculo verde están las cafeterías Stars, cuyo logotipo alude directamente al de la corporación estadounidense.

En vez de la sirena con una corona, una muchacha con el tocado tradicional ruso, como para recalcar que estamos ante el mismo perro con diferente collar.

Vkusno y Tochka, la heredera de MacDonalds, se maquilló un poco más, pero ofrece prácticamente el mismo menú.

"La calidad de las hamburguesas es prácticamente la misma. Sirven lo mismo que antes", asegura a EFE Dmitri, sentado junto a sus tres hijos en un de los establecimientos de la emergente red de comida rápida.

Confiesa haber sido comensal habitual de McDonalds y ahora ser asiduo de su variante rusa, aunque lamenta que "las patatas fritas ya no son lo mismo, antes eran crujientes" y reconoce que el precio ha subido, pero el servicio deja mucho que desear.

FIESTAS AL MARGEN DE LA GUERRA

Aunque más de 30 regiones rusas anunciaron que este año limitarían o cancelarían las actividades navideñas debido a la llamada "operación militar especial", en otras las autoridades defendieron la necesidad de continuar con la vida normal y no privar a la población de uno de sus principales festejos.

El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, consciente de que los festejos navideños son más un negocio que un gasto, convocó incluso a una votación para decidir el destino de las celebraciones, que fueron aprobadas por el 80 % de los votantes.

"No podemos olvidarnos de las familias de los militares, de quienes trabajan en las empresas de Defensa. No podemos olvidarnos de quienes se arriesgan en el frente. Por supuesto, la fiesta estará dedicada a ellos. Si nos entregamos al duelo y la depresión, eso solo favorecerá al enemigo", afirmó.

Pese a ello, incluso en la capital rusa se cancelaron los conciertos de Año Nuevo -con excepción de las actividades infantiles- y los fuegos artificiales, aunque no se prohibirá a la población el uso de la pirotecnia.

Sin embargo, muchos rusos miran a sus bolsillos con pesar y no tienen previsto recibir el año nuevo lanzando fuegos artificiales, constató un estudio publicado por Pochta Bank, según el cual solo un 26 % de los entrevistados está dispuesto a quemar su dinero de ese modo.

Y es que la presión económica de los festejos se hace sentir: según la plataforma de comercio digital OZON, este año los rusos prevén gastar en las fiestas entre un 20 % y un 50 % más que en 2021, cuando el gasto ascendió a cifras de entre 30.000 y 50.000 rublos (400 y 700 dólares).