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El cielo puede esperar, no así una llamada para el Papa

Tal vez el cielo pueda esperar, no así una llamada telefónica para el Papa. Apartándose del protocolo, el papa Francisco tomó un teléfono celular que le alcanzó un asistente mientras se encontraba en el centro del escenario de una sala del Vaticano durante su audiencia pública semanal de los miércoles.

Francisco, quien acababa de impartir la bendición, conversó animadamente durante unos minutos con quienquiera que se encontrase en el otro extremo de la línea.

El papa gesticulaba con una mano como si su interlocutor pudiera verlo mientras con la otra sostenía el artefacto junto a su oído izquierdo. Parecía estar explicando algo a alguien y no cesaba de hablar.

Movió dos veces la mano derecha como si firmara algo.

El Vaticano no respondió de inmediato a la pregunta de por qué el papa recibió la llamada.

Después de impartir la bendición, el pontífice suele mezclarse con la gente y saludar a algunas personas con afecto. Pero, apartándose nuevamente de la rutina, Francisco cambió bruscamente de dirección mientras hablaba con otro asistente y en lugar de descender los escalones del escenario para saludar a los fieles, se dirigió hacia una puerta de salida del escenario que estaba cerrada.

El asistente, y luego el papa, hicieron un gesto a la gente para que esperara. El asistente abrió la puerta y el papa salió del escenario. Al cabo de unos minutos, Francisco regresó y descendió la escalinata de mármol para mezclarse con la gente que quería estrecharle la mano o tomarse una selfie con él.