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Arte

Pintoras y escultoras poco conocidas u olvidadas por la historia

Proponemos seis mujeres, algunas todavía poco conocidas y que sin embargo crearon con éxito

Una mujer observa la escultura "Die Flehende (El Alegato)" de Camille Claudel. EFE/Oliver Berg

Una mujer observa la escultura "Die Flehende (El Alegato)" de Camille Claudel. EFE/Oliver Berg

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Amalia González ManjavacasEFE/REPORTAJES

La primera mujer en unirse al movimiento impresionista francés fue la pintora Berthe Morisot, (1841-1895). El reputado crítico de arte Gustave Geffroy en su “Historia del impresionismo” mostró su admiración por su obra y la definió como una de “las tres damas del impresionismo”, junto con Mary Cassatt y Marie Bracquemond.

Berthe Morisot, perteneciente a una familia de clase alta, pudo educarse en el mundo del arte lo que le permitió conocer con solo 20 años a Camille Corot, gran paisajista que la tuvo como discípula y la introdujo en los círculos artísticos.

Después fue modelo y amiga de Manet, además de cuñada, al casarse con su hermano Eugène Manet. Tuvo un papel destacado en el desarrollo del impresionismo y expuso junto a ellos.

En una época donde las mujeres se dedicaban a la pintura principalmente de forma aficionada, Morisot, tuvo el empeño de hacer carrera como pintora y lo consiguió. De hecho expuso junto a Renoir, Monet, Degas, Pissarro o Sysley.

En su temática abundan las escenas familiares, la mayoría personajes femeninos en jardines, en interiores o escenas cotidianas. De ahí que muchos críticos la consideraron “pintura femenina”. Aún así su trabajo presenta una gran audacia, una pincelada muy expresiva e impactante.

“Detrás del desayuno”, consiguió batir los récord de las londinense Christie’s pero, mientras colegas como Monet, Renoir, Degas, fueron considerados como los grandes impresionistas, Morisot se quedó fuera de la historia hasta ahora narrada .

CAMILLE CLAUDEL, MUSA DE RODIN Y GRAN ESCULTORA

Pese a que su historia fue una mezcla de amor y pasión por la escultura, a Camille Claudel (1864-1943), se la recuerda más como musa y amante del gran Auguste Rodin que por su potente obra.

Camille Claudel era hermana del poeta Paul Claudel, y su decisión de dedicarse a la escultura, junto a sus ansias de libertad, trajo de cabeza a su familia muy conservadora. Camille entra en la Academia que dirigía el escultor Alfred Boucher y, un año después, se independiza. En 1883, con 19 años, conoce a Rodin, veinticuatro años mayor. Rodin quedó fascinado por su espectacular talento y por su belleza. La toma como alumna, modelo, y pronto como amante.

A partir de 1886 Rodin y Camille alquilan y comparten un taller donde trabajan de igual a igual, pero fuera de allí Camille era la amante del escultor y, pese a que las críticas a sus obras eran buenas, cuando exponía siempre veían la “ayuda” del maestro.

Obras como “Sakountala, Clotho”, alegoría de la vejez y de la muerte o “El Vals” (1895), donde una pareja de bailarines-amantes parecen cobrar vida, justifican su empeño en querer ser reconocida.

El genio de Rodin la oscurece, se siente humillada; aumentan los celos amorosos (nunca va a dejar a su mujer) y artísticos y, en 1898, llega la ruptura definitiva. Este año termina el grupo escultórico “La edad madura” en bronce, una estremecedora alegoría formada por tres figuras. En 1905 realiza su última gran escultura “El Abandono”, presagio de su propia vida.

Se abandona, vive precariamente y sola, aparecen las paranoias, cree que Rodin le roba sus ideas, que planea asesinarla. Toda su ira va dirigida hacia él y llega a destruir a martillazos muchas de sus obras.

En 1913 muere su padre, su protector, y ese mismo mes su madre la interna en un sanatorio. Al año siguiente pasa a un manicomio, donde vivió olvidada los últimos 30 años de su vida, totalmente aislada por su familia, que no solo la priva de recibir visitas, sino que nunca escuchó a los médicos que aconsejaban que dada su lucidez la llevaran a casa.

“Una injusta penitencia” -escribió ella- que duró hasta su muerte. Cuentan sus biógrafos que nadie la visitó salvo su hermano, en seis ocasiones, y que cuando murió tampoco acudió nadie, por lo que tuvo que ser enterrada en una fosa común como otros ‘olvidados’. Sin embargo su obra se muestra en el museo Rodin de París.

POPOVA, GRANDE DEL CONSTRUCTIVISMO RUSO

Asociada a las vanguardias revolucionaria y el constructivismo soviético, Liubov Popova, (1889 – 1924) la «artista-constructora», como la llamaban sus contemporáneos, fue una de las principales defensoras del arte abstracto en Rusia y una de las figuras más destacadas de las vanguardias de principios del siglo XX.

Durante un viaje a Italia conoció el movimiento del “Futurismo” y su obra comenzó a reflejar su influencia, en combinación con ciertos aspectos tomados del cubismo.

En 1915 participó en las muestras futuristas y, bajo la influencia del suprematismo de Malévich, en 1918 se unió a la Federación de Izquierdas del sindicato de artistas de Moscú y, en 1920, ya formaba parte como miembro del Instituto de la Cultura Artística (Injuk), de Kandinsky.

Un años después, firma un manifiesto pro abandono de la pintura de caballete y declara que «la organización de los elementos de la producción artística debe volver a la puesta en forma de los elementos materiales de la vida, hacia la industria, lo que llamamos la producción», y desde 1922 se dedicó al diseño textil y gráfico y a la escenografía teatral. Su prematura muerte a los 35 años truncó su intensa carrera.

LOUISE BOURGEOIS, “LA MUJER ARAÑA”

Si existió algún motor en la fecunda carrera de Louise Bourgeois (1911–2010) fue la angustia, el dolor, el miedo y la inseguridad, emociones o traumas que arrastró desde su infancia para después volcarlas en su original creación.

Nacida en París y nacionalizada estadounidense, fue una de las artistas más importantes del arte contemporáneo. Pasó por eel surrealismo y el expresionismo abstracto... para ser conocida por sus esculturas de arañas de gran formato. La más grande es “Maman”, de casi diez metros de alto.

Y es que sus arañas, en homenaje a su madre, que era tejedora, representa esa duplicidad que representan la naturaleza y la maternidad -esa madre, ser protector y depredador a la vez-, ideas que forjaron su identidad artística. Sus trabajos hacen referencia a la figura humana, expresando temas como la traición, la soledad, traumas de su infancia, según contó, al descubrir la deslealtad de su padre con su niñera.

Bourgeois se pronunció a favor de la igualdad para las lesbianas, gays, LGTBI, y creó la pieza “I do”, en apoyo al matrimonio homosexual en 2010. Murió ese mismo año, en Nueva York a los 98 años. Sus últimas piezas fueron terminadas solo unas semanas antes de su muerte. En 2011, uno de sus trabajos titulado “Araña” se vendió por 10.7 millones de dólares en una subasta, alcanzando el récord de ser el precio más alto pagado por la obra de una mujer.

GEORGIA O´KEEFFE Y LA NATURALEZA ABSTRACTA

A través de abstracciones de la naturaleza, flores y paisajes se expresó Georgia O´Keeffe (1887-1986), pionera del arte contemporáneo estadounidense, formada en Escuela de Arte de Chicago y en Nueva York, donde conoció al que sería su marido, el galerista y fotógrafo Alfred Stieglitz.

Vivió entre Hawái y México, hasta que se decidió por éste último donde se instaló hasta su muerte a los 98 años. Tras una larga vida y una gran obra llena de color y formas vibrantes, sin embargo no es conocida por el gran público, a pesar recibir en vida reconocimientos como miembro de la Academia Estadounidense de las Artes, la Medalla Presidencial de la Libertad o la Medalla Nacional de las Artes.

SONIA DELAUNAY, PIONERA JUNTO A SU MARIDO DEL ARTE ABSTRACTO

Nacida en Ucrania y criada en San Petersburgo (Rusia), Sonia Delaunay (1885-1979), tuvo una educación cosmopolita. En 1905 amplía su formación en París donde conoce las vanguardias artísticas y al pintor francés Robert Delaunay, con el que se casa en 1910.

A partir de entonces, el intercambio artístico del matrimonio Delaunay, pioneros del arte abstracto, fue intenso hasta desarrollar el orfismo o simultaneísmo, corriente artística que utiliza la luz y los colores brillantes como medio de crear espacio y formas.

En los años veinte tuvo una estrecha relación con los surrealistas y colaboró con ellos en la producción de proyectos visuales.

"Nu Jaune" (1908), una de las obras de la artista de origen ruso Sonia Delaunay. Foto cedida por el Museo de Arte Moderno de París.

Una gigantesca araña metálica, obra de la escultora franco-estadounidense, Louise Bourgeois, titulada "Mamá" aparece instalada en los exteriores del Museo Guggenheim Bilbao . EFE/Txema Fernández

Una mujer comprueba las etiquetas de los cuadros (de izquierda a derecha) "Pavo real, bajo un sol brillante" (1911), "Anciano con siete estrellas" (1910) y "Naturaleza muerta con piña" (1909) de la pintora rusa Natalia Goncharova en Ruesselsheim, Alemania. EFE/EPA/FREDRIK VON ERICHSEN

Una de las obrase Berthe Morisot, la primera pintora que se unió al Impresionismo. Foto cedida por el Museo Thyssen.

Detalle de la obra "Bodegón con bandeja", de Liubov Popova (1889-1924), pintora rusa que estudió el cubismo francés con Henri Le Fauconnier y Jean Metzinger . EFE

La obra "Mercado en el Miño" de Sonia Delaunay. EFE/ Fran Del Olmo