Marruecos utiliza sus reservas de fosfato como arma diplomática

Instalaciones de la fábrica de la Compañía Nacional Marroquí de Fosfatos. Foto de AFP

Instalaciones de la fábrica de la Compañía Nacional Marroquí de Fosfatos. Foto de AFP

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AFP/ Ismail BELLAOUALIRabat, Marruecos

Marruecos, primer exportador africano de fosfatos, usa este recurso natural para conseguir los apoyos diplomáticos necesarios en la resolución a su favor del conflicto sobre el Sáhara Occidental, según los analistas.

"Marruecos lanzó proyectos de cooperación económica con varios países africanos en los últimos años, especialmente con aquellos que le eran hostiles por la cuestión del Sáhara", recuerda el comentarista político Naoufal Bouamri.

"Es una forma de acercarse y quizás de hacer que estos países cambien su posición en el futuro", analiza.

Marruecos y los independentistas saharauis del Frente Polisario, respaldados por Argelia, se enfrentan desde hace 40 años por la soberanía de esta antigua colonia española.

Rabat, que controla un 80% del territorio, propone un plan de autonomía bajo su soberanía, pero el Polisario reclama un referéndum de autodeterminación auspiciado por la ONU.

América Latino no es ajena al conflicto. El reino alauita retiró recientemente un cargamento de miles de toneladas de fosfatos que iba hacia Perú después de que Lima restableciera sus relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), autoproclamada por el Frente Polisario.

Marruecos es el segundo productor de fosfatos del mundo detrás de China y alberga el 70% de las reservas mundiales. Además, representa el 31% del mercado mundial, según OCP, la empresa estatal que tiene el monopolio de su explotación.

Las rocas fosfáticas se explotan desde 1921 en el reino, incluso en el Sáhara Occidental, que aporta el 8% de la producción nacional.

"Mineral estratégico"

El país registró por segundo año consecutivo ingresos récord por las exportaciones de este mineral, utilizado en los fertilizantes y que vio sus precios dispararse por la invasión rusa de Ucrania.

"Es un mineral estratégico para el futuro porque es clave para la seguridad alimentaria mundial", explica a AFP Abderrahim Handouf, especialista de las políticas agrícolas.

"Ante el aumento de la demografía, los fertilizantes son la forma más eficaz de aumentar la productividad de las explotaciones agrícolas", subraya Handouf.

El precio de los fertilizantes sintéticos, de los que Rusia es el mayor exportador mundial, se ha disparado debido a las sanciones occidentales contra Moscú y al aumento del precio del gas natural, esencial para su fabricación.

Pero los precios aumentaron incluso antes de la invasión de Ucrania, debido a la explosión de la demanda tras la pandemia de covid-19, las restricciones a las exportaciones en China y la demanda de India, uno de los principales importadores mundiales, según el experto del sector Mounir Halim.

OCP espera facturar más de 130.000 millones de dinares (más de 11.000 millones de dólares estadounidenses) en 2022, lo que supone un aumento del 56% respecto a 2021, según cifras oficiales.

Instrumento para la diplomacia

Las exportaciones marroquíes de fosfato y sus derivados se dispararon un 66% hasta finales de septiembre en comparación con el mismo periodo del año pasado, según la Oficina de Cambios.

Pero la producción internacional sigue siendo limitada y "las tensiones geopolíticas podrían imponer nuevas restricciones al suministro a corto plazo", señala un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Mientras tanto, en ese contexto favorable, el fosfato se convirtió en un instrumento para Marruecos en su empeño por resolver a su favor el conflicto del Sáhara Occidental.

Los fertilizantes son el "comodín ganador de la diplomacia marroquí" y OCP se ha convertido en su "brazo económico", analiza la prensa local.

"Marruecos utiliza sus armas económicas de forma pragmática, lejos de cualquier lógica de negociación", matiza Tajeddine El Husseini, profesor de relaciones internacionales, aunque admite que pueden tener "un impacto político".

Cortejada por Brasil y Japón, OCP está intensificando su presencia internacional, sobre todo en el continente africano, donde está establecida en 16 países y tiene 12 filiales.