En las movilizaciones de los camioneros canadienses, los niños abundan
En medio de los vehículos y las fogatas de los camioneros opuestos a las medidas sanitarias del gobierno canadiense contra el covid-19, aparecen una cancha de fútbol y juegos infantiles improvisados. Hace dos semanas que cientos de manifestantes ocupan Ottawa, y muchos han llegado con sus hijos para mostrarles "la historia en movimiento".
En la calle que queda frente al Parlamento canadiense, una joven madre pasea con su hija de 9 meses en la mochila porta bebé y sostiene un cartel: "Solo soy una madre común que muestra a sus hijas cómo enfrentarse a los acosadores".
"Soy una madre con una misión, los camioneros me han dado esperanza", dice Katherine Welk, quien ya se aplicó la serie de dos dosis de vacuna anticovid.
La mujer, de 32 años, señaló que está "harta" de las medidas sanitarias impuestas en el país: "Mi hija mayor empieza el colegio en septiembre y no quiero que tenga que llevar mascarilla", dice, con el pelo rubio platino recogido en una cola de caballo.
Welk confiesa que nunca antes había manifestado, pero explica a su hija de 4 años que esta movilización es "una gran fiesta para celebrar la libertad".
Ya es su segundo día en las calles de Ottawa y planea regresar el viernes.
Desde hace 14 días, cientos de camioneros y manifestantes solidarios bloquean Ottawa, la capital de Canadá, tratando de obligar al gobierno federal a levantar las medidas sanitarias para luchar contra el covid-19.
El movimiento fue lanzado por camioneros que, furiosos por verse obligados a vacunarse, someterse a pruebas anticovid o aislarse en cuarentena para poder cruzar la frontera con Estados Unidos, llegaron a Ottawa desde el oeste del país, manejando en ocasiones durante días para ocupar el centro de la ciudad que concentra el poder.
Desde entonces, el movimiento ha atraído a muchos simpatizantes, y sus demandas se han extendido al conjunto de las normas anticovid, incluido el uso de mascarillas y el pasaporte de vacunación imprescindible para acceder a determinados lugares públicos.
Ser "parte de la historia" -
"Quiero que vivan esta parte de la historia, que vean todo lo bueno que está pasando y que entiendan por qué su padre está aquí", cuenta refiriéndose a sus hijos, Dan, un empleado de 36 años que prefiere no revelar su nombre completo.
Dan llegó acompañado de su esposa y de dos hijos menores de 10 años. "Mi mujer les explica" sobre el movimiento, dice, para acotar que los dos niños "entienden lo que está pasando".
No es raro que hijos de los manifestantes se cuelen entre los adultos para poder observar la escena improvisada sobre un camión, frente al Parlamento canadiense, donde los oradores se suceden para hablar o tocar música.
El martes, la policía indicó "que alrededor del 25% de los vehículos pesados (eran) utilizados para albergar a familias con niños".
La Children's Aid Society of Ottawa dijo en un comunicado el miércoles que había recibido "llamadas continuas" sobre "preocupaciones relacionadas con el bienestar de los niños" en la protesta de Ottawa.
La pequeña Lily, que juega en la nieve, apoya sin embargo la lucha de su madre. "Realmente no me gustan las mascarillas", dice, con la bandera canadiense colgada sobre los hombros como para imitar a sus mayores.
"Hoy les hice perder un día de clases", lamenta su madre Laurence Martin, una maestra suplente de 36 años, que llegó con sus dos hijas pequeñas a las que cría sola.
Esta mujer oriunda de Quebec y de larga melena castaña asegura, de todas maneras, que está "ahí por ellos", porque Lily y su hermana, destaca, "sufrieron mucho" durante el confinamiento impuesto en la pandemia.