Surgen medios de prensa alternativos en Venezuela
El precario sistema de difusión de noticias es una de varias formas alternativas de informar que ensayan periodistas
Tras montarse a un autobús de Caracas, Juan Pablo Lares se sienta adelante, de cara a los pasajeros, y empieza a leer noticias, mientras un colega sostiene un marco negro de cartón frente a su rostro para dar la impresión de que es una transmisión televisiva.
“¡Buenos días! Este es el noticiero de El Bus TV Capitolio”, dice Lares a los pasajeros, que en general escuchan atentamente. Las noticias que da no siempre son halagadoras para el gobierno socialista.
El precario sistema de difusión de noticias es una de varias formas alternativas de informar que ensayan periodistas que pelean por conservar la libertad de prensa en Venezuela. Igual que en otros países, la prensa lucha por mantenerse a flote en medio de muchos obstáculos en Venezuela, pero sus dificultades van más allá de una reducción en los ingresos por publicidad.
Enfrenta crecientes presiones de un gobierno que trata de controlar la información, suele abrir procesos y multar a medios críticos del gobierno a quienes critican a los funcionarios y monopolizó la producción local y venta de papel de diario. Esto deja a millones de personas a merced de la información de medios oficiales.
“Este noticiero es una forma de vencer la censura y la desinformación en Venezuela”, les dijo Lares a los pasajeros tras su “transmisión” de una tarde de julio. Entre las informaciones que pasó figuraron una sobre el deterioro de una universidad local considerada Patrimonio de la Humanidad y otra sobre los efectos de la hiperinflación.
Hay periodistas que reparten periódicos gratis entre los pasajeros y en las paradas de autobuses, alentando a la gente a compartir los diarios con otros. Algunos caminan por los barrios y les leen las noticias a personas que se juntan a su alrededor o que los escuchan desde las ventanas de sus casas.
Desde que asumió el presidente Nicolás Maduro en el 2013, más de 60 medios informativos cerraron, algunos abrumados por cierres y multas multimillonarias impuestas por la comisión de telecomunicaciones, que los acusó de promover el odio y la desestabilización del gobierno.
Las medidas de Maduro contra la prensa, a la que acusa de conspirar contra su gobierno y de diseminar información falsa, son una extensión de las tácticas empleadas por su predecesor y mentor, Hugo Chávez, quien tras asumir en 1999 dijo que la prensa independiente era su enemiga.
Natalie Southwick, coordinadora del programa de América Latina y el Caribe del Comité para Proteger a los Periodistas, dijo que Venezuela es uno de los países más difíciles para la prensa independiente porque el gobierno emplea distintas herramientas —desde el hostigamiento físico y la detención de periodistas al uso de tribunales para juzgar a los medios— para limitar el espacio de la prensa crítica.
“Todo esto contribuye al objetivo de tratar de controlar la información, dentro y fuera del país”, dijo Southwick. “Es por ello que vemos gente que va desde (el presidente Recep) Erdogan en Turquía hasta Maduro en Venezuela, que le apuntan a la prensa independiente. Saben que compromete su capacidad de controlar lo que escucha la gente y su toma de decisiones”.
En mayo, un tribunal embargó la sede del diario El Nacional, un medio crítico de Maduro y de sus más estrechos colaboradores. La medida fue producto de una demanda por difamación radicada por el vicepresidente del partido de gobierno, Diosdado Cabello, y trató de garantizar el pago de daños por millones de dólares.
El mismo mes, el diario El Tiempo de Anzoátegui, el noreste del país, suspendió su publicación impresa pero mantuvo la edición digital. Espacio Público, una organización no gubernamental que documenta la censura de la prensa en Venezuela, dijo que el diario suspendió la edición impresa por la hiperinflación, los crecientes costos de mantenimiento y una escasez de papel. Importar papel de diario es cada vez más difícil por los controles de la moneda que ejerce el gobierno —que aflojó un poco recientemente— y la creación de un monopolio estatal para la venta de papel a los medios.
Ahora, los residentes de 11 de los 23 estados venezolanos no tienen acceso a diarios regionales, de acuerdo con Espacio Público.
Las presiones han hecho que algunos vendan sus bienes y se vayan del país. Así sucedió con el canal noticioso Globovisión.
En el 2013, el canal fue vendido a un grupo empresarial, incluido Raúl Gorrín, amigo del gobierno de Maduro que fue sancionado por Washington, acusado de fraude. Sus dueños originales escaparon del país tras varios procedimientos legales en su contra. Aseguran no haber cometido delito alguno y ser perseguidos porque Globovisión criticaba a Maduro.
Daniela Alvarado, coordinadora de libertad de información del Instituto Prensa y Sociedad, organismo independiente, dijo que los medios informativos alternativos “han sido el lado positivo de lo que han traído las terribles consecuencias para el ejercicio periodístico en el país, la censura y las condiciones precarias que hoy se viven”.
“Es muy importante destacar el trabajo que están haciendo estos periodistas, estos medios de comunicación, por buscar nuevas maneras de llegar a las audiencias y no solo pensar en las audiencias como algo masivo, como algo de un alcance nacional, sino pues partir de lo local, ese periodismo que prioriza las necesidades de los vecinos”, comentó Alvarado, cuya organización está pendiente de las violaciones de los derechos de los periodistas.
La hostilidad hacia la prensa coincide con una crisis política, social y económica, atribuida a la caída de los precios del petróleo y a dos décadas de malos gobiernos. El país está en recesión desde hace años. Millones de personas viven en la pobreza y soportan precios altos de los alimentos, salarios bajos e hiperinflación.
“Lo que estamos haciendo es periodismo, pero de una forma distinta”, manifestó Maximiliano Bruzal, otro periodista de El Bus TV. “El periodismo está acostumbrado a ser medios de comunicación reportando noticias en televisión, radio o los medios impresos. Lo que nosotros hacemos es salirnos de la caja, por así decirlo”.
Francisco Márquez vendía diariamente decenas de periódicos en su puesto en Caracas. Hoy recibe tres copias de diarios en una semana.
“Tres diarios. Si vienen tres personas y se llevan un periódico cada uno, se agotó el diario”, expresó el sábado en su kiosco.
A cientos de kilómetros, al sudoeste de Caracas, en la región andina, el diario La Nación alguna vez imprimió más de 30 páginas diarias y ganó premios de periodismo a nivel nacional.
Su directora, Omaira Labrador, recordó que los residentes de la zona llamaban al diario porque los dirigentes locales reaccionaban a sus artículos y respondían a las quejas de los ciudadanos. Había avisos clasificados y durante las elecciones, el diario era mucho más grueso.
Hoy, con la pandemia, la escasez de papel y de combustible, y muchos menos avisos clasificados, el diario del estado de Táchira tiene menos de 15 páginas y solo cuatro ediciones semanales.
Labrador dijo que la competencia de medios digitales y las redes sociales afecta también al diario, pero que, si bien el medio tiene un portal digital, la gente de las zonas rurales prefiere informarse a partir de diarios impresos.
El año pasado formó una alianza con otros medios y desde diciembre producen un noticiero transmitido por varias radios. El objetivo, según dijo, es “cumplir con esta misión social” de los medios de prensa, que es mantener a la gente informada.
“Por radio, por prensa (escrita), por televisión, pero que se informe”, declaró.
García Cano informó desde la Ciudad de México. Jorge Rueda colaboró desde Caracas.