Una posible candidatura de Lula es nueva variable en el espectro político de Brasil
La anulación de las condenas del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva sacudió a Brasil y obligará a redistribuir las cartas en un país radicalizado por el mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ahora gana un rival de peso para las elecciones de 2022.
La decisión, anunciada el lunes por un juez de la corte, suma una nueva variable a la grave crisis que atraviesa el país, con más de 266,000 muertos por la pandemia de coronavirus y un desempleo en sus máximos niveles históricos.
El expresidente de izquierda (2003-2010) no fue exonerado, ya que el magistrado determinó volver a juzgarlo en otro tribunal por fallas procesuales. Pero la decisión permite su vuelta al ruedo y esta “va a polarizar las narrativas” políticas, afirma el analista Murillo de Aragao, de Arko Advice.
“Bolsonaro puede radicalizar su discurso y Lula puede decir que fue perseguido. Las narrativas ganarán tonos fuertes”, explica.
“La presencia de Lula claramente dificultará los chances electorales de un candidato centrista”, favoreciendo la polarización con Bolsonaro, subrayó la consultora Eurasia Group.
Redemocratización Lula, de 75 años, participó en todas las elecciones desde la redemocratización en 1985, excepto en 2018, cuando superaba a Bolsonaro en las encuestas pero fue inhabilitado debido a la primera de sus dos condenas por corrupción pasiva y lavado de dinero.
Bolsonaro se impuso en la segunda vuelta frente a Fernando Haddad, designado por Lula. La contienda dividió al país, entre los seguidores del izquierdista Partido de los Trabajadores (que gobernó durante trece años, con Lula y Dilma Rousseff) y sus detractores, que abrazaron la figura del excapitán del Ejército apoyado por iglesias pentecostales ultraconservadoras y los lobbies del agronegocio y la seguridad.
El domingo pasado, un sondeo de la encuestadora Ipec reveló que Lula sería el único candidato con capital político superior al de Bolsonaro.
Aunque el estudio no los enfrentó en duelo directo, mostró que el expresidente cuenta con 50% de apoyo popular, frente a 38% de Bolsonaro.