Píldoras para interrumpir el embarazo, la próxima gran batalla en EEUU
El uso de pastillas para abortar ha ido en aumento en Estados Unidos desde el 2000, en que la Administración de Alimentos y Medicinas (más conocida por sus siglas en inglés, FDA) aprobó mifepristone
Tuvo que salir dos veces del estado, recorrer carreteras heladas y sortear una cantidad de leyes estatales para conseguir pastillas para abortar el año pasado.
Para las mujeres como esta joven de 32 años de Dakota del Sur que desean abortar, estas odiseas, junto con el envío de píldoras por el correo, serán más importantes si la Corte Suprema anula el derecho a interrumpir el embarazo y deja esa decisión en manos de los estados, como plantea una opinión preliminar de los jueces.
La mujer, que habló a condición de no ser identificada por temor por su seguridad, dijo que las píldoras para abortar le permitieron interrumpir un embarazo inesperado y de alto riesgo, y seguir dedicándose a los dos hijos que ya tenía.
Pero activistas y políticos opuestos al aborto dicen que tratarán de prohibir esos viajes a otros estados, las consultas con médicos a la distancia y el envío de píldoras por correo.
“El tema del aborto lo decidirán las medicinas para abortar”, afirmó Mary Ziegler, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Estatal de la Florida especializada en el derecho reproductivo. “Será la batalla que decidirá hasta qué punto se puede hacer cumplir una prohibición de abortar”.
El uso de pastillas para abortar ha ido en aumento en Estados Unidos desde el 2000, en que la Administración de Alimentos y Medicinas (más conocida por sus siglas en inglés, FDA) aprobó mifepristone, la principal medicina para inducir un aborto.
Más de la mitad de los abortos que hay en Estados Unidos son causados por píldoras, según el Instituto Guttmacher, un grupo de estudios que apoya el derecho a abortar.
El año pasado la FDA dejó sin efecto la orden de que las mujeres debían recoger en persona sus píldoras para abortar. Ahora se permite su envío por correo a todo el país.
Cuando la mujer de Dakota del Sur descubrió que la única clínica que ofrece abortos en el estado no podía programarle una cita para recetar la pastilla dentro de los plazos establecidos, descubrió que había un servicio digital llamado Just the Pill, que le recomendó ir a Minnesota para una consulta telefónica con un médico. Una semana después regresó a Minnesota para recoger las pastillas.
Tomó la primera de inmediato, en su auto, y lloró en el viaje de vuelta.
“Sentí que había perdido un embarazo”, relató. “Quiero a mi esposo y a mis hijos. Sabía exactamente de lo que tenía que despedirme y fue algo horrible”.
Dakota del Sur es uno de varios estados, incluidos Texas, Kentucky, Arkansas, Ohio, Tennessee y Oklahoma, en los que los republicanos han tomado medidas para restringir el acceso a las pastillas para abortar en los últimos meses. La gobernadora de Dakota del Sur Kristi Noem dijo que hacen falta más visitas en persona para recoger las pastillas y prohibir su envío por correo para proteger a las mujeres y salvar a “los niños que no han nacido”. Diecinueve estados exigen que un médico esté presente cuando se entregan las píldoras a una paciente.
Además de buscar píldoras en otro estado, las mujeres también pueden ordenar pastillas en el exterior a través de la internet, según Greer Donley, profesora de la Facultad de Leyes de la Universidad de Pittsburgh. Algunas mujeres consiguen pastillas para abortar recetadas en estados sin restricciones al aborto.
“Permite a alguien tener un aborto sin la intervención de un proveedor. Va a ser mucho más difícil para los estados controlar el acceso al aborto”, dijo Donley.
Sue Leibel, directora de políticas estatales de la Susan B. Anthony List, una prominente organización que se opone al aborto, admitió que ese es un tema que inquieta a los legisladores republicanos.
“Es una nueva frontera. Los estados están viendo cómo hacen cumplir sus leyes” que restringen el acceso a las pastillas, señaló Leibel. “Siempre digo que, si cierras la puerta del frente, las pastillas vendrán por la de atrás”.
Leibel considera que no hay que juzgar a las mujeres que quieren abortar y plantea que se castigue en cambio a las farmacias, organizaciones y clínicas que ofrecen las pastillas para abortar. Dice asimismo que los opositores al aborto deberían elegir un candidato presidencial que se comprometa a anular la decisión de la FDA sobre las píldoras para abortar.
Donley teme que los legisladores estatales la emprendan ahora contra las mujeres que buscan las pastillas. De hecho, una comisión de la cámara baja de Luisiana aprobó el miércoles un proyecto que despeja el camino para que se acuse de homicidio a las mujeres que quieran interrumpir su embarazo y las personas que las asistan.
“Muchos legisladores contrarios al aborto pueden llegar a la conclusión de que la única forma de hacer cumplir estas leyes es llevar a juicio a las mujeres” que quieren interrumpir su embarazo, señaló Donley.