El papa urge a una formación renovada para el clero que trabaja con menores
ASÍ LO EXPRESO EN UN MENSAJE ENVIADO A UN ENCUENTRO SOBRE LA DEFENSA DE LOS MENORES EN LA ÉPOCA DE LA COVID-19
El papa Francisco urgió hoy a "una formación renovada" de todos los religiosos que trabajan con niños para prevenir que se vuelvan a repetir los casos de abusos de menores y de poder.
Así lo expreso en un mensaje enviado a un encuentro sobre la defensa de los menores en la época de la COVID-19 organizado por la comunidad Papa Juan XXIII.
Francisco instó a "hacer todo lo posible para crear una cultura capaz de evitar que tales situaciones no sólo no se repitan, sino que no encuentren espacio para ser encubiertas y perpetuadas", como ya había escrito en su carta al Pueblo de Dios del 20 de agosto de 2018.
Sobre la lucha contra la pederastia en la Iglesia, el pontífice explicó que se trata de un viaje que todos deben hacer "urgidos por el dolor y la vergüenza de no haber sido siempre buenos custodios, protegiendo a los menores que nos han sido confiados en nuestras actividades educativas y sociales".
Y este proceso de conversión de la Iglesia "requiere urgentemente una formación renovada de todos los que tienen responsabilidades educativas y sociales y trabajan en entornos con menores".
"Sólo así, con una acción sistemática de alianza preventiva sistemática, será posible erradicar la cultura de la muerte que es portadora de toda forma de abuso, ya sea sexual, de conciencia o de poder", insistió.
Para Francisco, "la prevención debe ser una forma permanente de promover una fiabilidad siempre renovada y segura hacia la vida y el futuro, en la que los menores deben poder confiar".
El pontífice argentino también valoró la contribución de los religiosos jóvenes que se han formado en los varios cursos y seminarios que existen porque su trabajo "será inestimable a la hora de reconocer situaciones de riesgo y de llamar valientemente a toda la comunidad a su responsabilidad en la protección de los menores".
Para concluir, mostró su deseo de "que la protección de los menores sea cada vez más concreta y una prioridad ordinaria en la acción educativa de la Iglesia" respecto "a todas las formas de dominación, desfiguración de la intimidad y silencio cómplice".