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Biden, firme ante el "dictador" Putin en su discurso ante el Congreso

La vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris (izquierda), y la presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi (D-CA), aplauden al presidente de EE. UU., Joe Biden, mientras pronuncia su primer discurso sobre el Estado de la Unión en el Capitolio de EE. UU. en Washington, DC, el 1 de marzo de 2022.

SAUL LOEB / PISCINA / AFP

La vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris (izquierda), y la presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi (D-CA), aplauden al presidente de EE. UU., Joe Biden, mientras pronuncia su primer discurso sobre el Estado de la Unión en el Capitolio de EE. UU. en Washington, DC, el 1 de marzo de 2022. SAUL LOEB / PISCINA / AFP

Joe Biden se presentó como un presidente unificador y líder del mundo libre contra Vladimir Putin, a quien llamó un "dictador ruso" que subestimó la respuesta de Occidente a la invasión de Ucrania, en su primer discurso sobre el Estado de la Unión.

"Por favor, levántense si pueden y demuestren que sí, nosotros, Estados Unidos, estamos con el pueblo ucraniano", empezó diciendo casi una semana después de que Rusia invadiera Ucrania y tras hablar con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, quien le suplicó ayuda para "frenar al agresor cuanto antes".

Para Biden, Putin es "un dictador ruso, que invade un país extranjero".

"A lo largo de nuestra historia hemos aprendido esta lección: cuando los dictadores no pagan el precio de su agresión, provocan más caos", soltó refiriéndose al mandatario ruso, por haber rechazado la mano tendida al diálogo y desoído las advertencias.

Tras esforzarse durante semanas por unificar a los aliados occidentales en torno a sanciones económicas sin precedentes contra Rusia y un flujo de ayuda militar a Ucrania, no miembro de la OTAN, Biden dibujó un escenario de lo que, dijo, era un liderazgo global de Estados Unidos revitalizado.

El presidente ruso "rechazó los esfuerzos diplomáticos. Pensó que Occidente y la OTAN no responderían. Y pensó que podía dividirnos internamente. Putin estaba equivocado" y "en la batalla entre la democracia y la autocracia, las democracias están a la altura de las circunstancias y el mundo claramente elige el lado de la paz y la seguridad", aseguró.

"Putin ahora está más aislado del mundo que nunca" y "no tiene ni idea de lo que se avecina" en términos de castigos económicos, afirmó, mientras se suceden las sanciones a medida que los tanques rusos continúan con su avance hacia Kiev.

Estas sanciones también tienen repercusiones en Occidente, siendo Rusia un gran productor de crudo y de gas.

"Líderes corruptos"

Una treintena de países se han puesto de acuerdo "para liberar 60 millones de barriles de petróleo de las reservas en todo el mundo", de las cuales Estados Unidos participará con 30 millones para estabilizar el mercado, anunció el presidente a los estadounidenses, preocupados por una guerra que ha disparado los precios del crudo.

Y Putin no es el único blanco de Occidente. El demócrata también arremetió contra su entorno, los oligarcas y los "líderes corruptos" que, según dijo, han malversado miles de millones de dólares. Se quedarán sin "sus yates, apartamentos de lujo, aviones privados", advirtió.

En la sala, se encontraba la embajadora ucraniana en Washington, Oksana Markarova, vestida de riguroso negro. La había invitado la primera dama, Jill Biden, y recibió aplausos de pie.

No obstante, Biden dejó en claro que las fuerzas estadounidenses "no están involucradas y no participarán" en la guerra desatada el jueves en las puertas de Europa.

"Hecho en Estados Unidos"

Tras el abrebocas de Ucrania, comenzó con los temas domésticos. El presidente de 79 años se enfrenta en casa a una montaña de desafíos políticos, que fue desgranando y esbozando soluciones, consciente de que su popularidad cae en los sondeos tras 14 meses en el cargo para situarse en torno al 40%.

Pese a una economía fuerte, la inflación bate récords nunca vistos en cuatro décadas.

"Mi principal prioridad es controlar los precios", aseguró en un país en el que los comicios se juegan sobre temas económicos y a pocos meses de las elecciones de medio mandato los republicanos, todavía bajo fuerte influencia de su predecesor Donald Trump, podrían arrebatarle el control del Congreso.

Pidió que bajaran los precios de los medicamentos, sobre todo de la insulina, como la que usa Joshua Davis, un adolescente diabético para el que pidió una ovación.

Además, prometió reducir el déficit y tener más productos "hechos en Estados Unidos" para no quedar "a la merced de las cadenas de suministro extranjeras".

Reforma migratoria

Enumerando temas de su agenda presidencial, indicó que "la respuesta no es desfinanciar a la policía", sino "financiarla", frente a los problemas de inseguridad en algunos barrios y ciudades.

Y en cuanto a la migración por la frontera sur, por donde llegan cientos de miles de migrantes, muchos de ellos de Centroamérica, llamó al Congreso a aprobar la reforma migratoria "de una vez por todas" porque no solo es lo correcto, sino "lo económicamente inteligente".

Además de presidente unificador, se erigió como defensor de la igualdad de oportunidades para las minorías y protector de los desvalidos, como los menores transgénero, contra los que en algunos estados conservadores adoptan medidas contrarias a los procesos médicos seguidos por algunos de ellos.

Igualmente, intentó levantar la moral a los estadounidenses, deprimidos por la pandemia. "El covid-19 ya no debería controlar nuestras vidas", sostuvo ante congresistas sin mascarillas tras flexibilizarse las medidas sanitarias.

Tampoco eludió temas polémicos como el derecho al aborto, que volvió a defender pese a ser católico practicante.

Su objetivo: recuperar el brillo perdido por el desgate en el poder, juntar a sus filas e infundir ánimo. Todo en una hora.