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COVID saca a la luz prejuicios de parejas con ideas modernas

Una pareja observa el atardecer en Bal Harbour, Florida, el 19 de septiembre del 2020. 

Foto: AP

Una pareja observa el atardecer en Bal Harbour, Florida, el 19 de septiembre del 2020. Foto: AP

No importa qué tan modernos son los puntos de vista de las parejas de distinto sexo acerca de la igualdad de género: Los viejos hábitos tardan en desaparecer. El coronavirus les dejó esto bien en claro que a las parejas con hijos que tratan de encontrar un nuevo equilibrio en sus responsabilidades en tiempos de pandemia.

Según el Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, tanto madres como padres dejaron de trabajar al comenzar la pandemia, pero casi todos los hombres regresaron a sus empleos, mientras que las mujeres se quedaron en casa para atender a los hijos. Y un informe de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas señaló que en Estados Unidos las recesiones generalmente dan paso a una brecha de género del 2% en los salarios, pero una recesión causada por una pandemia produce una brecha de cinco puntos porcentuales.

Esto hace que muchas mujeres de una generación con ambiciones profesionales enfrenten los mismos obstáculos que hicieron que las mujeres ganasen menos que los hombres o quedasen directamente afuera del mercado laboral. Para resolver estos temas hay que explorar los prejuicios que tiene cada persona, procurar imitar el modelo de comportamiento que uno quisiera ver en otras familias y tratar a su pareja con empatía.

COMPARE LOS VALORES QUE DECLARA CON LOS VALORES ARRAIGADOS

Ed Coambs, terapeuta financiero de Charlotte, Carolina del Norte, les pide a sus clientes que le cuenten cómo sus familias manejaban el tema del dinero y del trabajo cuando ellos eran niños. Y comprueba que, mientras que usted tal vez valores la igualdad, los valores de su familia y de su comunidad influyen en sus puntos de vista también. Y esos valores tal vez no coincidan.

El mismo Coambs experimentó esto. Cuando conoció a su esposa, ella estudiaba dentistería y el trabajaba como bombero. Cuando ella terminó sus estudios, comenzó a ganar más que él. Al principio, Coambs estaba encantado.

“Pero después enfrentamos la realidad de la vida juntos”, expresó. “Salieron a la luz inseguridades asociadas con el hecho de que no eres el principal sostén de la casa y esta situación no encaja con las expectativas y con el papel que supuestamente debes desempeñar que tienes arraigados en tu mente”. En el caso de Coambs, su padre era el sostén económico del hogar.

La cultura afecta el sistema de valores también. Melissa Daroszewski militaba en la Asociación de Estudiantes de Derecho Negros en la universidad. “A menudo hablábamos de la cantidad cada vez mayor de mujeres negras con estudios avanzados”, comentó.

Muchas de ellas decían que querían casarse con un hombre también de raza negra, pero que les costaba encontrar uno que ganase lo mismo o más que ellas. Daroszewski, quien se graduó en el 2009 y ahora vive en Laurel Springs, Nueva Jersey, dijo que los hombres en su clase eran mayormente blancos.

“Surge un problema cuanto más avanzas en tu carrera, sobre todo si aspiras a ser socia o una figura importante en la profesión que elijas”, expresó. “Vas a querer alguien del mismo nivel o que acepte el hecho de que va a ganar menos que tú”.

“Mucha gente no se toma el tiempo de hacer madurar su relación y de pensar en estos temas tan cruciales”, sostuvo Coambs.

LOS CAMBIOS QUE QUIERES VER

Es importante hablar de los prejuicios que tiene cada uno y tratar de eliminarlos.

Darcy Lockman, autora del libro “All the Rage: Mothers, Fathers, and the Myth of Equal Partnership” (Toda la furia: Madres, padres y el mito de una unión basada en la igualdad), busca ejemplos en la historia. Dice que durante la Segunda Guerra Mundial muchas mujeres trabajaron afuera de sus casas y despejaron el camino para que otras lo hicieran. “Los comportamientos no cambiaron porque las actitudes cambiaron”, expresó Lockman. “Las actitudes cambiaron porque los comportamientos cambiaron”.

La pandemia, señaló, genera una nueva dinámica. Cuando el hombre puede trabajar en la casa y la mujer tiene que estar presente en su empleo, la participación del hombre en las tareas del hogar aumenta significativamente. “Millones de niños y vecinos verán más hombres en la casa”, manifestó, y esto puede generar a su vez otros cambios en las actitudes sociales.

SEA REALISTA

Larin Brink trabajaba como asistenta de jefe de utilería antes de tener hijos. Ahora trabaja en la Virginia Commonwealth University de Richmond, Virginia. Tiene más tiempo para la familia, pero ya no gana lo mismo que su marido. Su esposo participa a menudo en conferencias y ella tiene que ocuparse de las clases virtuales de sus hijos y de las idas al pediatra.

“Ya no gano tanto, de modo que mi trabajo no es tan importante. No me gusta nada eso, pero es la realidad”, expresó.

Brink, no obstante, admite que su esposo tiene sus propios problemas, incluido el temor de quedar rezagado en su trabajo porque sus compañeros sin hijos están más disponibles que él. “Quiere estar presente y demostrar lo que vale”, comentó.

Es bueno ver las cosas desde la perspectiva del otro, según Coambs. “¿La comprensión lo cura todo? No”, manifestó. “Pero es un buen comienzo”.