Un año después, voluntarios siguen ayudando a necesitados
Moncayo dijo que este mes concluye un programa federal que hace llegar alimentos de las granjas a las familias necesitadas.
Bonifaz Díaz sigue repartiendo alimentos en bicicleta a 2.300 metros de altura en Guatemala. Sofía Moncayo continúa coordinando un programa de distribución de comida en Nueva York.
La Associated Press actualizó algunas de las historias sobre almas solidarias que difundió durante la pandemia del COVID-19 y comprobó que siguen velando por su prójimo, aportando su tiempo, su energía y sus recursos para ayudar a gente que lo necesita.
Algunos recibieron reconocimientos por sus servicios o más donaciones para sus causas como consecuencia de la publicidad.
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En febrero escribimos sobre Bonifaz Díaz, quien pedaleaba por las montañas de Quetzlaltenango con alforjas llenas de libros donados que cambiaba por incaparina, un cereal que usaba una ONG para alimentar a casi 400 niños.
Díaz sigue recorriendo 150 kilómetros (90 millas) semanales a 2.330 meteros (7.640 pies) sobre el nivel del mar. Lo hace mayormente por la mañana, para evitar las lluvias de la tarde. Calcula que reúne unos 36 kilos (80 libras) de incaparina por semana, una cantidad suficiente como para mantener el programa funcionando.
Sus temores de que las donaciones mermarían al levantarse algunas de las restricciones asociadas con la pandemia resultaron infundados. Ocurrió lo contrario: Aumentó el interés de la gente en ayudar y otros tres ciclistas se le unieron desde febrero. Una bicicletería de la zona, por otra parte, ofrece mantenimiento gratis a sus bicicletas.
“Mi temor era que, al sentir menos miedo, la gente no iba a tener ese compromiso”, expresó Díaz. “Pero el proyecto se ha fortalecido porque la gente participa”.
Díaz espera volver a trabajar en las próximas semanas en la compañía teatral que ayudó a fundar, cerrada desde hace más de un año por la pandemia, pero se propone mantener el programa solidario funcionando.
“Siento que hay razón para que exista aún sin pandemia”, comentó. “El problema de la desnutrición infantil está siempre latente”.
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A pesar de librar su propia batalla contra el coronavirus, que incluyó quedarse sin trabajo y atrasarse en el pago del alquiler de su estudio de artes marciales, Sofía Moncayo coordinó un programa de distribución de alimentos que hoy sirve a cientos de personas que repentinamente enfrentan la posibilidad de pasar hambre.
Cuando la AP publicó por primera vez su historia, se le acercó mucha gente dispuesta a colaborar en un proyecto lanzado a través de la iglesia y un centro comunitario de Mosaic West Queens, según contó Moncayo en un email.
David Shenton y Erin Shields, músicos que fueron tema de otra nota, reunieron un grupo de estrellas y celebridades de Broadway para un concierto benéfico que recaudó 6.000 dólares para el proyecto en una sola noche, relató Moncayo. El Kelly Clarkson Show donó 5.000 dólares y además le pagó a Moncayo, Shields y otro voluntario una vacación en las Bahamas en reconocimiento a sus esfuerzos. Y el LaGuardia Community College de Queens invitó a Moncayo a que hablase durante la ceremonia de graduación del 2021
Moncayo dijo que este mes concluye un programa federal que hace llegar alimentos de las granjas a las familias necesitadas y que ahora quieren aumentar un presupuesto de 20.000 dólares mensuales a uno de 30.000 dólares para satisfacer la demanda.
“El trabajo continúa”, escribió. “Y nuestros esfuerzos por recaudar fondos son más importantes que nunca”.
Moncayo, oriunda de Colombia, dice que se sintió empujada a ayudar a otros al recordar los padecimientos que vivió ella de niña en Nueva York. Todavía tiene presentes los días en que acompañaba a su familia a centros de asistencia en busca de pan y queso, y la vergüenza que sentía a veces.
“Una de las cosas que quiero hacer es asegurarme de que no vemos a la gente que pide ayuda como gente que necesita comida, sino que pensemos ‘es nuestro vecino’”.