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Grafitis por Ucrania colorean los muros destruidos por los rusos en Siria

El artista sirio Aziz al-Asmar trabaja en un mural que representa un oso y colores ucranianos con una inscripción que dice en árabe (R) "Crimen ruso... escena ucraniana" en una pared en Idlib, Siria, el 11 de abril de 2022 (publicado el 13 de abril de 2022).

Foto: EFE/EPA/YAHYA NEMAH

El artista sirio Aziz al-Asmar trabaja en un mural que representa un oso y colores ucranianos con una inscripción que dice en árabe (R) "Crimen ruso... escena ucraniana" en una pared en Idlib, Siria, el 11 de abril de 2022 (publicado el 13 de abril de 2022). Foto: EFE/EPA/YAHYA NEMAH

El artista Aziz al Asmar ha tomado como lienzo las ruinas de edificios destruidos por las fuerzas rusas en Siria y ha contado con la ayuda de niños desplazados por una guerra en la que Moscú es actor clave desde hace más de seis años para mandar un mensaje de solidaridad con Ucrania a través de sus grafitis.

Cinco murales con dibujos sobre la invasión rusa a Ucrania se esparcen por la ciudad noroccidental siria de Idlib, último bastión en manos de la oposición al gobierno del presidente sirio, Bachar Al Asad, tras casi once años de conflicto y frecuentemente bombardeado por la aviación de Moscú,el más estrecho aliado militar de Damasco.

Los grafitis muestran una caricatura del presidente ruso, Vladímir Putin, asiendo un rifle; el rostro de una mujer desesperada o el oso a menudo utilizado como símbolo de Rusia rugiendo ferozmente para denunciar un sufrimiento que a los sirios les resulta muy familiar pese a registrarse en un continente distinto al suyo.

"Sentimos su dolor y sus desplazamientos forzosos; sentimos los bombardeos contra sus casas, porque hemos vivido esta guerra (en Siria) y todavía la vivimos", explicó a Efe el artista, de 50 años y oriundo de la localidad de Binsh, parte de la provincia de Idlib.

UN MEGÁFONO PARA LA "REVOLUCIÓN"

Hijo de un calígrafo y sobrino de pintores, Al Asmar nació con el arte en las venas.

Sin embargo, hasta que en 2011 estallaron las protestas masivas contra Al Asad, su creatividad se volcaba únicamente en trozos de papel como parte de un trabajo para una editorial al otro lado de la frontera sirio-libanesa.

Las revueltas, que meses más tarde darían paso a una guerra abierta, despertaron en el artista las ganas de regresar a su tierra natal y de utilizar la pintura como un altavoz para los gritos de hastío de sus compatriotas contra cuatro décadas de los Al Asad en el poder, recordó Al Asmar.

Sus dibujos saltaron así de los folios a las paredes sirias, donde desde hace años perfilan las estampas dejadas por la violencia, la huida, las detenciones y la destrucción de infraestructuras como hospitales, panaderías o mercados.

¿Su lienzo? Principalmente muros con las heridas de visibles de algún ataque de la fuerzas gubernamentales sirias o de sus aliados rusos o iraníes.

"Escojo las paredes destruidas porque trasmiten los mensajes de forma más fiel, estas paredes dicen a todo el mundo que el régimen criminal las destruyó, además de a la gente por demandar libertad y una vida digna", dijo Al Asmar.

Eventualmente, empezó a utilizar sus grafitis en Siria para apoyar otras "causas justas" alrededor del mundo y, en las últimas semanas, decidió enfocar sus pinceladas en la guerra de Ucrania.

UN MISMO VERDUGO

Para su iniciativa más reciente, le resultó natural pintar sobre viviendas dañadas por bombardeos de Moscú en Idlib y también pedir la colaboración de niños residentes en la provincia "que están desplazados por la ocupación rusa y cuyas casas y aldeas fueron destruidas por la aviación rusa".

La mayor parte de los más de 3 millones de habitantes de la provincia son desplazados de otras zonas de Siria, donde Rusia interviene militarmente desde 2015 y donde ha tenido un papel clave en la captura de zonas rebeldes por parte de Damasco en los últimos años.

"Somos los que más sentimos el sufrimiento de esa gente, porque la escena ucraniana es un episodio de una serie sobre crímenes rusos", sentenció Al Asmar, al alertar de que seguirán invadiendo "otros países" si no se crea un bloque para ponerles freno.

Pintaron el primer mural al inicio de la invasión a finales del pasado febrero: un oso destruyendo ciudades ucranianas. Luego, con cada nuevo desarrollo, nacieron otros cuatro "con diferentes significados".

En la empobrecida provincia, adonde la única vía de entrada de suministros es desde Turquía, la variedad y calidad de las pinturas no siempre es la deseada, aunque para ellos lo importante es "la fuerza de la idea y el momento en que se pinta".

"A veces el mural cuesta dos dólares, pero puede difundir el mensaje de la 'revolución' noble y pura a todo el globo", concluyó el artista.

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