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Trump encara obstáculos en intento por retomar la presidencia

El expresidente Donald Trump ya se declara el 45º y 47º presidente de Estados Unidos, pero esta ocurrencia durante una partida de golf en Florida —captada en un video tembloroso con un teléfono celular y que muestra que tiene otra candidatura presidencial en mente— contrasta con los crecientes desafíos a los que se enfrenta.

El exmandatario encara una cascada de investigaciones cada vez más intensas que representan la amenaza legal más grave a la que se haya sometido nunca. Además, nuevas encuestas indican que su férreo control sobre el Partido Republicano podría estarse debilitando. Sin embargo, las personas que rodean a Trump lo describen como un hombre envalentonado por una sensación de invencibilidad que le ha permitido recuperarse de giros devastadores.

Una serie de investigaciones legales complejas se ciernen sobre Trump, su familia y muchos asociados. Las pesquisas, que se están desarrollando en múltiples jurisdicciones y que tocan de todo, desde un posible fraude e interferencia electoral hasta el papel que desempeñó en el asalto al Capitolio del 6 de enero, representan la amenaza legal más grave que Trump ha enfrentado en décadas de una vida pública a menudo contenciosa.

Las investigaciones se están intensificando a medida que el control férreo de Trump sobre el Partido Republicano podría estar comenzando a aflojarse, como reveló una nueva encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research.

Su popularidad entre los republicanos está disminuyendo un poco. Un 71% que dice tener una opinión favorable de Trump en comparación con el 78% en una encuesta AP-NORC/USAFacts de septiembre de 2020. Pero la nueva encuesta muestra que solo una estrecha mayoría de republicanos (56%) quiere que Trump se postule a la presidencia en 2024. La encuesta encontró que el 44% de los republicanos no quiere que Trump se postule.

A pesar de los vientos en contra legales y políticos, quienes rodean a Trump lo describen como tranquilo y envalentonado. Ya se ha recuperado antes de giros devastadores, como dos juicios políticos, que habrían acabado con las carreras de otros políticos.

Trump sigue avanzando y continúa advirtiendo que piensa volver a competir por la Casa Blanca.

“Él está muy animado”, comentó Darrell Scott, un pastor de Ohio y aliado de Trump que tuvo un encuentro con el expresidente recientemente.

Trump se reunió con sus principales asesores en Florida esta semana mientras traza una estrategia que podría servir como trampolín para futuros esfuerzos. El sábado se aprestaba a encabezar otro mitin estilo campaña en Texas antes de las elecciones estatales del 1 de marzo que dan inicio formal a la temporada de primarias de medio mandato.

Los representantes de Trump no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre las investigaciones o encuestas. En entrevistas y apariciones, principalmente en medios de comunicación de derecha, Trump se jacta a menudo de su historial de respaldo, y promete recompensar a los candidatos que le aseguren lealtad a su visión del partido y que repitan como loros sus mentiras electorales.

No obstante, sus intentos por inmovilizar las filas de los republicanos que aspiran a la candidatura de 2024 ha sido desigual. Algunos, incluido el exvicepresidente Mike Pence y el exsecretario de Estado Mike Pompeo, se han negado hasta ahora a poner objeciones, pronunciando discursos y viajando a estados clave, con que señalan que están sopesando seriamente hacer campaña.

El gobernador de Florida, Ron DeSantis, también es visto como otro contendiente para la nominación presidencial republicana y llamó la atención recientemente cuando dijo que uno de sus mayores arrepentimientos como gobernador fue no haber replicado cuando Trump instó a los estadounidenses a quedarse en casa en los primeros días de la pandemia de COVID para detener la propagación del virus.

A medida que Trump intenta avanzar, también lo hacen los casos legales en su contra.

El lunes pasado, los jueces de Georgia aprobaron una solicitud de un jurado especial presentada por el fiscal del condado de Fulton, que ha estado investigando si Trump y otros infringieron la ley al tratar de presionar a las autoridades estatales para que desestimaran la victoria del presidente Joe Biden en las elecciones de 2020. La fiscal de distrito del condado de Fulton, Fani Willis, dijo que su oficina recibió información “que indicaba una probabilidad razonable” de que las elecciones habían estado “sujetas a posibles interrupciones penales”.

En Nueva York, la fiscal general del estado, Letitia James, afirmó en una presentación judicial la semana pasada que su oficina descubrió pruebas de que una compañía de Trump usó valuaciones “fraudulentas o engañosas” de sus palos de golf, rascacielos y otras propiedades a fin de obtener préstamos y beneficios fiscales. Aunque sus abogados dijeron que no habían decidido entablar una demanda en relación con las acusaciones, admitieron que la compañía sobreestimó el valor de las donaciones de terrenos realizadas en Nueva York y California en los documentos presentados al Servicio Interno de Impuestos del Departamento del Tesoro (IRS por sus siglas en inglés) y que informó erróneamente el tamaño del penthouse de Trump en Manhattan, entre otras valuaciones engañosas.

La Fiscalía de Distrito en Manhattan también ha estado trabajando con la oficina de James en una investigación penal paralela, que resultó en cargos el verano pasado contra la compañía de Trump, la Trump Organization, y su jefe de finanzas, Allen Weisselberg.

Mientras tanto, en Washington, la comisión que investiga la violenta insurrección del 6 de enero entrevistó a cientos de testigos, emitió decenas de citaciones y obtuvo decenas de miles de páginas de registros, incluidos mensajes de texto, correos electrónicos y registros telefónicos de personas cercanas a Trump, así como miles de páginas de récords de la Casa Blanca que Trump luchó por ocultar de la vista del público. Entre ellos: un proyecto de orden ejecutiva que proponía utilizar los activos del Departamento de Defensa para confiscar las máquinas de votación, dijo el presidente de la comisión, el representante Bennie Thompson.

Un alto funcionario del Departamento de Justicia dijo días atrás que los fiscales están investigando certificados falsos enviados a los Archivos Nacionales con listas inventadas de electores que declararon erróneamente a Trump ganador en siete estados que en realidad perdió, como parte de una campaña desesperada para subvertir la voluntad de los votantes.

El fiscal general Merrick Garland ha dicho que el Departamento de Justicia sigue comprometido con “hacer que todos los autores del 6 de enero, a cualquier nivel, rindan cuentas ante la ley, ya sea que estuvieran presentes ese día o fueran de otra manera penalmente responsables del asalto a nuestra democracia”.

Como presidente, Trump estuvo en gran medida protegido de las consecuencias legales, pero desde que dejó la Casa Blanca ya no.

David Weinstein, exfiscal federal en Miami, dijo que los problemas legales de Trump hasta ahora se han relegado en gran medida a “cosas de dinero”, con varias demandas en busca de pagos. Pero acostó que lo que Trump enfrenta ahora, particularmente en Georgia y Washington, algo que describió como “más significativo, porque eso conlleva la exposición potencial a un castigo penal”.

“Si pueden probar la intención, el conocimiento, la participación en un complot en curso”, afirmó, “eso es una posible exposición penal, algo que nunca antes había enfrentado”.

Sin embargo, quienes han trabajado con Trump dijeron que es probable que él y quienes lo rodean continúen descartando las investigaciones como nada más que “cacerías de brujas” con motivaciones políticas destinadas a dañar sus futuras perspectivas políticas.

Después de pasar tantos años saltando de una crisis a la siguiente —desde la investigación de la injerencia de Rusia en las elecciones hasta indagaciones sobre todo tipo de cosas, desde el contrato de arrendamiento de su hotel en Washington hasta los sobornos de una exestrella porno—, estar bajo investigación en la esfera de Trump es la norma.

Para muchos en su círculo, “ser citado es una insignia de honor”, comentó Stephanie Grisham, la exsecretaria de prensa de la Casa Blanca que renunció el 6 de enero y desde entonces ha escrito un libro contra Trump.

“Es fácil decir ‘Es solo otra cacería de brujas’ porque eso es lo que decíamos sobre todo”, afirmó. ”La gente está redoblando su apuesta. Eso es lo que hacemos en el mundo de Trump, duplicamos las apuestas. Y solamente hay que afirmar que es una cacería de brujas, afirmar que es un teatro político. Y así es como consigues que tus seguidores sigan donando dinero y sigan creyendo que están del lado de los buenos”.

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