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Nuevo debate ideológico en EEUU sobre la inflación

Joe Biden pronuncia un discurso en un auditorio de la Casa Blanca el 4 de marzo del 2022.

Foto: AP/Patrick Semansky

Joe Biden pronuncia un discurso en un auditorio de la Casa Blanca el 4 de marzo del 2022. Foto: AP/Patrick Semansky

El presidente Joe Biden ofrece una solución para frenar la inflación que azota la economía estadounidense que a simple vista parece ilógica: Recuperar los empleos en fábricas que se fueron del país.

Esto va en contra de la tesis predominante desde hace décadas, según la cual las empresas trasladaron sus operaciones al exterior para abaratar los costos, explotando mano de obra más barata. Esa política hizo que Estados Unidos perdiese 6,8 millones de puestos de trabajo, pero también bajó los precios al consumidor y redujo las presiones inflacionarias, favoreciendo el crecimiento económico.

Fue un cálculo que dejó satisfechos a numerosos empresarios y políticos. Pero ahora que Estados Unidos soporta la inflación más alta en 40 años, Biden plantea que la globalización genera un incremento de los precios. Ello se debería a que los propulsores del traslado de las operaciones al exterior no tomaron en cuenta los costos asociados con las interrupciones de las cadenas de suministros, que son cada vez más frecuentes. Las alteraciones más recientes respondieron a la pandemia del COVID-19, la escasez de productos básicos como semiconductores, feroces temporales e incendios, y, ahora, la invasión rusa de Ucrania, que disparó los precios del petróleo.

Biden dice que el gobierno tiene dos opciones para enfrentar la inflación: Puede dejar de intervenir y permitir que los sueldos y el crecimiento se desaceleren, o eliminar los factores que generan inflación en situaciones de emergencia e incertidumbre.

“Tenemos que elegir”, declaró Biden el viernes al anunciar que Simens USA había creado 300 plazas de trabajo. “Hacer que bajen los sueldos y que los estadounidenses sean más pobres o presentar un plan mejor para combatir la inflación, haciendo que bajen los costos y no sus salarios”.

Señaló que si se fabrican más semiconductores en Estados Unidos, por ejemplo, aumentará la cantidad de automóviles y otros artículos producidos en el país. Ello reforzará la cadena de abastecimiento y, en teoría, hará que bajen los precios.

Implementar es plan, sin embargo, tomaría años y se espera que los precios al consumidor a difundirse el jueves indiquen que la inflación anual subió casi un 8% el mes pasado, según la firma de estadísticas financieras FactSet.

El problema que tiene Biden es que propone soluciones a largo plazo para resolver una situación que aqueja a los consumidores a diario, de acuerdo con Douglas Holtz-Eakin, presidente del American Action Forum, una agrupación de centroderecha.

“Construir instalaciones para fabricar semiconductores es algo que toma años”, expresó. “La inflación está aquí, es un problema actual”.

La propuesta de Biden genera una batalla ideológica con los republicanos, que dicen que un programa de alivio del coronavirus de 1,9 billones de dólares es excesivo e inyecta más dinero del necesario en la economía del país. Legisladores republicanos aseguran que la inflación, que en años recientes promedió un 2%, es producto exclusivo de las políticas de Biden, mientras que el gobierno dice que responde a cuestiones estructurales de la economía mundial.

El líder del bloque republicano de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy y otros dijeron la semana pasada que la inflación, especialmente los precios de la gasolina, es lo que más alarma a la población de cara a las elecciones de mitad de término de fin de año.

“No hace falta un discurso para saber cuál es el estado de la unión”, dijo McCarthy en Twitter, aludiendo al reciente informe anual de Biden sobre el estado de cosas. “Lo percibes cada vez que vas a una tienda de comestibles y a una estación de servicio”.

Detractores de Biden dicen que su plan es un esfuerzo por generar apoyo político más que una propuesta basada en la información disponible.

“Es una cuestión de perspectiva”, opina Scott Lincicome, director de economía y comercio del Instituto Cato, libertario. “El gobierno de Biden sabe que la inflación es un gran lastre político y buscan formas de hacerle ver a la gente que tienen un plan para resolver el problema”.

Lincicome sotiene que la inflación es causada mayormente por los esfuerzos de la Reserva Federal para alentar el crecimiento, por el programa de alivio de Biden y por los retos que plantea la reactivación de la economía después de la pandemia. Recuperar las plazas que se fueron del país no resolvería esos problemas. Esa idea, afirmó, se basa en la noción de que los problemas con la cadena de abastecimientos son algo permanente.

“Las cadenas de abastecimiento mundiales reducen los costos y mejoran la eficiencia”, dijo Lincicome. “La idea de que recuperar los empleos que se fueron reducirá los costos da por sentado que la pandemia es algo continuo y esa no es la realidad”.

El gobierno de Biden está promoviendo precisamente esa tesis, diciendo que las alteraciones de la cadena de suministros son cada vez más frecuentes e inciden en los precios de formas que las empresas no habían considerado. La Casa Blanca afirma que la actual estructura de la economía estadounidense la hace vulnerable a desajustes que aumentan los precios.

Cuando las empresas comenzaron a transferir sus operaciones al exterior, no tomaron en cuenta los posibles problemas que podían surgir en sitios distantes.

No se previeron los potenciales “riesgos y desajustes, no pensaron a largo plazo, a cinco o diez años”, expresó Sameera FAzili, subdirector del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca. “Solo pensaban en reducir costos durante uno o dos años”.

El gobierno basa su análisis en parte en estudios del Instituto Global McKinsey. Un informe del 2020 de ese instituto indicó que las empresas sufrirían alteraciones en la cadena de abastecimientos de un mes o más cada 3,7 años, lo que aumenta los costos y reduce las ganancias.