Ciudad cubana se tiñe de verde y amarillo por Brasil
Alberto se levantó varias veces en la noche, tomó yogurt para calmarse un poco la ansiedad. En la madrugada vistió a Lala Cecilia, su inquieta perrita, con una capa verde y amarilla y él se puso una camiseta de los mismos colores, así como una gorra al tono.
Un rato después, el mismo lunes, ya encabezaba los preparativos --colocación de banderas y carteles alegóricos, reparto de pancartas a los vecinos. Mientras, frente al portal de su casa en la localidad cubana de Bauta comenzaban a congregarse decenas de personas como Alberto Izquierdo, fervientes seguidores de un equipo deportivo.
No, no es un equipo de béisbol. Ni siquiera es un conjunto cubano. Es la selección brasileña de fútbol que compite en la Copa Mundial en Qatar.
Dado que el partido del lunes —que Brasil ganó 1-0 a Suiza— se realizó a una hora correspondiente a las 11 de la mañana de Cuba, la pequeña ciudad a unos 30 kilómetros de la capital era un hervidero de gente.
“Esa liga de la samba, de la conga, del son, esa sonrisa de las mujeres, el ritmo del negro, del mulato es lo que nos une, es la misma sangre”, dijo a The Associated Press con orgullo, Izquierdo, un museólogo de 69 años que anima la “peña” como se denomina en la isla a los grupos de aficionados, en este caso del conjunto del país sudamericano, “¡Cuba no tiene un gran equipo por eso nosotros le vamos a Brasil!”.
Aunque en la isla el deporte nacional es el béisbol, que le ha deparado numerosos éxitos internacionales, en los últimos años el futbol comenzó a ganar adeptos. Observadores aseguraron que el cambio notable fue producto de las trasmisiones en vivo que la televisión cubana realizó de partidos y copas a finales de la década de 1990.
La afición por Brasil es tan grande en Bauta que incluso el lunes, el encargado de negocios al frente de la Embajada de ese país en la isla, Roberto Colin, fue a visitarlos con una amplia delegación de la sede diplomática, que se sumó en caravana por la calles principales agitando banderas antes del cotejo con Suiza y terminó viendo el encuentro junto a unos 300 vecinos por medio de una pantalla gigante en un club local.
También, media hora antes del choque deportivo en Qatar, 11 diplomáticos brasileños y 11 bautenses jugaron incluso un breve partido amistoso. Los funcionarios sudamericanos perdieron y los locales ganaron en buena lid por 2-0.
“Los brasileños decimos que el fútbol es una pasión nacional y cuando me enteré de que aquí en Bauta, desde hace muchos años, existe una peña brasileña organizada, pensé que no podía dejar de venir a reconocer la fidelidad de los habitantes”, dijo Colin a la AP.
Además de ser una de las favoritas, la nación sudamericana mira internamente la Copa Mundial de este año con ojos especiales, indicó Colin.
“Brasil está muy dividido políticamente, muy polarizado y esperamos que este Mundial sea un factor de reconciliación nacional. Es un momento para que los brasileños recuerden que sólo hay un Brasil”, comentó.
Por su parte, el aficionado Izquierdo explicó que la iniciativa bautense comenzó en los 90 y aunque no es una organización formal, el movimiento se fue afianzando el paso de los años, los mundiales y copas como la América.
La propia relación entre Cuba y el gigante sudamericano es intensa. Ambos países comparten raíces similares que mezclan la llegada de los europeos con la de esclavos africanos traídas casi de las mismas naciones para trabajar en campos de azúcar y otras plantaciones. El clima es tropical y el desarrollo cultural parecido, al punto que muchos isleños lamentaron la reciente pérdida de la cantautora Gal Costa como si fuera una compatriota.
En lo político, aunque la presidencia de Jair Bolsonaro significó un alejamiento de posiciones debido a la proximidad de éste a Estados Unidos —que mantiene férreas sanciones contra Cuba—, la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva promete traer un acercamiento como el que ocurrió en sus anteriores gobiernos.
Cuando el partido de fútbol comenzó en Doha, decenas de cubanos y los diplomáticos brasileños se colocaron frente a la pantalla gigante en un salón de eventos en el medio del poblado para compartir el momento.
“Siento pasión por el futbol de Brasil, en el 94 que fue la primera vez que tuve la oportunidad de ver el mundial ganó Brasil”, dijo entusiasmado a la AP, Alexei Carnache, un taxista de 45 años que alentaba dando brincos a su equipo. “Es lo más bonito del mundo, no hay equipo en el mundo así”.
Unos metros más allá Maydelis Hernández, una manicura de 33 años gritaba: “Brasil campeón”.
Tras 90 minutos de partido y con el triunfo de su equipo todo fue alegría. Hubo baile, saltos y abrazos binacionales.