EE.UU.

Enfoque

Una crisis humanitaria amenaza a Nueva York

J.C. MaloneNueva York, Estados Unidos

El sábado ex­piró la mora­toria de des­alojos en el Estado de Nueva York; los $49,000 millones de asistencia a los inquilinos del Gobierno Federal se agotaron.

Hoy, lunes, es feriado por el cumpleaños de Mar­tin Luther King.

Mañana, martes, será el primer día laborable para iniciar los procedimientos de desalojos prohibidos durante la pandemia.

Nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos inquilinos neoyorquinos enfrentarán demandas de desalojos.

El último dato disponi­ble, de 2019, el año antes de la pandemia, se presen­taron 140 mil demandas de desalojos. Ese núme­ro podría triplicarse por la pandemia, a casi medio millón de familias amena­zadas con terminar en las calles.

Los desalojos masivos tendrán implicaciones fue­ra de las cortes. En las ca­lles, dispararán delincuen­cia, mendicidad, familias desamparadas, sin hogar, hacinadas en esquinas, agravando problemas de salud física y mental, hasta garantizando nuevos bro­tes de covid-19.

Sólo 10 mil familias deam­bulando por la ciudad, crea­rían una crisis sin precedentes.

Todo esto se suma a la pau­latina escasez y desabasteci­miento, muchas tiendas tie­nen tramos totalmente vacíos.

En Nueva York también se producen los llamados “sa­queos blandos”, gente que entra a las tiendas con bolsas inmensas, las llenan de mer­cancía y salen sin pagar. La policía no persigue eso des­de los saqueos que siguieron al asesinato de George Floyd en Minnesota.

La capital de la opulen­cia está en las puertas de una seria crisis humanita­ria, con profundas implica­ciones políticas.

Un año electoral En Nueva York, la gober­nadora Kathy Hochul, que asumió la gobernación en septiembre tras la renuncia de Andrew Cuomo, enfren­ta un serio problema.

Hochul planea una can­didatura para retener el empleo, pero los dueños de propiedades la presio­nan para que no extienda la moratoria de desalojos.

Ni a ella, en capaña, ni al recién inaugurado alcalde de Nueva York, Eric Adams, le conviene la posibilidad de una catástrofe humanitaria­na en un año electoral.

Este año tendremos las elecciones de medio tér­mino en noviembre pa­ra renovar la matrícula del Congreso y varias goberna­ciones estatales.

Hochul dijo el jueves que ella y la legislatura es­tatal buscarán la forma de evitar la crisis humanitaria que implicarían los desalo­jos masivos.

La situación no es exclu­sivamente de Nueva York, Hochul y los gobernadores de New Jersey, Illinois y Ca­lifornia le solicitaron al De­partamento del Tesoro más ayuda financiera para los inquilinos.

No hay respuesta. Esto envuelve un proble­ma politico mayor, los cuatro estados goberna­dos por demócratas mas importantes y poblados del país están al borde de una crisis humanitaria. Y, por esas ironías de la vida, mucha gente se está mu­dando de Nueva York a es­tados sureños conservado­res como Texas, Florida y Arizona.

Hay una cosa segura, ha­brá que buscarle su dinero a los dueños de propiedades para cumplir con el manteni­miento, pagos de hipotecas, agua, calefacción y otros gas­tos administrativos.

La ciudad deprimida Los trenes y autobuses es­tán constantemente retra­sados, la explicación es que muchos conductores están enfermos de covid-19.

Times Square está casi solitaria, en Bryant Park, en el patio de la Biblioteca Pú­blica de Nueva York, ayer no había filas para entrar a la pista de patinaje.

Ciertamente todo esto demuestra que en la ciu­dad de Nueva York, la re­cuperación económica ha sido muy tímida, tiene ca­si un 10 por ciento de des­empleo, más del doble del promedio nacional.

La actual crisis de pagos de renta también afecta directamente los ingresos municipales neoyorqui­nos, el impuesto sobre los contratos de alquiler es una parte significativa.

La moratoria para el des­alojo de locales comerciales también expiró el sábado y cada vez más compañías notifican su intención de dejar a sus empleados tra­bajando desde sus casas.

De esa forma se econo­mizan los astronómicos al­quileres comerciales del bajo Manhattan, pueden aumentarle el sueldo a sus empleados sustancialmen­te y aún así economizar mu­cho dinero.

La ciudad que nunca duerme está amenazada por el sueño eterno; Nueva York sólo es la pantalla que refleja una profunda crisis nacional con serias implica­ciones mundiales

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