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Peregrinos regresan a honrar a Virgen de Guadalupe en México

Los fieles han regresado a honrar a la Virgen de Guadalupe, patrona de México y América Latina, pero con la “nueva normalidad” por la pandemia: sin poder dormir junto a la basílica, ni realizar rezos o bailes en la gran plaza situada en el norte de la capital mexicana.

Desde el siglo XVI, el Cerro del Tepeyac —donde los católicos creen que la Virgen se le apareció al indígena Juan Diego, y donde se levantó el templo actual— ha sido un punto de peregrinaje para millones de fieles el 12 de diciembre, día de la “Guadalupana”, y su cierre por estas fechas el año pasado debido al COVID-19 fue algo insólito.

Ahora, aunque la pandemia continúa, las autoridades civiles y religiosas retomaron la tradición, pero con ciertas limitaciones.

“Danzamos fuera, pero con mucha emoción”, explicó Miguel Angel Soriano, líder de un grupo de danzantes —“tecuanes”— procedentes de una zona indígena del estado de Puebla (al sureste de la capital) que tradicionalmente realizaban su baile en la gran plaza frente a la basílica, pero en esta ocasión lo hicieron en una avenida aledaña.

El flujo de miles de peregrinos no paró durante el fin de semana, aunque la explanada estaba casi vacía este año y todos debían acceder al templo por un camino marcado con vallas.

Había peregrinos de todas las edades, y lo mismo cargaban imágenes atadas a sus espaldas que flores y estandartes, o iban disfrazados de jaguar o de diablo. Un ejemplo eran los danzantes del grupo de Soriano, que dedicaron a la Virgen una danza ritual tradicional, un baile prohibido luego de la conquista española pero que hoy es uno de los ejemplos del sincretismo entre lo prehispánico y lo católico que tiene esta celebración.

Los fieles entraban a la plaza después de que les aplicaran medidas de sanidad, y caminaban entre vallas. Allí se les apremiaba a no detenerse para luego entrar a la basílica, pasar ante la imagen de la Virgen y salir de forma inmediata.

Aunque mucho menos que antes de la pandemia, también llegaron algunos peregrinos extranjeros, como la francesa Esperance Proilain, que venía para pedirle a la Virgen “salud, larga vida, felicidad y todas los dones, todas las cosas buenas que necesitamos”, según dijo.

Faltaron por segundo año las famosas “mañanitas” en vivo, la canción de cumpleaños típica mexicana que antes de la pandemia era entonada a medianoche, en los primeros minutos del 12 de diciembre. Pero nada de ello impidió que los creyentes se mostraran contentos.

“Después de la pandemia se tiene una tranquilidad por volver”, decía Angélica García, una joven de 17 años del estado de Puebla, al este de la capital.

Unos llegaron en bicicleta, como García, y otros en moto con imágenes de la Virgen amarradas al asiento, caminando con grandes pinturas de “La Morenita”, como se le dice de cariño, o incluso de rodillas.

Este año no faltarían oraciones por Vicente Fernández, conocido como el rey de la canción ranchera, fallecido el domingo por la mañana, o por los 55 migrantes muertos al volcar un camión en el sur del país esta semana, por los que previsiblemente rogaría la pequeña caravana de unos cientos de migrantes que preveía llegar a la basílica por la noche.

Pero los fieles llegan sobre todo para cumplir promesas y agradecer sanaciones.

“Pasé COVID y vine a dar gracias a la Virgen que me dejó vivir”, manifestó José Guillermo Román, que llegó a la basílica con su hija y un ramo de flores después de haber estado con oxígeno dos meses.

Según el gobierno de la capital, desde el 1 de diciembre y hasta el domingo habían visitado la basílica un millón y medio de personas, una cifra mucho menor a la de incluso 10 millones que podían llegar en todo el mes en las épocas previas a la pandemia, procedentes no sólo de México sino de distintos lugares de América Latina.