Ley de aborto en Texas cierra vías para muchas adolescentes
Veronika Granado estaba nerviosa, parada ante un juez, sabiendo que si decía algo equivocado las cosas pudieran acabar mal para ella, pero la joven de 17 años no había cometido ningún delito ni había presentado una demanda. Granado fue a un tribunal en Texas para pedir permiso para hacerse un aborto.
Ella era una de los miles de adolescentes agobiadas por los obstáculos que existen en Estados Unidos para hacerse un aborto legalmente, especialmente si son de minorías o viven en estados donde el acceso al aborto esa severamente limitado. Treinta y ocho estados requieren alguna forma de consentimiento de los padres para que cualquier mujer menor de 18 años se practique un aborto. De esos, casi todos, incluso Texas, ofrecen una alternativa: pedirle a un juez su autorización para evitarse tener el permiso de los padres.
Pero las nuevas restricciones en Texas que esencialmente prohíben el aborto después de las seis semanas de embarazo han hecho esos pedidos imposibles. El proceso de acudir al juez requiere una sonografía. Conseguir una audiencia puede tomar semanas. Para entonces, las mujeres a menudo han pasado las seis semanas de embarazo. Y a medida en que otros estados aprovechan el éxito de Texas y afinan sus propias restricciones, esas vías se les están cerrando.
Los partidarios de las leyes de consentimiento parental dicen que los padres deben tener la autoridad sobre el procedimiento médico, pero las adolescentes que buscan un aborto enfrentan a menudo abusos o amenazas de quedarse sin hogar si les dicen a sus padres o custodios que están embarazadas, dijo Rosann Mariappuram, directora ejecutiva de Jane’s Due Process, la primera organización en el país dedicada a ayudar a las jóvenes en el proceso de acudir a un juez y una de las pocas agrupaciones de su tipo en la nación.
El grupo trabaja con unas 350 mujeres al año en Texas. Aproximadamente 10% están en hogares temporales y 80% son adolescentes no blancas.
La mayoría han pasado las seis semanas cuando acuden a la organización. Las adolescentes que han estado menstruando apenas unos cuantos años no saben cómo monitorearse. Las deportistas tienden a tener menstruaciones irregulares y a veces, cuando las jóvenes usan anticonceptivos, experimentan sangrado irregular, que pudieran confundir con la menstruación. Todos esos factores llevan a menudo a las menores —y también a las adultas— a no detectar indicios tempranos de embarazo.
Kenzie Reynolds era una estudiante de 17 años cuando descubrió que estaba embarazad. Su pareja era nociva y muy dominante y ella no podía decirle a su familia sobre el embarazo ni su intención de tener un aborto porque ellos son muy cristianos y se oponen, dijo. Ella trató de decirle una vez a su madre que quería usar anticonceptivos, pero la madre evitó la conversación una y otra vez.
Reynolds encontró entonces a Jane’s Due Process, pero pasaron cuatro semanas antes de que ella pudiera siquiera ver a un juez para hacer su pedido.
“Lo peor de todo fue lo horrible y lo aislada que me sentí”, dijo.
Un mes más tarde, compareció ante un juez. Habló sobre la relación con su pareja, su desesperación y su terror, pero el juez rechazó el pedido.
“El pasó junto a mí como si yo ni siquiera estuviera allí”, afirmó. “Sentí que él no me veía como una persona”.
Aunque ella pudo haber apelado, ya tenía 10 semanas de embarazo, demasiado tarde para tomar una píldora abortiva, además de que una apelación no sería algo seguro. Reynolds entonces se puso en contacto con el grupo Lilith Fund para tomar un vuelo a Nuevo México, donde se hizo un aborto y voló de regreso a casa el mismo día.
“Al final de todo, me di cuenta de que yo era considerada demasiado joven para tener un aborto, pero lo suficientemente madura para criar un hijo”, dijo Reynolds, que compartió su historia por medio de WeTestify, un grupo dedicado a representar a mujeres que han tenido abortos. Ahora de 21 años, Reynolds terminó la relación con su pareja de entonces —algo que quizás no hubiera podido hacer si tenían un niño— y va a la universidad.
Ahora, las llamadas al grupo han caído enormemente, pero los pedidos de los servicios de control de natalidad que provee han aumentado al triple, dijo Mariappuram.
Cada estado tiene sus propias reglas para decidir cómo las jóvenes pueden evitar el consentimiento parental a través de un juez. Quince estados requieren que los jueces usen el estándar de “evidencia clara y convincente” para determinar si una adolescente es lo suficientemente madura para hacerse un aborto y si el aborto es en su mayor interés, de acuerdo con el Instituto Guttmacher, que promueve el derecho al aborto. Algunos estados requieren que los jueces tomen su decisión en 48 horas, mientras que otros les dan varios días.
Los jueces tienen discreción total para tomar su decisión y pueden preguntar básicamente lo que se les ocurra. A veces hacen preguntas que invaden la privacidad, como cuántas parejas sexuales ha tenido una joven, dijo Mariappuram.
“Nosotros decimos que cada vez que uno envía a alguien a la corte para esto, es traumático, porque básicamente les hacen pensar que violaron la ley”, dijo.
Unos pocos estados están reconsiderando sus políticas. Massachusetts redujo el año pasado la edad para requerir el consentimiento parental. En Illinois, los legisladores que respaldan el derecho al aborto trabajan para repelar una ley de notificación a los padres para garantizar que las personas tengan acceso a servicios de aborto seguros.
En contraste, Cathi Herrod, presidenta del Center for Arizona Policy, que aboga por las restricciones al aborto, dijo que los abortos son una decisión médica que cambia vidas en la que los padres deben tener voz y voto. Aunque ella se opone a la opción de un juez para evitar el permiso parental dice que las cortes la han ratificado reiteradamente.
“Los padres no deberían ver negada su capacidad de supervisar una decisión de su hija”, dijo Herrod. “Una joven merece la guía de sus padres al tomar esa decisión”.
Tomar la decisión de terminar su embarazo no planeado no fue la parte difícil para Granado, que nació cuando su madre tenía 17 años. Ella sabía lo que sería tratar de ser una madre adolescente y deseaba ser la primera en su familia en graduarse de la universidad.
Pero temía que su mamá la sacara de la casa si se enteraba de su embarazo y de su decisión de tener un aborto. Descubrió a Jane’s Due Process cuando investigaba sus opciones, se reunió con un abogado, se hizo la sonografía requerida y solicitó una cita con el juez.
Granado fue la primera de cuatro personas en llegar a una pequeña habitación en un tribunal en Rio Grande Valley, en Texas. Se paró ante el juez, un hombre hispano mayor, quien quería saber por qué los padres no podían estar involucrados en el proceso, por qué ella no podía criar al niño y cuáles eran sus planes para el futuro.
“Básicamente, mi vida estaba en manos del juez”, dijo Granado.
Él le dijo que su religión se oponía al aborto, pero que tenía que ser imparcial como juez. Accedió a su pedido. Una semana y media más tarde, Granado tuvo el aborto.