Europa

Francia quiere que la Unesco reconozca la baguete como Patrimonio Inmaterial

En declaraciones publicadas este viernes por el diario Le Parisien, la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, anunció que su Gobierno se ha decantado por defender la candidatura de la baguete ante la ONU

Pan Baguette/Fuente externa

Francia ha decidido someter a la Unesco su característica barra de pan larga y estrecha, la baguete, para que se incluya en la lista del Patrimonio Inmaterial, una forma de reconocer toda la tradición y la experiencia profesional que hay detrás de uno de los signos distintivos de la gastronomía del país.

En declaraciones publicadas este viernes por el diario Le Parisien, la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, anunció que su Gobierno se ha decantado por defender la candidatura de la baguete ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que no se pronunciará antes del otoño de 2022.

Francia estaba barajando desde hacía tiempo presentar esa candidatura o decantarse por la de la tradición de construir y reparar los típicos tejados de zinc de París, que al final han perdido la partida.

"La baguete es un elemento vivo de nuestro patrimonio. Vivo pero frágil porque se basa en la experiencia excepcional de los panaderos", destacó Bachelot.

La ministra hizo hincapié en que "es un producto noble y falsamente simple", ya que, aunque se hace con unos pocos ingredientes, hacen falta "años" para conseguir un buen resultado.

"Es un producto que nos une, y por eso la he elegido", añadió.

El jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, ya había avanzado en enero su intención de defender la baguete ante la Unesco: "La propondremos con todas sus características y sus 250 gramos de perfección y de magia".

El presidente de la Confederación Nacional de Panadería y Repostería, Dominique Anract, se mostró muy contento por lo que llamó "una supervictoria", pero reconoció que, tras los cuatro años de trabajo, todavía hay mucho camino por recorrer.

La baguete se popularizó en París a comienzos del siglo XX y se extendió al resto de Francia tras la Segunda Guerra Mundial. Los ingredientes son siempre los mismos -harina, agua, levadura y sal- pero cada panadero pone su propio toque para lograr su característica corteza crujiente.