Tras toma rusa de Mariúpol se teme por suerte de prisioneros

Las autoridades y los medios estatales rusos han tratado repetidamente de caracterizar a los combatientes.

En esta foto proporcionada por el Regimiento de Fuerzas Especiales de Azov de la Oficina de Prensa de la Guardia Nacional de Ucrania, un soldado ucraniano observa las ruinas de la planta siderúrgica de Azovstal antes de rendirse a las fuerzas rusas en Mariúpol, Ucrania, el 16 de mayo de 2022. (Dmytro Kozatski/Regimiento de Fuerzas Especiales de Azov de la Oficina de Prensa de la Guardia Nacional de Ucrania vía AP)

En esta foto proporcionada por el Regimiento de Fuerzas Especiales de Azov de la Oficina de Prensa de la Guardia Nacional de Ucrania, un soldado ucraniano observa las ruinas de la planta siderúrgica de Azovstal antes de rendirse a las fuerzas rusas en Mariúpol, Ucrania, el 16 de mayo de 2022. (Dmytro Kozatski/Regimiento de Fuerzas Especiales de Azov de la Oficina de Prensa de la Guardia Nacional de Ucrania vía AP)

La afirmación rusa de que ha tomado la planta siderúrgica de Mariúpol, que se convirtió en un símbolo de la tenacidad ucraniana, proporciona al presidente ruso, Vladimir Putin, un triunfo muy necesario en la guerra que inició, culminando un asedio de casi tres meses que dejó la ciudad en ruinas y se teme que hayan muerto más de 20,000 residentes.

Después de que el Ministerio de Defensa ruso anunciara el viernes por la noche que sus fuerzas habían retirado a los últimos combatientes ucranianos de los kilómetros de túneles subterráneos de la planta, aumentó la preocupación por los últimos defensores ucranianos del lugar, que ahora están prisioneros en manos rusas.

Esos ucranianos, considerados héroes por sus conciudadanos, seguramente enfrentarán un tribunal por sus acciones en tiempos de guerra, afirmó el sábado el jefe de un área del este de Ucrania controlada por los separatistas respaldados por Moscú, Denis Pushilin.

“Es inevitable un tribunal. Creo que hay que restaurar la justicia. Hay una solicitud de esto por parte de la gente común, la sociedad y, probablemente, la parte cuerda de la comunidad mundial”, agregó Pushilin, citado por la agencia de noticias estatal rusa Tass.

Las autoridades y los medios estatales rusos han tratado repetidamente de caracterizar a los combatientes que se refugiaron en la planta siderúrgica de Azovstal como “neonazis”. Entre los más de 2.400 defensores de la planta había miembros del Regimiento Azov, una unidad de la guardia nacional con raíces en la extrema derecha.

El gobierno ucraniano no ha comentado sobre la afirmación rusa de que efectivamente capturó Azovstal, que durante semanas siguió siendo el último reducto de la resistencia ucraniana de Mariúpol. Con ello, Moscú habría completado su objetivo largamente buscado de controlar la ciudad, hogar de un puerto marítimo estratégico.

El ejército de Ucrania les dijo esta semana a los combatientes escondidos en la planta, cientos de ellos heridos, que su misión estaba completa y que podían salir. Describió su extracción como una evacuación, no como una rendición masiva.

En cuanto al panorama general de la invasión más amplia en Ucrania, seguía sin estar claro el impacto de la declarada victoria rusa en Azovstal. Muchas tropas rusas ya habían sido redesplegadas de Mariúpol a otros lugares del conflicto, que comenzó con la invasión rusa de su vecino el 24 de febrero.

El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, informó el sábado que Rusia había destruido una base de operaciones especiales ucraniana en la región de Odesa, en el Mar Negro, así como un importante alijo de armas suministradas por Occidente en la región de Zhytomyr, en el norte de Ucrania. No hubo confirmación por parte de Ucrania.

En su informe operativo matutino, el estado mayor militar ucraniano informó de intensos combates en gran parte del este de Ucrania, incluidas las zonas de Sievierodonetsk, Bakhmut y Avdiivka.

Dado que no pudo acercarse y capturar la capital de Ucrania, Kiev, Rusia centró su ofensiva en el corazón industrial del este del país, Donbás. Los separatistas respaldados por Rusia han controlado partes de la región de Donbás desde 2014, y Moscú quiere expandir el territorio bajo su control.

Mariúpol, que es parte de Donbás, fue bloqueado a principios de la guerra y se convirtió en un ejemplo aterrador para la gente en otras partes del país, del hambre, el terror y la muerte que podrían enfrentar si los rusos rodearan sus comunidades.