Abuso de menores más difíciles de detectar durante pandemia
Cuando los niños no salen de sus casas, se desmorona la red maestros, policías y médicos que son generalmente los que detectan y denuncian los abusos
Ava Lerario vivía en un hogar marcado por el amor y el caos ya antes de que la pandemia empezase a causar estragos.
La segunda de tres hermanos y la única niña, la pequeña de nueve años era la consentida del padre. Le encantaba acurrucarse con su madre a leer. A veces llevaba sus animalitos rellenos a la parada del autobús y no tenía problemas compartiendo juguetes y libros con los demás o haciéndose amiga de algún chico solitario.
Los vecinos, sin embargo, notaron que ni ella ni sus hermanos jugaban afuera de la casa. Los servicios de protección del menor visitaron la casa al recibir denuncias de posibles abusos de un hermano de Ava. Su padre, Mark Lerario, era un hombre temperamental. La madre, Ashley Belson, era adicta a las drogas y pensó dejarlo. Pero no se animaba a llevarse a Ava. Temía que si lo hacía, el marido la mataría.
Al final de cuentas, Ashley no fue la única que murió.
Un análisis de la Associated Press de estadísticas estatales indica que la pandemia del coronavirus acabó con la red que permite detectar abusos domésticos. Que las denuncias, las investigaciones y las intervenciones mermaron enormemente, con el consiguiente aumento en los riesgos que enfrentan las familias más vulnerables.
El análisis de la AP reveló que durante la pandemia hubo 400.000 denuncias de posibles abusos menos y 200.000 investigaciones y evaluaciones de abusos de menores menos que en el mismo período del 2019. Esto representa una merma del 18% en ambas categorías.
La AP solicitó información a las agencias de protección del menor de los 50 estados y analizó más de una docena de indicadores en 36 estados, aunque no todos suministraron la información de todas las denuncias y las investigaciones. El análisis comparó los primeros nueve meses de la pandemia, de marzo a noviembre del 2020, con el mismo período de los dos años previos.
En varios estados hay datos que indican que las autoridades lidian con casos más graves y complejos durante la pandemia, aunque la mayoría de las agencias no ofrecieron información acerca de la magnitud de las situaciones.
Una reducción en la cantidad de denuncias no quiere decir que “de repente hubo una cura para el abuso de menores”, afirmó Amy Harfeld, del Instituto de Defensa del Menor. Por el contrario, señaló, representa un aumento en los riesgos que corren las personas vulnerables.
“Los casos de niños víctimas de abusos o negligencia en la casa salen a la luz mucho más tarde”, dijo Harfeld.
Cuando los niños no salen de sus casas, se desmorona la red maestros, policías y médicos que son generalmente los que detectan y denuncian los abusos. Y el sistema le falla a niñas como una muchacha diabética de 15 años de Wisconsin que falleció por complicaciones médicas a pesar de que hubo 15 denuncias de posibles abusos o como un pequeño de ocho años de Nevada que por error bebió una sustancia química en una botella de gaseosa.
El personal de las escuelas es el que más abusos detecta. Son los ojos y los oídos de los servicios de protección. El personal es entrenado para identificar señales de abusos y está obligado por ley a reportar cualquier inquietud.
La AP comprobó que las denuncias de abusos y negligencias de menores originadas en las escuelas disminuyó un 59% durante la pandemia. Las denuncias de otras fuentes bajaron un 4%.
La escuela de Ava cerró el 13 de marzo del 2020. Poca gente estaba al tanto de la problemática dinámica de la vida familiar.
La escuela no era una prioridad. El hermanito menor, Marc Lerario Jr., es autístico y tenía muchas dificultades para aprender. Ashley se quedó sin su trabajo como mesera. La familia apeló a cupones alimenticios y a sus ahorros.
Antes de la pandemia, daba la impresión de que Marc Lerario había enderezado su vida a pesar de un pasado con varios episodios de agresiones. Dejó de fumar y de beber y veía videos o jugaba con video games con la familia, según el hermano mayor, Brian Belson, de 17 años. Pero en abril del 2020 falleció la abuela de Marc por el COVID-19. Él no pudo despedirse de ella y cayó en una depresión.
El consumo de drogas de Ashley aumentó y Marc, que no tomaba medicinas para un trastorno bipolar, empezó a sufrir de paranoia. Las autoridades escolares dicen que Ava aparentemente nunca se conectó para las clases virtuales.
El 26 de mayo encontraron su cuerpo acurrucado en su cama. La policía dijo que el padre le había pegado un tiro mientras dormía. Las autoridades dijeron que también mató a Ashley, su pareja de más de una década y se pegó un tiro. Los hermanos de Ava estaban en la casa y fueron quienes encontraron los cadáveres.
A pesar de los antecedentes de Lerario, de las denuncias previas y de las ausencias de Ava a las clases virtuales, nadie dio señales de alarma.
El director de la escuela Robert Palazzo dijo que muchas familias no participan en las clases distancia. Se llamaba y se enviaba cartas a esas familias, incluida la de Ava, pero en plena pandemia no se aplicaban las reglas normales asociadas con el ausentismo escolar.
“Se hizo todo lo que se tenía que hacer”, aseguró Palazzo. “Cuando cerraron las escuelas, cambió todo”.
En octubre del 2019 hubo dos denuncias de posibles abusos relacionadas con heridas sufridas por Marc Jr. Un trabajador social entrevistó a Junior y hubo visitas a la casa en las que se negó que hubiese abuso. No está claro si las denuncias fueron comprobadas. Brian, el hermano mayor, dijo que sus padres no le pegaban a Junior.
El servicio de protección del menor de Pensilvania admitió que las autoridades cometieron algunos errores en el caso de Ava. La agencia dijo en un informe que no sabía que hubiese armas en la casa ni que los padres tuviesen antecedentes policiales. El servicio desistió de responder preguntas específicas invocando las leyes que protegen la privacidad.
El análisis de AP hace pensar que las autoridades podrían estar lidiando con casos de abusos más severos en varios estados, a juzgar por una evaluación del tiempo que toma responder a denuncias prioritarias, la cantidad de familias que tuvieron que responder a inquietudes de los servicios de protección del menor, las muertes y las lesiones graves. Y a pesar de que hay menos denuncias de abusos, la cantidad de casos que son investigados se mantiene estable.
En Lansford, el jefe de la policía Jack Soberick dijo que su departamento no estaba al tanto de los antecedentes de Marc Lerario, los cuales no aparecen en los bancos de datos federales.
“Creo que esto no hubiera sucedido si la pandemia no le hacía perder el control”, expresó Soberick. “Estoy seguro de que están pasando cosas parecidas no solo en el condado de Carbon, sino en toda Pensilvania y en todo el país”.
La muerte de Ava fue uno de 105 fallecimientos de menores investigados por posibles abusos en Pensilvania en el 2020, 11 más que en el 2019. En el informe oficial sobre su deceso, se exhorta a que haya más revisión de antecedentes y monitoreo de ausencias escolares.
El informe dice: “Cuando la niña estaba en la escuela, tenía buena relación con el personal y acudió en busca de ayuda en el pasado. De haber estado en la escuela, eso habría continuado”.