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Cambio climático vuelve incierto el futuro del esquí nórdico

Un esquiador se desliza por loos senderos del Parque Nevado Cabin Creek, cerca de Easton, Washington, el 19 de diciembre de 2021. Foto: AP/Martha Bellisle

AFPWinthrop, Washington, EE.UU.

Por primera vez en 32 años, los organizadores del Festival de Esquí de Fondo Rendezvouz en West Yellowstone, Montana, tuvieron que cancelar su evento en noviembre.

La razón para descartar una competición que suele poner en marcha la temporada de esquí fue muy sencilla: No había nieve.

A unas 300 millas (482 kilómetros) de ahí, el Centro Nórdico Soldier Hollow en Utah ofreció clases de esquí en ese mismo mes gracias a la construcción de un sistema elaborado para producir nieve.

Y un grupo pequeño en Vermont logró elevar al doble los días en que podía practicarse el esquí en sus instalaciones, tras instalar nuevos ductos para suministrar las ingentes cantidades de agua que requieren los sistemas que arrojan nieve.

Ello no funcionará en la zona conocida como Methow Trails en el norte de Washington. Después de todo, no es posible cubrir sus 124 millas (200 kilómetros) de pistas de esquí con nieve artificial.

En vez de ello, se trabaja en planes para mudar las actividades a zonas más elevadas en caso necesario.

La nieve no ha dejado de caer, pero tampoco se está acumulando como antes ni llega a zonas tan extensas, en medio del cambio climático, el cual está afectando un deporte que creció notablemente en el invierno de 2020, luego que sobrevino la pandemia.

Muchos escaparon del encierro acudiendo a las pistas del esquí de fondo, en busca de ejercicio físico, air fresco y serenidad.

De pronto, hubo algo en que los esquíes nórdicos se parecían al papel sanitario: Era difícil encontrarlos en las tiendas.

“Lo que hizo el COVID fue sacar a la gente”, dijo Reese Brown, director general de la Asociación de Áreas de Esquí de Fondo con sede en Vermont. “Hizo que numerosas personas incursionaran en el esquí de fondo porque es el deporte invernal perfecto”.

Pero el cambio climático vuelve incierto el futuro de todo el esquí, desde los principales circuitos de la Copa Mundial y los grandes complejos turísticos hasta los negocios familiares que atraen a deportistas aficionados los fines de semana.

Para los centros de esquí nórdico, las temperaturas más cálidas implican más precipitación en forma de lluvia, no de nieve. Ello les obliga a comprar maquinaria productora de nieve para cubrir sus senderos.

La escasez de agua y los altos costos imposibilitan esa alternativa para algunos, particularmente en el oeste de Estados Unidos. Un nuevo estudio predice que los estados de esas zonas montañosas se quedarán con “poca o nula nieve” en un periodo de entre 35 y 60 años, si las emisiones de gases invernadero continúan en los niveles actuales.

Los problemas han afectado ya a los deportistas de elite que pasan más tiempo que los demás en la nieve.

La falta de nieve dificultó el entrenamiento inicial de la temporada para muchos de los principales competidores en el esquí de fondo y el biatlón, mientras se preparan para los Juegos Olímpicos que comenzarán el mes próximo en Beijing.

Algunos integrantes del equipo estadounidense de esquí acudieron a Alemania en el otoño para entrenar en un túnel de esquí.

“En el esquí de fondo, vemos el impacto del cambio climático en las localidades por las que pasamos”, dijo la campeona olímpica estadounidense Jessie Diggins. “Hay años en que ha habido ahí sólo nieve producida por el hombre y apenas dos kilómetros para esquiar, en un pequeño circuito, como una rueda de hamster”.

El equipo entrenó en un poblado del norte de Finlandia que suele estar cubierto de nieve a mediados de noviembre. Incluso ahí, los senderos disponibles eran limitados.

“Estuvimos esquiando en una franja de nieve sucia, hecha por el hombre, y había algo de musgo verde y flores moradas que nacían a un costado del camino”, relató Diggins. “Se ve mal y se siente mal”.

Marine Dusser Bjornsen fue integrante del equipo francés de biatlón. Reside ahora en Winthrop, Washington, donde opera una tienda de esquíes junto a su marido, el esquiador estadounidense retirado Erik Bjornsen.

“Cuando yo tenía 15 o 16 años, íbamos al glaciar a esquiar y era perfecto”, dijo. “Ahora, esos glaciares no existen más. Sólo hay roca”.

Los esquiadores nórdicos y los biatletas construyen su éxito en el verano, reza un adagio. Pero el cambio climático ha reducido las posibilidades de entrenar en la nieve.

Brian Halligan, director de entrenamiento de biatlón en el centro Auburn Ski Club de Truckee, California, dice que el humo de los incendios forestales que afectaron la zona de Lake Tahoe en septiembre acabó con su temporada otoñal. Agregó que había contemplado la posiblidad de realizar prácticas en la costa este para evitar el humo.

Methow Trails, en el extremo oriental de las montañas Cascade, se ostenta como el mayor sistema de senderos para esquí en América del Norte, con 124 millas (200 kilómetros) de recorridos tersos entre los poblados de Winthrop y Mazama, gracias a convenios con más de 200 propietarios de tierras, tanto federales como privados.

La operación contribuye significativamente con la economía de la región, a razón de más de 12 millones de dólares por temporada, dijo James DeSalvo, director general del sistema.

“Podría haber consecuencias drásticas si la nieve se derritiera”, advirtió.

Los operadores de Methow han dedicado años a prepararse para la eventualidad de que la nieve escasee o simplemente no llegue. Pero esos planes no incluyen la fabricación de nieve, puesto que el recorrido es simplemente demasiado extenso.

DeSalvo añadió que el agua es preciada y el condado circunvecino ha prohibido la perforación de pozos.

Una opción consiste en mudar los senderos a mayores alturas, aprovechando los viejos caminos que empleaban los leñadores.

Aunque no es una opción en todos lados, la fabricación de nieve ha dado nueva vida a algunas áreas de esquí a campo través, donde la nieve simplemente desapareció.

Algunos centros nórdicos más pequeños en Vermont lograron hacerse de sistemas productores de nieve por entre 65.000 y 80.000 dólares, dijo Brown.

El procedimiento requiere apilar la nieve fabricada y emplear excavadoras para distribuirla en los senderos.

En Ripton, Vermont, el Centro Nórdico Riker realizó una inversión mayor, y amplió de 70 a 140 el número de días en que puede practicarse el esquí, gracias al equipo productor de nieve HKD. El costo inicial superó los 850.000 dólares y requiere 40.000 cada temporada por concepto de mantenimiento del sistema, explicó Brown.

Luke Bodensteiner, gerente general del centro Soldier Hollow donde se realizaron las carreras de esquí de fondo y el biatlón durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 en Salt Lake City, dijo que el cambio climático ha reducido la nieve que se ve cada año.

Utah espera albergar los Juegos Olímpicos de Invierno en 2030 o 2034. Soldier Hollow ha invertido en equipo novedoso para producir nieve a fin de posibilitar la obtención de esa sede.

Ayuda el que la zona se encuentre a una altura de 5.900 pies (1.798 metros) con temperaturas más frías. Sin embargo, el cambio climático ha causado su impacto.

“Los inviernos naturales se vuelven definitivamente más cortos", dijo. ”Probablemente hemos perdido dos o tres semanas de esquí sobre nieve natural al comienzo de la temporada, al principio y al final del año, desde que este lugar se estableció".

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