Bandera y lágrimas en juramentación de 200 inmigrantes como ciudadanos de EEUU
Banderas ondearon y lágrimas se derramaron el sábado cuando unos 200 neoyorkinos se convirtieron en ciudadanos de Estados Unidos en la isla Ellis que otrora recibía miles de inmigrantes a diario.
Candidatos a la ciudadanía procedentes de unos 60 países se congregaron en el gran vestíbulo de la antigua estación de inmigración, donde unos 12 millones de personas entraron en Estados Unidos a lo largo de seis décadas a principios del siglo XX.
La ceremonia, la primera de este tipo en la isla desde 2016, marcó el aniversario de la firma de la constitución en 1787 e inició la "semana de la ciudadanía" que el gobierno organiza cada año.
Los 200 nuevos ciudadanos estadounidenses son parte de los 19.000 que asumirán ese estatus en todo el país esta semana, informó el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos.
La luz del sol entraba por las enormes ventanas arqueadas y la emoción era palpable cuando el grupo juraba lealtad a Estados Unidos, a menos de una milla de distancia de la Estatua de la Libertad.
"Este país -vuestro país- les da la bienvenida con todo su corazón", dijo el Fiscal General, Merrick Garland, a los nuevos estadounidenses.
Garland contuvo las lágrimas al recordar que sus propios antepasados huyeron de la persecución religiosa en Europa del Este.
Dijo que dos hermanos de su abuela no consiguieron escapar y murieron en el Holocausto.
Antes de la ceremonia, Lovell Brown, oriunda de Jamaica de 31 años, dijo estar emocionada.
"Ahora siento realmente que soy parte de Estados Unidos", añadió Brown, una maestra que vive en el país desde que tenía 17 años.
La ceremonia transcurrió bajo los nubarrones de la cada vez más politizada controversia sobre la llegada a Estados Unidos de migrantes sin papeles.
Además, se produjo unos días después de que unos 50 migrantes llegaron inesperadamente a Martha's Vineyard, una elegante isla turística de Massachusetts a la que el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, los había enviado en una maniobra política.
Gobernadores de derecha han estado despachando inmigrantes en autobús, y ahora en avión, a ciudades de población mayormente demócrata. Esa es la forma que encontraron para denunciar la política de inmigración del presidente demócrata Joe Biden, que, según ellos, permite que un gran número de inmigrantes indocumentados crucen la frontera con México.
El jueves el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, envió dos autobuses con migrantes no muy lejos de la residencia oficial de la vicepresidenta Kamala Harris en Washington. El lugar fue elegido deliberadamente ya que Harris supervisa el divisivo tema de la inmigración para la Casa Blanca.
Garland aludió a las tensiones políticas.
"Superar la actual polarización en nuestra vida pública es, y seguirá siendo, una tarea difícil", dijo. "Pero no podemos superarla ignorándola", añadió.
La pandemia retrasó la tramitación de las solicitudes de ciudadanía y enlenteció el proceso de naturalización.
Según el más reciente informe anual del departamento de Seguridad Interior, 814.000 personas se convirtieron en ciudadanos en 2021, un 30% más que las 628.000 del año anterior, cuando el covid-19 paralizó gran parte de la vida pública.
Umaru Kabir Ahmed, de 63 años, vive en Estados Unidos desde 1989 tras abandonar su Nigeria natal. Se postuló a la ciudadanía en 2012.
"Estoy feliz", dijo e indicó que sus nuevos documentos reflejan la sensibilidad estadounidenses que cultivó durante sus tres décadas en el país.
"Mucho ha cambiado: mi forma de hablar, de comer, de dormir, de vestir", dijo.
Casi 40% de los actuales ciudadanos estadounidenses pueden rastrear su ascendencia en la isla de Ellis, abierta en 1892.
Hoy es parte del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad, accesible al público en transbordador.
En su auge, a principios del siglo XX, miles de personas pasaban a diario por la isla Ellis donde esperaban en largas colas para someterse a inspecciones médicas y legales que a veces acababan con la detención, la separación de las familias o la denegación de la entrada.
El contraste de la ceremonia de naturalización con las condiciones que enfrentaban aquellos inmigrantes no pasó desapercibido para Warren Lawson, originario de Sudáfrica y Gran Bretaña de 44 años que vive en Estados Unidos desde 2016.
Dijo que quería la ciudadanía porque "este es probablemente el lugar donde mis hijos van a vivir el resto de sus vidas, y quiero envejecer en el mismo lugar que ellos".
"Encontré mi hogar", afirmó.